Mujer y Judaismo

Fragmentos del artículo de Yehudit Tidor Baumel

En el otoño de 1944 quedaba claro que la caída del Tercer Reich
era sólo un asunto de tiempo. En el territorio de la Gobernación General fueron liquidados los últimos campos de concentración y de trabajo. Uno de ellos era Plashov, en las cercanías de Cracovia. Durante el transcurso de noviembre de 1944 fueron desalojados los remanentes de los prisioneros y deportados al campo de Auschwitz. Entre los evacuados había un grupo de 10 mujeres jóvenes que se destacaron por sus esfuerzos en permanecer juntas durante la evacuación. A pesar del desorden que imperaba junto a las vías del ferrocarril, lograron las jóvenes subir al mismo vagón y durante el transcurso del viaje una de las jóvenes leyó al grupo el cuento de Joni, el hacedor de círculos… “Y conversamos entre nosotras acerca de dos cosas: acerca de que si pasábamos la guerra en paz miraríamos al mundo como Joni y acerca de la decisión que tomamos de quedarnos juntas en todo lugar y a todo precio”. El fenómeno de los vínculos sociales en condiciones de crisis es uno de los temas que ocupan a los investigadores de las ciencias sociales. Estos definen estas relaciones no sólo como una fuente de fuerza que permite la adaptación y la supervivencia personal sino también como una expresión de lucha diaria de los judíos por cuidar su dignidad humana, en medio de una existencia basada en la deshumanización del individuo. Atención especial por parte de los investigadores recibieron los comunistas y los religiosos, dos poblaciones que se caracterizaron especialmente por un alto grado de solidaridad y por manifestaciones de ayuda mutua. El público femenino en los campos es también objeto de una serie de investigaciones que fueron publicadas en los últimos años.
El “grupo de las 10” que se presenta como una pequeña unidad humana que se conformó en el infierno sobre la tierra no estaba compuesta por ángeles sino por personas que junto a las expresiones de tolerancia, bondad y sacrificio luchaban contra otras cualidades humanas como la envidia, el fanatismo, la crueldad y egoísmo. De las conversaciones que mantuve no intentaron estas mujeres ocultar las disputas internas que mantuvieron en el grupo. No pretendieron desdibujar el hecho que el desacuerdo se encuentra entre ellas aún el día de hoy.

El trasfondo para la conformación del grupo

¿Sobre qué base se constituyó el “grupo de las 10”? (Tzenshaft) como fue llamad por los prisioneros de Plashov. ¿Cuándo fueron establecidas las bases y cuál fue su función en la consolidación de grupo? Si utilizaremos la frase conocida de la Mishna en Pirkei Avot, podríamos decir que sobre tres pilares se sostiene el grupo: la educación, la familia, y el origen común.
La primera base sobre la cual se constituyó el grupo fue la educación en común, los estudios en la red ultra ortodoxa de Beit Yaakov de mujeres y sobre todo en la cantera ideológica de la red: su seminario de maestras de Cracovia.
Cinco de las 10 mujeres, llegaron al seminario de maestras a mediados de los años 30 y como muchas de las alumnas de esta institución poseían un doble bagaje cultural: judío y polaco. El primer bagaje había sido conformado en sus hogares, el segundo era consecuencia de los años de educación en colegios polacos. Los jefes del seminario no hicieron ojos ciegos a la existencia del bagaje extranjero pero el programa de estudios colocaba los valores del judaísmo a la cabeza de la escala: el sacrificio personal, la generosidad, el recato y la santidad de las hijas de Israel, eran algunas de las cualidades que Sara Shenirer, fundadora de la institución intentaba transmitir a sus alumnas.

