por Ethel Barylka
Parashat Behar comienza con el mandamiento de la shmitá (año sabático de la tierra) y continúa con el Jubileo. Dos mandamientos que tienen crucial importancia social. El pueblo de Israel que sale a la libertad, recibe la Torá en el Sinaí y con ella un gran y minucioso detalle de mitzvot, incluyendo normas y leyes de conducta social.
Sin embargo, estos dos mandamientos se destacan en su singularidad ya que a través de ellos el tema de la justicia social pasa a otra dimensión. No solo la necesidad de brindar tzadaká a la que todos están comprometidos, no solo el comportamiento adecuado y justo en el comercio y en el juicio, sino una enseñanza universal, una instrucción que concierne a la nación en su conjunto. “Habla a los israelitas, y diles: “Cuando entren a la tierra que Yo les daré, la tierra guardará reposo para el Señor” (Levítico 25:2). No es el individuo el que recibe la orden de descansar, sino que es la tierra que debe reposar y para que esto sea posible, cada individuo de la nación debe guardar el mandamiento. Ello tiene importancia ecológica, pero también una dimensión espiritual, que el hombre sepa que no puede usar y explotar la tierra hasta el fin de sus posibilidades, sino que debe dejarla descansar.
LA continuación del capítulo se centra en el mandamiento del Jubileo “El año cincuenta lo declararán ustedes año santo: será un año de liberación, y en él anunciarán libertad para todos los habitantes del país. Todo hombre volverá al seno de su familia y a la posesión de sus tierras” Levítico 25:10.
De nuevo el país, la tierra, como un todo. El anuncio de Dror-Libertad-Emancipación de la tierra no es una cuestión del individuo, sino que se trata de corregir las cualidades y conductas de la sociedad, que ha sabido crear brechas sociales y económicas a lo largo de los años.
El Año Jubilar permite a cada uno volver a su heredad, y especialmente a los pobres, que se vieron obligados a dejar y vender su tierra y también permite que cada persona regrese a su propia autonomía. En este contexto, el rabino Samson Raphael Hirsch (1808 – 1888), señala una dirección que puede agudizar el ángulo social, ya que en términos de las faltas y pecados personales y privados de la persona no hay aquí cambio, este año ¡como todos los años el hombre expiará sus iniquidades en Yom Kipur! Pero la diferencia está en el nivel social. El año del Jubileo viene a corregir la iniquidad social. Estas son sus palabras: “La falta de igualdad en cuanto a la propiedad, y toda diferencia de destinos de los hombres, trajeron consecuencias opuestas, de riqueza y pobreza, de dependencia e independencia, y estos son defectos que la sociedad enfermó de ellos internamente y en las relaciones políticas entre los estados también hacia afuera. Y todo esto es lo que viene a borrar el año del Jubileo”.
Tener una sociedad reformada, vivir de acuerdo con la justicia y la bondad, no son solo una necesidad social, sino que tienen consecuencias de largo alcance. Toda nuestra existencia como nación y como sociedad en nuestra tierra depende de la existencia de una sociedad basada en la moral de la Torá. Así Sforno menciona las palabras del Profeta y explica “Por eso, así dice el Señor: Por no haber hecho caso a mi deseo de que cada cual proclamase la liberación de su hermano y su prójimo, ahora voy a proclamar yo la liberación por la espada, la peste y el hambre, y voy a hacer de ustedes ejemplo de escarmiento para todos los reinos de la tierra”. Jeremías 34:17.
Rashí dice: “Shabat a Dios – por el nombre de Dios, como está escrito en el primer Shabat de la Creación, en el que el mismo Dios descansó”. El mandamiento de guardar el Shabat, es un recuerdo que cada siete días debemos evitar de inmiscuirnos en la naturaleza, y que uno cada siete años igualmente debemos detenernos. Así como se nos dio el mandamiento: Y los bendijo Dios diciéndoles: “Sean fecundos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla;
dominen sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todos los reptiles que se arrastran por el suelo”. “… (Génesis 1:28) así también está escrito: ” Dios, el Señor, tomó al hombre y lo puso en el jardín de Edén para que lo cultivara y lo cuidara” Génesis 2:15.
El mandamiento del Jubileo adquiere un nuevo significado en su aparición después de la shmitá. No solo la tierra descansará y recordará el significado de ser parte de la naturaleza, parte de la Creación y no su gobernante, a pesar de esta engañosa ilusión recordarás que debes devolver la tierra a su dueño y el hombre a su heredad. “Y devolveréis cada uno a su heredad, y devolveréis cada uno a su familia
“Y llamarás Libertad- Dror en la tierra”, dice nuestro maestro Bahya ben Joseph ibn Paquda, “…para que todos sean libres para poder residir donde quieran ”, porque en el año jubilar todos puedan regresar a la propiedad familiar, por ello en hebreo los frutos y la producción son llamados Yuval igual que las aguas profundas son llamadas por el profeta Yeshayau 30:25 “En todos los cerros elevados y en todas las altas colinas habrá acequias (yuvaley maim) y agua abundante el día de la gran matanza, cuando caigan abatidas las torres”.
Los mandamientos de la shmitá y del jubileo vienen a recordarnos en cierta medida cuál es nuestro lugar como seres humanos. Nuestro lugar frente a la naturaleza y la Creación. La última ilusión de control se desmorona no solo ante las olas de tsunami y los terremotos, sino que una vez cada siete años tenemos un pequeño recordatorio de que nuestra existencia depende de la existencia de la tierra.
Una vez cada 50 años la Torá nos vuelve a recordar “La tierra no se podrá vender a perpetuidad, porque la tierra es mía y ustedes son como residentes extranjeros en mi propiedad.” y nos interpela de nuevo con el recuerdo “pues vosotros peregrinos y extranjeros sois para conmigo.”. (Levítico 25:23).