Mujer y Judaismo

En unos días más festejaremos de Pesaj reuniéndonos en el Seder familiar.
Esta fiesta suele ir acompañada de un gran trajín en el hogar dado los preparativos necesarios.
En los últimos años cada vez más mujeres se resisten a la división clásica de los roles tal como suelen asumirse en el Seder de Pesaj incluso en los hogares más tradicionales: los hombres conducen el Seder, las mujeres, preparan todo para que no falte nada en la mesa del Seder. Los hombres leen y cantan los textos de la Hagadá, las mujeres sirven la mesa y atienden extenuadas a los invitados, que suelen ser muchos.
En medio del ajetreo cotidiano sugerimos detenernos para reflexionar acerca del lugar ocupado por las mujeres en la festividad y descubrir que el espacio de la mujer es mucho más amplio, rico y trascendente que lo que la propia mujer a veces conoce y asume, perpetuando su marginalidad en una fiesta tan significativa como lo es la Fiesta de La Liberación.
En el breve comentario de los profesores Shmuel y Zeev Safrai de la Universidad de Bar Ilán, Israel, que exponemos a continuación podemos ver cómo en forma concisa surgen las fuentes que determinan que tres de los más importantes hitos del seder desde el punto de vista de la norma judía, la halajá, deben contar con la participación activa de la mujer. Ellos son: beber las cuatro copas, estudiar las fuentes de la festividad y comentarlas, y reclinarse alrededor de la mesa, significando a través de esa lejana costumbre en el tiempo, su estatus de persona libre. Lo escrito por los profesores es sólo una invitación a establecer un nuevo modelo de participación femenina en ésta y otras festividades del calendario hebreo.

Las mujeres en la noche del Seder por Zeev Safrai [1]
Acerca de la obligación de las mujeres a beber las cuatro copas, a estudiar y a reclinarse en la noche del Seder

La obligación de las cuatro copas

En una Beraita[2] que se encuentra en el Talmud de Babilonia Pesajim 108b se lee: “Nuestros Rabinos enseñaron: Todos tienen la obligación de estas cuatro copas, tanto los hombres como las mujeres”, a lo cual explica el Rabí Iehoshúa ben Levi: “Las mujeres están obligadas (a beber) las cuatro copas porque también ellas estuvieron en el mismo milagro”[3].

La disposición normativa según la cual las mujeres están obligadas a las cuatro copas no es una innovación de Rabí Iehoshúa ben Levi. Sus palabras no son más que una explicación acerca de esta obligación y de la participación de las mujeres en la noche del Seder, ya que las cuatro copas y los otros mandamientos del Seder pertenecen a la categoría de los preceptos que dependen del tiempo, de las cuales las mujeres debieron estar exentadas de su cumplimiento. Sin embargo, por la explicita razón que también ellas participaron en el milagro tienen la misma obligación.

Rashbam y Rashí interpretaron la expresión “también ellas” en el sentido de “por ellas”, “por el mérito de las mujeres piadosas de esa generación Israel fue redimido de Egipto” tal como se relata en diferentes lugares de la Agadá[4]. Otros intérpretes tuvieron dificultad para explicar la expresión “también ellas” entendiéndolo como que “ellas también” por lo que “no fueron las principales”. Sin embargo, tanto en el lenguaje de las Escrituras como en el de los sabios de bendita memoria, el término “también” es usado como acentuando y no como inclusivo. El comentario de Rabí Iehoshúa ben Levi, también fue expresado respecto a la lectura de la Meguilá (en Purim) y a las velas de Janucá (o sea, que las mujeres están obligadas a ellas porque “también ellas estuvieron o fueron partícipes del milagro, N. de T.). Tanto en Purim como en Janucá las Escrituras y la Agadá consideraron a las mujeres como protagonistas de los acontecimientos. Aparentemente ya en tiempos antiguos, las acciones de Iehudit y de otras mujeres fueron relacionadas de manera directa con los milagros de de Janucá.

La obligación de las mujeres de estudiar la historia del Éxodo
Las mujeres están obligadas a estudiar la historia del ÉxodoLa obligación que tienen las mujeres de estudiar los temas relacionados con el Éxodo aparece también en la Tosefta[5], 10, 11, diciendo: “El hombre debe estudiar las normas de Pesaj toda la noche, incluso él y su hijo, o él consigo mismo o incluso él con su alumno.”Este texto aparece así en el manuscrito de Viena, que es el manuscrito más importante aceptado y en otros manuscritos. En el Manuscrito de Erfurt y en algunos de los rishonim[6] el texto es el siguiente:”Incluso él consigo mismo, entre él y su hogar, o él y su alumno.” “Hogar”- significa mujer. Esta versión parece ser más adecuada, ya que no hay necesidad que se diga que debe estudiar con su hijo, ya que éste es el estudio más común. Tampoco hay necesidad que diga que puede estudiar consigo mismo. En todo caso estudiar con o por “sí mismo” debería ser incluido al principio o al final. Por otra parte, ¿por qué hablar de incluso entre él y su hijo? Lo que se enseña “al hijo” es parte del aprendizaje normal, como se menciona en la Beraita y en la Mishná. La Tosefta menciona por lo tanto, que si él no tuviera ningún hijo que pueda estudiar con él, deberá enseñarse a sí mismo, estudiar con su mujer o con un alumno. La conexión del Seder con las mujeres y el aprendizaje, es recordada en Pesajim 116a: “El hijo interroga al padre sabio, si el padre no es conocedor, le pregunta su esposa, si no tiene mujer se auto cuestiona, incluso dos académicos y conocedores se preguntan las leyes de Pesaj uno al otro”.

El reclinarse
Una beraita que refiere los productos que debe recibir la mujer se determina; “Vino no debe (recibir), ya que las esposas de los humildes no beben[7]”, es decir que una mujer, excepto de la clase socio económica alta, no solía beber regularmente vino durante sus comidas, ni en día de semana ni en Shabat. Pero, en la noche de Pesaj, ella participa tomando las cuatro copas. En el Talmud de Babilonia, Pesajim 108a, los amoraítas discuten acerca de la obligación de comer reclinados en la noche del Seder y quiénes son los que deben reclinarse y concluyen “que la mujer que está junto a su marido, no necesita reclinarse, pero, si fuera una mujer importante debe reclinarse”[8]. Por su parte el Talmud de Jerusalén no discute las normas referidas a reclinarse a la mesa, dado que era costumbre que en toda comida festiva todos los comensales comían recostados. Eso hacían tanto los hombres como las mujeres sin distinción y la mujer participa del Seder, por lo que debía reclinarse a la mesa.

Ese de suponer que la participación de la mujer en la comida festiva de Pesaj, fue anterior no sólo a la interpretación de Rabí Iehoshúa ben Levi, que “también ellas participaron del mismo milagro”, sino también a la fijación de la norma acerca de la exención o el cumplimietno de los preceptos que dependen del tiempo. La mujer participaba en los festejos de Pesaj peregrinando a Jerusalén, y siguió participando en la comida de Pesaj. La mujer estaba liberada de la obligación de sentarse en la Sucá (Mishná, Sucá 2, 8), pero se vio obligada a la serie de preceptos de la noche del seder, por el lugar que ocupaba Pesaj, en la vivencia y la presencia familiar de la festividad.

Tomado de Shmuel Safrai, Zeev Safrai, Hagadá de Pesaj, Editorial Carta, 5758, pág. 46 (Haggadah of the Sages). Traducido especialmente para Mujer y Judaísmo. Agradecemos a los autores la autorización para publicar el texto.

[1] Profesor de la Universidad de Bar Ilán. Investigador del período del Segundo Templo. Su obra más importante ese una interpretación de la Mishná Jerosolimitana sobre la cual está trabajando después de haber editado varios de tomos.
[2] Beraita, texto del período de la Mishná que no fue incluido en la compilación de la misma.
[3] Los intérpretes del Talmud discutieron acerca del significado de este pasaje.
[4] Shemot (Éxodo) Raba, 1, y sus paralelos.
[5] Tosefta, significa literalmente “añadido. Es un compendio legal, que complementa a la Mishná.
[6] Ver Sefer Raabia, Bet, pág- 173 y Comentarios en la Hagadá del Rambám
[7] Tosefta, Ketuvot, 5, 8, Talmud de Jerusalén 30b, comparar con el de Babilonia.
[8] El término “mujer importante” se refiere en el período en cuestión a mujeres que contaban por sí mismas con cierta independencia económica o eran figuras reconocidas públicamente. Partiendo de este concepto hay quienes entienden que hoy todas la mujeres deben reclinarse porque la mayor parte de las mujeres gozan de autonomía e independencia en el ámbito social y económico, si bien no en todos los casos total, sin duda parcial. N.de T.

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