Los vínculos familiares fueron una segunda base significativa en la consolidación del grupo. Las redes de vínculos en el grupo era compleja y amplia. Las relaciones familiares, el origen en común, dieron lugar a parejas y tríos, pero el tercer elemento el vínculo con el Beit Yaakov, era el pegamento que consolidó al grupo grande. No se trata de un grupo que tiene en común el status personal, la edad de sus miembros no era uniforme, para 1943 las edades oscilaban de 16 a 26 años, algunas eran solteras otras. Las diferencias de la situación personal y la experiencia le dieron al grupo una claro carácter familiar. Las relaciones que se crearon en el grupo fueron relaciones de madre – hija, cuando algunas de las miembros ocuparon el puesto de madres, que brindaban apoyo, y otras ocuparon el lugar de hijas, eran la apoyadas.

La solidaridad como elemento central
¿Que caracterizó al grupo como grupo de ayuda mutua? La respuestas son muchas y variadas. Reduciremos nuestro análisis aquí al ámbito de la interacción del grupo con el entorno. Es obvio que la solidaridad es una condición indispensable para la existencia de grupo de ayuda mutua. ¿Cómo se manifestaba la solidaridad grupal? Primero, en un intento permanente de preservar la unión y la existencia física de las miembros del grupo. Esto se manifestaba tanto en los esfuerzos por organizar suplementos de comida así como por los intentos de concentrar a las participantes del grupo en un solo lugar de trabajo. Otra expresión de solidaridad era la forma en la que se dividió la comida. La comida fue siempre repartida de manera igualitaria entre todas las compañeras, también aquellas que no trabajaba en el depósito, sin ninguna distinción entre los diferentes grupos. ¿Qué le sucede a este entretejido delicado en el momento de encuentro con un factor externo? ¿Cómo se confronta el grupo con el doble dilema moral y práctico que se despierta cuando se les propone a las miembros ayuda sobre la base individual?
Aparentemente la respuesta esto es clara: desde que surgió el grupo en la primavera de 1943 se vieron sus miembros como hermanas en todo sentido. También cuando les fue ofrecido a algunas de ellas mejorar sus condiciones, intentaron primero preocuparse por el bienestar de todos grupo… en noviembre de 1944 poco tiempo después de haber llegado al campo se encontraron dos de las mujeres con una amiga de adolescencia de origen común que trabajaba en la barraca de las ropas. En esa época el “grupo de las 10” trabajaba en trabajos extenuares al aire libre. Un día apareció la muchacha, anotó los números de las dos amigas y después de mucho esfuerzo consiguió trasladarlas. Cuando estas dos le pidieron anotar el número del resto de las compañeras se enfadó tanto la vieja amiga diciendo “esta es Auschwitz no Beit Yaakov”. De hecho las dos mujeres de los aceptaron pasar al barracón vecino dejando a sus compañeras en el comando externo. ¿Es acaso esta reacción testimonio de la debilitación de la solidaridad en el momento que se despertó la posibilidad de la auto salvación o tal vez debemos ver en esta predisposición un intento para trasladar allí al resto de las mujeres? Nunca lo sabremos, porque pocos días después de la mudanza fueron evacuados los prisioneros de Auschwitz en la marcha de la muerte. Con la evacuación el grupo volvió a unirse.

Las relaciones entre grupo y el entorno
Una de las características del grupo fue el modelo de interacción de este con el entorno. Las relaciones del grupo con el resto de los prisioneros se caracterizaron por la preocupación por el prójimo. Por ejemplo, una noche las muchachas lograron contrabandear al barranco una gran cantidad de mermelada la cual repartieron entre todas las prisioneras. En otros casos tenía la preocupación por el prójimo características espirituales. Varias veces durante el transcurso de 1943 sacaron las muchachas del depósito en forma clandestina libros sagrados que había sido llevados al campo desde bibliotecas, casa de estudios y sinagogas de Cracovia y se las hicieron llegar en secreto a los rabinos que estaban en el campo. Para los jóvenes este era un asunto de rutina. “También en condiciones de crisis teníamos claro que está prohibido pensar solo en nosotras” –
dice una de ellas.
Quienes gozaron de la ayuda fueron principalmente las compañeras del barracón y las compañeras del de trabajo. Aparte de estas, en cada uno de los tres campos en los que estuvieron mantuvieron estas mujeres contactos con las egresadas de Beit Yaakov, a las cuales conocían del período de estudios.

