Mujer y Judaismo

Por Vicky Ludmer                                         Ilustración: @sefiracreative

Imaginemos la siguiente escena… en medio de un salón suntuoso repleto de hombres poderosos hay una joven mujer totalmente desnuda frente a ellos.
Me atrevo a decir que en nuestra sociedad actual y moderna, y en la mayoría de las antiguas también, esta escena horrorizaría a la mayoría, provocando un escándalo mayúsculo. Y ciertamente quien se llevaría la peor parte sería la joven mujer, independientemente de los motivos por los que ella se encontraría en  dicha situación.
Tenemos en nuestra historia, o por lo menos en nuestros mitos y leyendas dos episodios con estas características, que tuvieron tratamiento totalmente diferente entre nuestros sabios y relatores, pero que en ambos casos fueron el prólogo de una serie de sucesos milagrosos que pusieron a salvo al pueblo judío de la extinción.
La primera es en Purim. El Rey  Asuero manda a llamar a su esposa, Vashti, a que comparezca desnuda para deleite de sus amigos. Vashti se negó y la consecuencia fue su destierro o posible ejecución, decidida no solo por el Rey despechado, sino por su cohorte, no muy sobria ni justa.
La segunda es en Januca. Cuentan algunos midrashim[i] que existió una princesa de la familia Hasmonea (no queda claro si fue la hermana o la hija de Matitiau el Hasmoneo[ii],) que en la víspera de su boda, sabiendo que iba a ser entregada al gobernador local en cumplimiento de la ley de la prima noctis[iii] desgarro sus ropas frente a los hombres de su familia, en plena celebración del banquete por su próxima boda. La reacción inicial fue de una ira profunda contra ella, ya que con sus acciones consideraron que profanó y denigró a los hombres de su familia. Fue necesaria alguna explicación para que estos hombres entendieran que la entrega voluntaria y sumisa de las mujeres hebreas era lo que traía profanación y humillación al pueblo, y no el hecho que se presentara desnuda ante ellos.
Teniendo en cuenta que la época de la que datan ambos relatos, en la que las mujeres no tenían posibilidad, y mucho menos derecho de defenderse de la tiranía y la decisión masculina, donde su destino era decidido arbitrariamente por los hombres (como gran parte de la historia en realidad) es de admirar la valentía de estas mujeres.
Sin embargo el tratamiento de ambas en nuestra tradición es bastante diferente.
A la primera se la condenó de cuanta forma fue posible. Se dijo que era vanidosa y soberbia, que tenía cola, que tenía lepra, que era promiscua. En fin, se le atribuyeron tantas cualidades negativas como fueran posibles para poder justificar lo injustificable, la humillación de una mujer en público.
A la segunda también se la quiso condenar, pero prevaleció el orgullo masculino que convenientemente en este relato sale a defender el honor de sus mujeres, y de paso el del pueblo entero. Sin embargo nuestros muchachos se tomaron algo de tiempo antes de reaccionar… según uno de los midrashim[iv] que nos trae este relato, la ley de prima noctis estuvo vigente durante poco más de 3 años antes de la revuelta.
Este puente no estaría completo sin nuestra tercer protagonista, Esther, que es utilizada por su tío Mordejai y por el Rey Asuero para reemplazar a la “rebelde” Vashti. Lo que no imaginaron que ella también resultaría bastante osada!!
La historia hubiera sido completamente diferente si Esther no hubiera tenido el coraje de presentarse ante el Rey sin ser debidamente convocada, pese a saber que el castigo por semejante atrevimiento en ese tiempo era la muerte.
Pero allá fue ella, con sus miedos e inseguridades, pero con la convicción que había un bien mayor que defender y proteger. La vida de su pueblo estaba en juego, y aun cuando el riesgo era su propia muerte pudo anteponer este miedo sobre la necesidad de buscar la clemencia del soberano.
Ahora ubicados en tiempo presente, son cientos de miles las mujeres que aun son sometidas a la voluntad masculina, sea en forma física, verbal, actitudinal, psicologica o tantas otras formas de violencia que hoy es reconocida como tal.
Y siguen siendo pocas las Vashtis, Estheres y las princesas, que pese al mandato social y al lugar que “las buenas señoritas deben ocupar” levantan su voz y ponen su cuerpo y alma para enfrentar este mandato.
Januka y Purim son fiestas de milagros en los que se nos cuenta que D-s favoreció la supervivencia del pueblo judío.
Hoy quisiera honrar a estas mujeres, admirables, y dignas de elogio. Corajudas y valientes, aunque no por ello insensatas ni temerarias, que tomaron la decisión de enfrentar el mundo que las rodeaba, para levantar su voz contra la injusticia y contra la humillación. Nadie dudaría en decir hoy día que cada una de ellas, “hizo lo correcto”, y creo que si la conversación, interna o externa, fuera realmente honesta, pocos podrían decir que se animarían a hacer lo mismo.
Ojalá sea cada vez menos necesario tener que luchar contra estas atrocidades e injusticias, y sean cada vez más las voces, femeninas y masculinas que den cuenta de ello, produciendo el milagro cotidiano de respetar y honrar a cada una de nuestras mujeres, sin importar el credo, lugar o condición de nacimiento.
Jag Sameaj.

 

[i] Otzar Midrashim, Meguilat Taanit – Scholion. Mujer y Judaismo, Ethel Barylka
[ii] Padre de la revolución Macabea contra los griegos
[iii] El derecho de prima noctis era el derecho atribuido a los gobernantes a dormir con las novias vírgenes la noche previa a su matrimonio. SI bien es una institución cuya existencia fue discutida  a lo largo de la historia, nunca fue realmente negada.
[iv] Otzar MIdrashim

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