Por Ethel Barylka Ilustracion @artbyhannahf
Naturalmente tenemos la tendencia de responder negativamente a esta pregunta. El principio según el cual una conducta es moral en la medida que pudiéramos aspirar a que todos los seres humanos actúen conforme a ella, parece convincente a primera vista.
Según esta postura (que emana de los principios de la ética de Kant), debemos siempre decir a la verdad. Por tanto, una “mentira blanca”, una “mentira piadosa”, que se aparte de la verdad aún por cualquier tipo de beneficio, es imposible e inmoral per se, ya que no podría aprobar el examen de la universalidad de la conducta. Si todos nos relacionamos al otro como un “medio” para un objetivo, está claro que nuestra sociedad no podría existir
Deberíamos entonces revisar hasta qué punto este argumento contradice la concepción moral del judaísmo y también el instinto natural de justicia si es que existe tal propensión, tendencia, y sentido.
Si bien la Torá en Shemot 23:7 nos enseña “De palabra de mentira te alejarás”, nos encontramos con otros capítulos del libro del Génesis en los que figuras centrales nos presentan ciertos signos de interrogación respecto a la fidelidad absoluta al valor de la verdad.
En este contexto tenemos que prestar atención al versículo de nuestra parashá: “Y enviaron a decir a José [los hermanos]: Tu padre mandó antes de su muerte, diciendo: Así diréis a José: Ruégote que perdones ahora la maldad de tus hermanos y su pecado, porque mal te trataron: por tanto, ahora te rogamos que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre” (Génesis 50:16-17).
De allí aprendieron los sabios en la Guemará en Yevamot 65 b: “El Rabino Ile’a dijo además en nombre de Rabí Elazar, hijo de Rabí Shimón: Se permite que una persona se aleje de la verdad en un asunto que traerá paz, como se dice: “Tu padre ordenó antes de morir, diciendo: Así dirás a Yosef: perdona el crimen de tus hermanos, etc. “(Génesis 50: 16-17)”.
Yaacov no dio esa orden, pero los hermanos se apartan de la verdad para preservar la paz entre ellos.
Y continúa la Guemará: “El rabino Natán dice: es una mitzvá apartarse de la verdad para preservar la paz, como se dice: “Y Shmuel dijo: ¿Cómo puedo ir, y Shaúl me escuchará y me matará” (I Shmuel 16: 2)”?
Dios respondió en el siguiente versículo que Shmuel debería decir que fue a sacrificar una ofrenda, lo que indica que Dios manda a uno a mentir para preservar la paz.
Más aún, Cuando Sara y Abraham reciben el anuncio que serán padres, Sara se ríe: “Y Sara se rio para sus adentros, diciendo: ¿Tendré placer después de haber envejecido, siendo también viejo mi señor?
Y el Señor dijo a Abraham: ¿Por qué se rio Sara, diciendo: ¿Concebiré en verdad siendo yo tan vieja? (Gén. 18:12-13) y dice la Guemará: “Se enseñó en la escuela del rabino Yshmael: grande es la paz, ya que incluso el Santo, Bendito Sea, se apartó de la verdad por ello.
Inicialmente, está escrito que Sara dijo sobre Abraham: “Y mi señor es viejo” (Gén. 18:12), y al final está escrito que Dios le dijo a Abraham que Sara dijo: “Y yo soy vieja” (Gén.18: 13)”
Según esta interpretación Dios acomoda las palabras de Sara para evitar lastimar los sentimientos que podrían llevar a Abraham y Sara a la discordia, y surge de la palabra de los sabios la obligación de cambiar la verdad para procurar la paz, así también lo establece posteriormente el Rosh y el Rif, dos de los grandes juristas antecesores del Shulján Aruj.
R. Abraham Ibn Ezra, en su comentario a la Torá explica que esta interpretación de los Sabios no surge necesariamente de la lectura llana de los versículos y de hecho no hay aquí ninguna transformación de la verdad, sino que las palabras de Sara “Y yo soy vieja”, explican la primera parte del versículo en el que ella misma dijo: “¿Después que he envejecido tendré yo deleite?”.
Najmánides opta por una postura intermedia, no se trata de una mentira sino de no decir toda la verdad. Por la paz, evitó Dios las palabras acerca de la vejez de Abraham.
Sea como sea deberíamos pensar porque los Sabios se relacionaron justamente a estos ejemplos de la Torá y no a otros.
Tanto Abraham como Ytzkjak mintieron presentado a sus mujeres como sus hermanas. ¿Por qué entonces no aprendieron la norma de qué se puede mentir por la paz o para conseguir la bendición o para cualquier otro objetivo elevado de estos ejemplos o del hecho que Yaacov se hiciera pasar por Esav? ¿Por qué justamente traer el ejemplo de Yosef y sus hermanos cuando queda claro que el texto de la Torá no menciona en ningún momento que Yaacov diera un mandato a los hijos en ese sentido?
En mi modesta opinión nuestros Sabios quisieron abstenerse de marcar las acciones de Abraham o Ytzjak como “mentiras ideales”, porque se trata de situaciones en las que hicieron peligrar a otra persona para salvarse a ellos mismos.
Nuestros Sabios prefirieron ejemplificar su determinación normativa acerca de la autorización de mentir en determinadas circunstancias justamente en relación a la historia de Yosef, ya que se trata de un objetivo valorable: la preservación de la paz de la familia, y por otro lado es un medio admisible en tanto que no daña a un tercero: referir el mandato a Yaacov no solo no lo daña, sino que probablemente haya estado de acuerdo con esas palabras.
El engaño de Yaacov, al hacerse pasar por Esav no es una acción modelo ya que se trata de un acto de falta a la verdad con el objetivo de conseguir la bendición exclusiva a través del desposeimiento del otro.
Nuestros Sabios prefirieron un modelo donde la mentira tiene como objetivo traer la paz a la familia y no un modelo donde la mentira está puesta al servicio del triunfo y la sumisión, ya que en la bendición de Ytzjak a Yaacov está dicho: “He aquí, yo lo he puesto por señor tuyo, y le he dado por siervos a todos sus parientes; y con grano y mosto lo he sustentado”. (Gén, 27:37).
De la actitud de nuestros Sabios podemos aprender que la norma es la verdad, y la mentira, aún a favor de un objetivo como la paz, es una desviación que no puede ser usada como norma.
Cuando los sabios eligen aprender justamente de nuestra parashá que por la paz se puede mentir, nos trasmiten al mismo tiempo de manera contundente que no eligieron aprender esto de otras mentiras.
Hay otras mentiras, que tienen otros fines. La Torá no solo que no las oculta, sino que las destaca, pero no son el modelo para la determinación de una norma social.
“La paz y la verdad amareis” dice Zejaria y ese parece ser un principio superior.