El fenómeno de los límites flexibles
Los límites de la “decena” se ampliaron, cada vez que hubo necesidad de incluir en el grupo a alguien necesitado de ayuda. Luego volvía el grupo a su dimensión original. Sólo una vez se amplió el grupo de manera permanente para la integración física y espiritual de una compañera que era diferente tanto en su forma de vida como es su visión de mundo. En el año 1943 llegó a Plashov una joven viuda junto con su hijo de cinco años. En mayo de 1944 hubo en el campo en el campo una Gran Acción contra los ancianos los enfermos y los niños. Entre los niños se encontraba también el hijo de Riga… Hacia tiempo que esta madres se había relacionado con las mujeres de Beit Yaakov que era a sus ojos una isla de paz y de moralidad y rectitud dentro de un mar tormentoso y cruel. “Encontré en ellas un alto nivel de moralidad” Y por eso en las semanas posteriores a la Acción se estrechó el vínculo entre la madre que había perdido el hijo y el grupo que le brindó apoyo

¿Por qué estuvieron dispuestas a incluir a una extraña? ver qué empresa
Si inclusión fue exitosa como consecuencia de la combinación de valores. La predisposición de ayudar al prójimo y la bondad sobre los cuales habían sido educadas desde su infancia, y la predisposición inmediata y completa de la extraña a aceptar para sí misma las normas de conducta del grupo. También es importante recordar que el bagaje cultural que tenían los jóvenes les permitió ser un puente al mundo de la nueva compañera… ¿Cómo era visto el grupo a los ojos de los demás? Parecería ser ya en Plashov los prisioneros conocían al grupo como un grupo unido y activo. La mejor demostración de esto fue su nombre “Tzenshaft” “grupo de las diez” que le fue dado por los prisioneros en el campo de Plashov, que las acompañó en Auschwitz y en Bergen Belsen.

En lugar del grupo dentro de la acción

Para poder ubicar el grupo en el contexto amplio en el que actuaba comenzaremos hablando de la ayuda al prójimo. No hay duda que la ayuda al prójimo jugaba un papel fundamental en la vida de muchos de los prisioneros de los ghettos y los campos. El historiador Terrence Des Pres escribe sobre el conflicto al que se enfrentaba el prisionero en el campo: ayudar al prójimo o preocuparse únicamente por sí mismo. La conclusión del escritor es inequívoca: en momentos de crisis la vida depende de la solidaridad. De acuerdo a los testimonios de los sobrevivientes queda claro que la necesidad de ayudar no es menor que la necesidad de ayuda.

