Mujer y Judaismo

Por Ethel Barylka  

Parashat Nitzavim, es una de las porciones más extraordinarias de la Torá.
Describe un estado especial:
“Aquí estáis hoy todos vosotros en presencia de H’ vuestro Dios: vuestros jefes de tribu, vuestros ancianos y vuestros escribas, todos los hombres de Israel, con vuestros hijos y vuestras mujeres y también el forastero que está en tu campamento, desde tu leñador hasta tu aguador” (Devarim 29:9-10).

Todos están presentes y de pié firmes antes de ingresar a la tierra, cuando pasado, presente y futuro se convierten en un flujo único, imposible de interrumpir. A pesar de las fluctuaciones a lo largo del camino, a pesar de los momentos y las experiencias difíciles, de tener que deambular, sufrir la esclavitud, superar la opresión, sois una entidad unida, desde entonces hasta hoy y en el futuro, en la medida en que lo queráis:
“A punto de entrar en la alianza de H’ tu Dios, jurada con imprecación, que H’ tu Dios concluye hoy contigo  para hacer hoy de ti su pueblo y ser él tu Dios como te ha dicho y como juró a tus padres Abraham, Yitzjak y Yaakov. Y no solamente con vosotros hago yo hoy esta alianza y esta imprecación, sino que la hago tanto con quien está hoy aquí con nosotros en presencia de H’ nuestro Dios como con quien no está hoy aquí con nosotros” Devarim 29:11-14.

​Es costumbre leer la parashá Nitzavim antes de Rosh Hashaná y preparar nuestros corazones para la teshuvá, que es un motivo central en la parashá:
“Cuando te sucedan todas estas cosas, la bendición y la maldición que te he propuesto, si las meditas en tu corazón en medio de las naciones donde H’ tu Dios te haya arrojado, si vuelves a H’ tu Dios, si escuchas su voz en todo lo que yo te mando hoy, tú y tus hijos, con todo tu corazón y con toda tu alma, H’ tu Dios cambiará tu suerte, tendrá piedad de ti, y te reunirá de nuevo de en medio de todos los pueblos a donde H’ tu Dios te haya dispersado. Aunque tus desterrados estén en el extremo de los cielos, de allí mismo te recogerá H’ tu Dios y vendrá a buscarte; te llevará otra vez a la tierra poseída por tus padres, para que también tú la poseas, te hará feliz y te multiplicará más que a tus padres. H’ tu Dios circuncidará tu corazón y el corazón de tu descendencia, a fin de que ames a H’ tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, para que vivas.” Devarim 30:1-6

La respuesta es categórica.
El pueblo vuelve a Dios y Dios vuelve al pueblo en reciprocidad, en una relación que está condicionada por el comportamiento moral del pueblo. El individuo debe elegir cómo quiere ver su vida:
“A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia;  amando a H’ tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días; a fin de que habites sobre la tierra que juró H’ a tus padres, Abraham, Yitzjak y Yaakov, que les había de dar y has elegido la vida para que tú y tu simiente puede vivir” Deuteronomio   30;19.

La respuesta y la elección
La persona que elige es responsable de sus acciones y, como tal, puede volver atrás y corregir sus caminos. El asunto nos enfrenta a una de las cuestiones más fundamentales sobre la naturaleza humana que muchos pensadores han tratado de abordar. ¿Tiene el ser humano libertad de elección? ¿Si el ser humano no tiene libertad de elección, acaso tendrían sentido los mandamientos?
La respuesta que se describe aquí es el pináculo de la perfección… y cuando regreses, está escrito, …circuncidará H’ tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a H’ tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas” (ibíd.).

¿Y qué significa la “circuncisión” del corazón?. Dice Sforno:
” Descubrirá tu visión para apartarte de cualquier error, de revolver la mente ante el conocimiento de la verdad cuando intente aferrarse a ella, de una manera que sepa que es bueno y necesariamente lo amará y lo hará, por su vida, por los siglos de los siglos”. La circuncisión del corazón es la capacidad de abrir los ojos y la mente y elegir el bien, aferrarse a Dios necesariamente, por defecto. Como única opción natural.

