Mujer y Judaismo

Por Ethel Barylka

Parashat Ekev es la continuación natural de Parashat Vaetjanán. 
Moshé continúa su discurso a la nación, recordándole lo que pasó en el desierto y advirtiéndoles a los hijos de Israel que no olviden a Dios y que gracias a Él han llegado hasta ese momento. Una advertencia que más parece vinculada al orden moral que al histórico:

“Cuídate de no olvidar al Señor tu Dios dejando de guardar sus mandamientos, sus ordenanzas y sus estatutos que yo te ordeno hoy;  no sea que cuando hayas comido y te hayas saciado, y hayas construido buenas casas y habitado en ellas, y cuando tus vacas y tus ovejas se multipliquen, y tu plata y oro se multipliquen, y todo lo que tengas se multiplique, entonces tu corazón se enorgullezca, y te olvides del Señor tu Dios que te sacó de la tierra de Egipto de la casa de servidumbre” (Devarim 8:11-14). 

O sea, todos dejarán sus riquezas y no se las llevarán a la tumba.  Tu riqueza y tu status social, de manera similar a la fuerza y la bravura pueden sembrar en ti la ilusión de la omnipotencia, la fantasía de que eres invencible. El espejismo del control.  Entonces en momentos así recuerda: “al Señor tu Dios, porque Él es el que te da poder para hacer riquezas, a fin de confirmar su pacto, el cual juró a tus padres como en este día” (Devarim 8: 18).

Este pedido de humildad y modestia nos trae a otra dimensión del concepto “jail“. En el contexto de la denominación de los jueces y los líderes del pueblo en el desierto está escrito:

“Escogerás de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, hombres de verdad, que aborrezcan las ganancias deshonestas, y los pondrás sobre el pueblo como jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez” (Shemot 18:21).

Así, el concepto Jail aquí excede los significados que vimos hasta ahora, ya que aun si pudiéramos suponer que los ricos o los héroes no tendrían temor ante nadie (Rashbam, allí) el versículo agrega en su final una dimensión moral: hombres de verdad, que aborrezcan las ganancias deshonestas.
La Torá sabe que la suposición que un hombre rico o poderoso no se deje tentar por el soborno en caso de ser juez, no es suficiente, ya que parece que el deseo del hombre por la riqueza y el poder no tiene límites, por lo que son necesarios hombres de verdad que odian la ganancia deshonesta de manera activa. “Hombres dignos de poder liderar a un gran pueblo” (ver Najmánides). Tal como está dicho en la continuación de la parashá:
“Porque el Señor vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible que no hace acepción de personas ni acepta soborno. Él hace justicia al huérfano y a la viuda, y muestra su amor al extranjero dándole pan y vestido (Devarim 10: 17,18)   y sobre esto está dicho que debemos “ir por sus sendas”. 

Si tienes claro que Él es el Señor de los Señores, tal vez sea más fácil el trabajo de impartir juicio y justicia.
Porque “No por el poder ni por la fuerza, sino por mi Espíritu dice el Señor de los ejércitos” (Zejaria 4: 6). 

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