Los objetivos y forma de actuar del “grupo de las 10” no eran particulares en relación a otros grupos de ayuda mutua… pero existe una diferencia entre este grupo y el resto. Esta diferencia se manifiesta en el tamaño del grupo, la interacción del grupo con el entorno y los componentes del grupo. En cuanto el tamaño, uno de las medios de defensa que los prisioneros aprendían de manera inmediata en el campo era la necesidad de cuidar el anonimato, todo lo que les hubieras sacado de su anonimato los hacía poner en peligro… “El grupo de los 10” fue un grupo consolidado y fijo, que permaneció en su dimensión original hasta el final de la guerra. Si la pertenencia a un grupo grande arrastraba un peligro ¿Por qué entonces decidieron los integrantes crear un grupo como este? La respuesta podemos encontrarla en la segunda dimensión o sea en la interacción interpersonal. En ese sentido se denota en los grupos femeninos ciertas características particulares. Y el tamaño del grupo es uno de ellas. Una de los principales sentimientos que caracterizó la existencia judía durante la Shoá fue la sensación de impotencia. Esta sensación fue aún más potente en el seno de las mujeres dado su alto grado de vulnerabilidad. Y por lo tanto tendían las prisioneras en los campos a organizarse rápidamente en grupos de ayuda relativamente grandes… Otra característica de este grupo fue la constancia de sus miembros. El hecho que sus miembros no cambiaron durante casi dos años lo cual es un periodo significativamente largo en los campos. Esto era extremadamente peculiar teniendo en cuenta que se trataba de un grupo grande. En el “grupo de las 10” todas sus miembros sobrevivieron y pudieron ver la liberación. No queda claro cuál es el motivo si esto se refiere al tamaño del grupo a otras de las características o por las condiciones en las que actuaba o al alto grado de solidaridad que existía entre las miembros del grupo o a un simple hecho del destino. Parecería haber una relación entre el grado de solidaridad, la relación entre sus miembros, el tamaño del grupo y el hecho de que el día de la liberación todas estaban con vida. Más de una vez durante la selección en Auschwitz alguna de las compañeras más débiles fueron sacadas de las filas y rápidamente a sus compañeras la empujaban hacia dentro a pesar el peligro que esto implicaba. Durante la marcha de la muerte cuando alguna tenía dificultad se apoyaban. Parecería que parte de la estabilidad del grupo, está vinculada a la interacción inter-femenina. Es obvio que mujeres que fueron educadas en el espíritu de “quien salva una vida, salva un mundo entero” vieran en la acción de ayudar a los necesitados y en los actos de bondad uno de los principios fundamentales de su mundo. Queda claro que las fuentes de este fenómeno radical en la combinación especial entre las características centrales de las dos dimensiones: la dimensión femenina y la dimensión religiosa. La combinación de la preocupación tradicional por los débiles, la bondad Yy la generosidad dieron por resultado un fenómeno único: brindar ayuda a todo quien lo necesita. Por lo tanto no podemos encasillar al grupo en ninguno de estos tres áreas, sino que su plano de acción se extendía sobre el terreno que se creó entre estas tres coordinadas que establecieron su carácter…
¿Porque no se convirtió este grupo en un grupo de resistencia? ¿por qué cómo podemos explicar que su carácter fuera el de “preservar” y no tomara una dimensión más activa? La ideología religiosa sobre la que se basaba el grupo, es en esencia apolítica y no fomenta acciones que no se definan como estrictamente relacionadas a los asuntos religiosos. Toda acción derivada del mandato de “cuidareis vuestras vidas” es posible, pero de aquí es muy largo el camino a cualquier clase de acción de resistencia o sabotaje. El factor dominante del carácter del grupo fue el factor religioso. En otras palabras esos valores sobre las cuales habían sido educadas y que no abandonaron aún no dentro de Plashov, Auschwitz o Bergen Belsen.
La historia de “las 10” es una historia de dinámica grupal exitosa en épocas de crisis. Se dieron en ella toda las condiciones necesarias para la acción de un grupo de asistencia en épocas de crisis. La primera condición es el objetivo operativo o sea, la supervivencia, en tanto se preserva la dignidad humana. La segunda condición, la condición instrumental, o sea el modo de acción de grupo. Se trata de un grupo que tenía un alto grado de cohesión interna, liderazgo y espíritu. La tercera condición, la condición integrativa, o sea la interacción en el grupo. Interacción que permitió una acción conexionada así como el cumplimiento del objetivo. La cuarta condición, un sistema de valores generales y específicos del grupo. Con esto nos referimos a los valores religiosos y morales y al intento de continuar con la acción educativa y religiosa también en esas condiciones.
“Eramos un grupo especial” dice con simpleza “hicimos lo que hicimos en
circunstancias imposibles” Rivka Engelrad de Cracovia.

Texto original http://zachor.michlala.edu/inquiry/arch.asp?num=241&mesT=2&month=35&sortT=3

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *