Mujer y Judaismo

Ethel Barylka

 

“Entonces Moshé habló a los jefes de las tribus de los hijos de Israel, diciendo: Esto es lo que Hashem ha ordenado” (Bemidbar 30.1) 

El comienzo de esta parashá es sin duda particular, ya que generalmente estamos acostumbrados que Moshé hable a todo el pueblo y no sólo a los jefes de las tribus. ¿Por qué entonces esto es así? Tal vez porque quiere darles honor, tal vez porque considera que no es necesario enseñarle a todo el pueblo los detalles acerca las normas de los votos y las promesas sino sólo a los sabios y a los jefes de las tribus, tal como lo explica Najmánides. De acuerdo a esta postura se desprende de esta actitud la importancia de las cosas que van a ser transmitidas. El tema de las promesas y los votos es un asunto serio y no todos o todas pueden conocer y entender los detalles del procedimiento acerca de cómo anular los votos realizados, es preferible que sean cuidadosos y que no prometan.

Con este hecho enfatiza la Torá el peso fundamental que tiene la palabra: “Si un hombre hace un voto o hace un juramento para imponerse una obligación, no faltará a su palabra; hará conforme a todo lo que salga de su boca” (Bemidbar 30:2).

El liderazgo acaba de ser trasladado a Yehoshúa. De acuerdo al Midrash en Tanjumá, en el diálogo entre Moshé y Dios, en el que Moshé se queja que no podrá entrar a la Tierra Prometida, Dios le responde: “Así es como lo he concebido y así es como se conduce el mundo. Cada generación con sus estudiosos, cada generación con sus hombres importantes, cada generación con sus líderes.  Hasta ahora eres tú quien debía servirme ahora ha terminado tu parte y llegó la hora de tu alumno Yehoshúa, de servirme”.

Cada generación y sus líderes y a ese liderazgo debemos recordar la importancia de las palabras. El liderazgo debe entender el asunto porque solo así podrá educar al pueblo. El hombre no es sólo responsable de sus actos sino también de sus palabras, de hecho la palabra es acción.  El habla no es un hueco balbucear de la boca. Cada uno de nosotros crea una realidad con sus palabras, por ello es recomendable y obligatorio, evaluar cada cosa antes de decirla. Maimónides en Halajot Deot 3 se refiere al tema de los votos: “nos ordenaron nuestros sabios que no debe el hombre abstenerse sino de cosas que la Torá así le prescribe … y no debe prohibirse (limitarse) a sí mismo con promesas y votos cosas que están permitidas… Así dijeron nuestros sabios; acaso no es suficiente con las cosas que la Torá te prohíbe que tú sumas prohibiciones y no sólo eso sino que los que se martirizan siempre no están en buen camino y prohibieron nuestros sabios que el hombre se torture con ayunos y todas las cosas como estas ordenó Shlomó: “No seas demasiado justo, ni seas sabio en exceso. ¿Por qué has de destruirte?” (Qohelet 7, 16).

La tendencia del hombre a hacer votos y a aceptar sobre sí mismo prohibiciones no sólo que es problemática porque el hombre debe cumplir lo que dice y no siempre puede hacerlo y por lo tanto se encontrará faltando a su propia palabra, sino que de manera esencial una actitud innecesaria. El hombre que decide afligirse más allá de lo que la Torá le exige y hacerse “demasiado justo” como lo dice Qohelet, probablemente esté transgrediendo la norma al arrogarse estar por encima de ella.

Este sábado estamos también pocos días antes del nueve de Av. Escribe rabí Moshé Jaim Luzzatto en Mesilat Yesharim acerca de las cualidades de la humildad como preparativos para el 9 de Av: “Cuando examinemos de cerca, veremos que la humildad depende tanto del pensamiento como de la acción. Porque al principio, una persona necesita volverse humilde en sus pensamientos y solo después, puede conducirse en los caminos de la humildad. Esto se debe a que, si aún no es humilde en sus pensamientos y desea ser humilde en sus obras, solo se convertirá en uno de los hombres “humildes” engañosos y malvados que mencionamos anteriormente (cap. 11), que pertenecen a la clase de los hipócritas, el peor tipo de hombres malvados que se encuentran en el mundo” (Mesilat Yesharim 22, 3 y 4).

Maimónides no deje lugar a dudas: “En cuanto al tonto, sin duda va a tratar de agregar a estos enunciados, por ejemplo intentará prohibir la comida o la bebida más de lo ya prohibido, o limitará la cohabitación más de lo que ya ha sido limitada, o que dé todo su dinero a los menesterosos o a consagraciones, más de lo que la Torá demandó como beneficencia o como consagración al Templo.  Si así actúa, está haciendo un acto reprobable y si no se da cuenta puede llegar a uno de los extremos y desequilibrarse por completo. No escuché nunca sobre este asunto, referido a los sabios, algo más congruente que lo expresado en el Talmud Jerosolimitano, en el capítulo noveno del tratado Nedarim (9:1); allí se hablapeyorativamentede aquellos que hacen promesas y votos hasta que terminan como prisioneros: “Rabí Ade dijo en nombre de Rabí Itzjak: no te es suficiente lo que te prohibió la Torá que tú te prohíbes otros asuntos” Este es el tema que mencionamos sobre el equilibrio sin exceso ni defecto” (Maimónides, 8 capítulos. Cap. 4).
El desafío en el cumplimiento de la Torá no está en aumentar las prohibiciones o en ser más estrictos que lo que la norma establece, sino justamente en la posibilidad de vivir nuestra vida conforme a las normas que fueron establecidas, que son iguales para todos. No hay competencias de “Tzadikim”, de quién es más pío, no hay competencias de religiosidad si entendemos esto. Hay un desafío permanente personal interno y esencial para vivir la vida de la Torá.
“Entonces Moshé habló a los jefes de las tribus de los hijos de Israel, diciendo: Esto eslo que Hashem ha ordenado”Bemidbar 30.1

Esto es, ni más, ni menos.

​Cuando Moshé enseña el tema de los votos y le dice a los líderes, a aquellos que pueden verse por encima del pueblo, en todas vuestras necesidades, en todas vuestras acciones, recordad: “Esto es lo que Hashem ha ordenado” Bemidbar 30:1. Si realmente vuestra acción es desinteresada, podréis renunciar a las vallas que están de más, a las promesas y los votos por que la Torá no pide eso de vosotros.
Cuando el versículo “Al Señor he puesto continuamente delante de mí; Porque está a mi diestra, permaneceré firme”. Es la luz que nos guía, no hace falta cambiar lo que dice la Torá.

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