Por Vicky Ludmer
A lo largo de los siglos judíos y no judíos se han preguntado que es lo que ha permitido que el pueblo judío haya atravesado tantas situaciones de dolor, perdida y destrucción y sigamos aquí en pie. No solo sobreviviendo, sino viviendo vidas plenas y completas.
El pueblo judío en todas las dimensiones continuó creciendo y floreciendo pese a los obstáculos.
¡Música, arte, ciencia, legislación … en cada tiempo y en cada lugar supimos recuperarnos, continuar y más aún… crecer!!
Quizás la clave esta en una buena mezcla de memoria y resiliencia.
La memoria esta presente en todas nuestras tradiciones, tanto en las litúrgicas como en las históricas. El mandato bíblico de relatarle a nuestros hijos es uno de los pilares de nuestra tradición. Así relatamos año a año los distintos eventos que nos atravesaron como pueblo, desde la partida de Abraham hasta nuestros días.
En la liturgia tenemos Izkor, el servicio de recordación que se recita después de la lectura de la Tora, y especialmente en Pesaj, Shavuot, Iom Kipur y Shmini Atzeret.
El significado de resiliencia, según la definición de la Real Academia Española de la Lengua (RAE) es la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas. En psicología se le añade un ingrediente más, indicando que la resiliencia no solo nos permite ser capaces de afrontar las crisis o situaciones potencialmente traumáticas, sino que incluso podemos salir fortalecidos de ellas.
Y creo que no hay mejor definición para explicar la persistencia y presencia eterna del pueblo judío.
SI, hemos sido atravesados por situaciones terribles que han devastado y destruido a pueblos enteros a lo largo de la historia.
Si, estamos aquí presentes y radiantes.
Pero hay un elemento más que creo acompaña a los dos anteriores y es la conciencia. El recuerdo y la resiliencia deben ser ejercidos con plena conciencia.
No deben ser actos automatizados que ocurren porque el calendario o la tradición así lo indican.
Es por ello que cada año tenemos una nueva oportunidad de revisar, releer y repasar nuestros textos, historias, leyendas y costumbres. Y al hacerlo con conciencia nos brindamos la oportunidad de una nueva lectura, una nueva interpretación, un nuevo mensaje.
Tisha ve Av es una fecha de dolor, de recuerdo de la destrucción del Templo, no una sino dos veces, de expulsiones y masacres. Es nuestra obligación y nuestro derecho recordarlo.
Ahora bien, podemos hacerlo solo desde el valor histórico, y que pierda sentido o podemos traer cada uno de los Templos y los mensajes subyacentes a nuestra vida hoy.
El odio sin sentido, la idolatría, la decadencia de la sociedad parecieran realidades que han perdurado en el tiempo sobre las que no hemos aprendido mucho.
Entonces, nuestra invitación hoy es que cada uno pueda tomarse un momento de reflexión sobre la historia y sobre el presente, unir ambos tiempos en uno solo y hacernos responsables de lo que a cada uno le resuene para hacer de este Tisha ve Av un día de recordación con sentido. Para que al sumar el tercer tiempo, el del futuro podamos sentir que el pasado no fue en vano, que alguna lección hemos aprendido y que hemos tomado la decisión de no volver a repetirla para forjar entre todos como comunidad un mejor mañana, en el que seguiremos recordando para no olvidar, pero con la tranquilidad y la conciencia de haber podido reparar algo.
Tzom Kal.