Por Ethel Barylka
Esta semana comenzamos la lectura del libro Vaikrá que es el tercero del Pentateuco.
Este libro es llamado también Torat Cohanim, el “Manual Sacerdotal” por las instrucciones de los sacerdotes que están dirigidas al pueblo de Israel. Ese nombre dado durante el período talmúdico se debe a que en su mayoría se ocupa sobre las normas y modos de las ofrendas.
El estudio de este libro nos presenta un desafío insoslayable dado que podemos sentir que no es relevante estudiar detalles de un servicio que no se acostumbra en nuestros días.
Tampoco todos están de acuerdo que cuando imploramos por la restauración de un tercer Templo, el ritual de los korbanot (sacrificio u ofrendas) se volverá a practicar. Pese a ello, en la tradición de nuestro pueblo pareciera que no solamente que no hay dificultad con ello, sino que se considera un sobreentendido, dado que el primer libro que se acostumbraba por siglos a enseñar en primer término a los niños era Vaikrá-Levítico. El amoraíta Rav Ashi, preguntó ¿por qué se inicia la enseñanza de los más pequeños por Torat Cohanim y no se comienza con el Génesis, que trata de la Creación y de la historia de nuestros patriarcas? Dijo el Santo bendito que lo quiere así porque los niños muy pequeños son puros porque no pecaron todavía y las ofrendas son puras. Por lo tanto que los rectos, vengan a ocuparse y estudiar lo que corresponde a la pureza”.
Es una cuestión conocida que después de la destrucción del Templo de Jerusalém, la plegaria reemplazó a las ofrendas. El korban – sacrificio u ofrenda- se vincula con la palabra kirba – cercanía, era una manera del hombre de acercarse a su Creador y somos testigos de su existencia aún desde el relato de Caín y Hevel, pasando por Noaj, que hace una ofrenda al salir del Arca, todo esto mucho antes de Abraham. Parecería que el sacrificio era una expresión religiosa común también en otros pueblos. Con todo, es posible que podamos aprender algo acera de la diferencia entre otras creencias y la fe judaica justamente del inicio de esta parashá “Habla a los hijos de Israel y diles: “Cuando alguno de vosotros traiga una ofrenda al Señor…” (Vaikra 1:2)
Nuestros sabios vislumbran dos contextos importantes de este enunciado. El primero se vincula con el voluntariado, ya que se trata de ofrendas que no son de carácter obligatorio, sino que se ofrecen cuando el deseo o la necesidad de presentar una oblación por su propia voluntad se despierta, para enseñarnos que hay espacio para el servicio voluntario a Dios aunque se encuentre dentro del marco preestablecido. “Cuando alguno de entre vosotros ofrece ofrenda a Dios” (Vaikrá 1:2) ‘cuando ofrenda’ se trata de ofrendas voluntarias dice Rashí, ofrendas que el hombre ofrece sin estar obligado. O, en la expresión de Rashbam, “cuando ‘ofrenda’, cuando brinde voluntariamente un ofrecimiento sobre la cual no está obligado por su pecado.”
También la ofrenda realizada espontáneamente está sujeta a normas, pero, tal vez es importante que recordemos justamente el lugar de la espontaneidad tan escasamente fomentada en nuestros días en el servicio a Dios.
Otra enseñanza directa que se aprende del versículo deriva de la diferencia esencial que existe entre las sacrificios del judaísmo y las de las civilizaciones contemporáneas a este. Y ello se diferencia antes que nada por el destinatario de la ofrenda “Cuando alguno de entre vosotros ofrece ofrenda a Dios”, viene el versículo a enfatizar que la ofrenda es a Dios. No a ningún poder ni fuerza, a ningún otro dios, a ningún otro ser. A través de la ofrenda el hombre intenta acercarse únicamente a Dios y a nadie más que a Él.
Rabí Yosi dice que “en todo lugar en el que aparece “la ofrenda” aparece el Nombre divino indecible –el tetragrama- para evitar los comentarios de los idólatras y paganos” (Safra Vaikrá parashá 2).
Y dice Ramban, “dijo rabí Shimón ben Azay anda y ve qué está escrito en el capítulo de las ofrendas donde no se refiere a la divinidad, no dice ‘El’ ni ‘Elokim’, ni ‘Shaday’, ni el ‘Señor de los Ejércitos’ sino el nombre indecible del Tetragrama” (Vaikrá 1:9).
Es destinatario de la ofrenda es Dios en su Nombre Indecible (del Tetragrama) para evitar toda especulación. Más aún, no es Dios quien necesita de la ofrenda sino que el hombre en su naturaleza humana que busca caminos para acercarse y elevarse. En el pasado las ofrendas hoy las plegarias.
Dios no necesita ni a uno ni a lo otro. Eso lo sabemos con certeza ya que Dios no precisa de absolutamente nada.
El profeta Yrmiahu 7:22-23 lo recuerda: “Porque no hablé con sus antepasados, ni les mandé en el día que los saqué de la tierra de Egipto respecto a los asuntos de holocausto y sacrificio. Pero esta palabra sí la expresé en mandato a ellos, y dije: “Obedezcan mi voz”.
Shimshón Refael Hirsch dice: “Dios no requiere satisfacerse a sí por medio de los sacrificios, como sucede en el pensamiento vano de las divinidades paganas, ya que no busca venganza ni anhela la sangre”.
Recordemos entonces: nuestro Dios no necesita sacrificios ni en aquel entonces ni tampoco hoy.