Najmánides-Ramban dice “… porque desde el tiempo de la creación el hombre tenía en su mano la opción para hacer lo que quisiera, justo o malvado, y estaba la Torá, para que tuvieran el derecho de elegir el bien y el castigo por sus malos deseos. Pero para los días de la redención, la elección formará parte de su buena naturaleza, y el corazón no codiciará lo que es indigno y no lo deseará en absoluto. Y este es el significado de la circunsición mencionada aquí. Porque la codicia y la lujuria están prohibidas al corazón, y se circuncidará el corazón para que no ambicione y no codiciará… “. Esos serán los días mesiánicos, en los que las personas se comportarán siguiendo su naturaleza positiva, porque tendrán anulada la opción del mal. Y Ramban continúa diciendo lo que nos anuncia el profeta Irmiahu, 31:31-35: “He aquí que días vienen – anuncio de H’ – en que yo pactaré con la casa de Israel (y con la casa de Yehudá) una nueva alianza; no como la alianza que pacté con sus padres, cuando les tomé de la mano para sacarles de Egipto; que ellos rompieron mi alianza, y yo hice estrago en ellos – anuncio de H’ -. Sino que esta será la alianza que yo pacte con la casa de Israel, después de aquellos días – anuncio de H’ -: pondré mi Ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Ya no tendrán que adoctrinar más el uno a su prójimo y el otro a su hermano, diciendo: «Conoced a H’», pues todos ellos me conocerán del más chico al más grande…”.

Ramban, nos dice que este es el pacto que se firmará con los hijos de Israel, a los que daré mi Torá y la escribiré sobre sus corazones, y será la anulación de la inclinación malvada para que hagan siguiendo su naturaleza lo correcto”.

Del planteo de Ramban, surge la pregunta si la anulación del instinto significa necesariamente la anulación del libre albedrío.  ¿En ese mundo mesiánico, actuará el hombre de acuerdo a su elección, o a su naturaleza, determinada? ¿Y si no hay necesidad de optar, cuál será el sentido de una vida según la Torá?  Parecería que en un mundo en el que no existe la transgresión, no tiene sentido el mandamiento.

Yitzjak Caro (1458-1535), comentando a Ramban en su obra Toldot Yitzjak, nos dice: “en mi opinión no hay anulación de la elección… y la prueba de ello es que después que dijera que H’ tu Dios circuncidará tu corazón y el corazón de tu descendencia, a fin de que ames a H’ tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, para que vivas.” Dice: “Y tú volverás a escuchar la voz del SEÑOR, y guardarás todos Sus mandamientos que yo te ordeno hoy”. Y si se anuló el instinto negativo ¿qué arrepentimiento debe hacer si no hubo falta?, y no puede haber arrepentimiento si no hubo transgresión, de la cual regresar y arrepentirse y si luego volviera a cometer el error podría no repetirlo, pero, esa posibilidad no podrá producirse porque no habrá disposición al mal. Y más todavía, si no hay instinto del mal tampoco habrán más mitzvot, preceptos por cumplir…”

Así nos encontramos frente a una apasionante discusión respecto a la particularidad de ese futuro útopico, dado que en el lugar en el que no hay posibilidad de transgredir, ¿qué significado tiene el cumplimiento de los preceptos?

En los días mesiánicos de los que habla Ramban, no habrá ninguna necesidad de religión. Las personas estarán cerca a Dios directamente, en forma personal, sin intermediaciones.

Esos serán los días del Pacto, a los que se refiere el versículo: “pondré mi Ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré…”.

De una u otra forma hasta que la discusión llegue a su fin, Moshé nos previene: “Este mandamiento que yo te ordeno hoy no es muy difícil para ti, ni está fuera de tu alcance. No está en el cielo, para que digas: “¿Quién subirá por nosotros al cielo para traérnoslo y hacérnoslo oír a fin de que lo guardemos?”. Ni está más allá del mar, para que digas: “¿Quién cruzará el mar por nosotros para traernoslo y para hacérnoslo oír, a fin de que lo guardemos?”. Pues la palabra está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que la guardes” Devarim 30:11-14.

No está en los cielos.

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