Por Nava  Greenfeld                                           Ilustración: ofra_friedland

¿Qué méritos tuvo Moshé para ver el Fuego en la zarza?
En Abraham ardía un fuego, y en Moshé ardió el fuego. Vino un fuego de y se unió al otro. El fuego que ardió en Abraham era su deseo ardiente para cumplir las órdenes divinas. En Moshé el deseo era salvar al pueblo de Israel.

Este artículo de Nava Greeenfield, trata  acerca de lo parecido y lo diferente entre el fuego que vio Abraham en la atadura de Yitzkaj y el fuego en la zarza ardiente

En realidad más que un artículo es un midrash y por eso hemos decidico publicarlo en su idioma original junto a la traducción.

“Se le apareció el ángel del Señor en una llama de fuego en medio de una zarza.  Mientras él seguía mirando, pues, he aquí que la zarza ardía con el fuego y, no obstante, la zarza no se consumía” (Shemot 3:2). Hemos aprendido “el fuego de la zarza, es el fuego que trajo Abraham al sacrificio de Itzjak. Y está escrito “Aquí están el fuego y la leña”   Génesis 22:7, “y la zarza ardía con el fuego” (Shemot 3:2) ¿qué fuego? El de Abraham.

Y ¿cuál es el fuego de Abraham? El de la devoción que llevó con él para atar a su hijo (para poder sacrificarlo), como está escrito: “fuego y la leña”, las maderas acerca de la cual se dijo: “partió las maderas de la ofrenda quemada (Olá)”, ¿y el fuego? Acerca de él no oímos. Debemos decir entonces: fue el fuego de la devoción divina con cuya energía concurrió a sacrificar a su hijo.

Y hay quienes dicen: “¿de dónde aprendemos que el mismo fuego ardió en Abraham y en la zarza?, porque está escrito “Y Dios probó a Abraham” (Génesis 22:1) y está escrito “Dios lo llamó de en medio de la zarza” (Éxodo 3:4). ¿Qué significa “en medio de la zarza”? – Desde el seno de la prueba-.
Y ¿cómo deambuló el fuego del monte Moriá hasta Jorev? – Dijeron: el ángel que llamó a Abraham en Moriá, y le impidió que sacrificara a su hijo, no se movió del altar de la atadura, hasta que Yaakov y sus hijos bajaron a Egipto. Y cuando ello se produjo se paró en el Monte Jorev, en la zarza, él y el fuego de Abraham que había guardado con él.

Acaso no sabemos que un ángel no puede llevar a cabo dos misiones? Ciertamente dos misiones no pueden ser realizadas por el mismo ángel, pero aquí se trata de una sola. Y, ¿cuál es esa misión? Cuidar a la descendencia de Abraham Avinu y cumplir con la promesa que en Itzjak te daré descendencia (Bereshit 21:12)
Y lo que está dicho “no se consume” no bajó el cuchillo sobre la zarza. (N. del T. hay aquí un juego de palabras entre maajelet –el cuchillo y ucal –no se consumió). cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían (Éxodo 1:12).
Y ¿dónde aprendemos que ese era el mandato del ángel? Porque después de llamar a Moshé finalizó inmediatamente su accionar. Como leemos en Éxodo 3:4 “Viendo el Señor que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza”. Cuando terminó su labor fue convocado por Dios.
Doscientos diez años estuvo el ángel sobre la zarza ardiente. Hay quienes dicen así y hay quienes así. Hay quienes dicen que fueron doscientos diez años, en los que los caminantes del desierto no vieron el fuego hasta que llegó Moshé. Y otros afirman que sí lo vieron.
Aquellos que dicen que no lo vieron, ¿en qué se basan? ¿Acaso es posible que vieron arder la zarza durante años y no se consumía y no contarlo? Diré, seguramente no lo vieron. Por eso el escrito dice “Entonces se le apareció el ángel de Dios en una llama de fuego”, cuando Moshé miró, se apareció.
Y aquellos que dicen que se vio – ¿de dónde lo sacan? Del escrito: “en una llama de fuego en medio de la zarza” (Ex. 3:3) De qué zarza? La misma conocida ya conocida acerca de la que se hablaba. Aquella acerca de la cual se dijo: “Solo voy a desviarme para inspeccionar este gran fenómeno, en cuanto a por qué no se quema la zarza”. Se sabía sobre la zarza pero no se conocía la razón de su incandescencia porque estaba oculta.

Y qué mérito tuvo Moshé que le permitió ver el fuego? En Abraham ardía fuego y en Moshé inflamaba fuego. Vino un fuego que se unió al otro. Y qué relación hay entre ellos? El fuego que ardía en Abraham era el deseo de cumplir el deseo divino. El fuego que ardía en Moshé, era el deseo de salvar a los judíos. Abraham condujo a su hijo al sacrificio, Moshé mató al egipcio para salvar a Israel. Vendrá quien está decidido a lograr la existencia del pueblo de Israel y continuará en el lugar en el que fue detenido el elegido de Dios – el padre de la nación-
“No extiendas tu mano contra el muchacho” y no le hagas nada, porque ahora sé de veras que eres temeroso de Dios, puesto que no has retenido de mí a tu hijo, tu único” (Génesis 22:12).
Aquí está escrito ‘porqué’ y allí está escrito ‘porqué’ en Ex. 3:3, “Solo voy a desviarme para inspeccionar este gran fenómeno, en cuanto a por qué no se quema la zarza”, y en Génesis 22:12 “porque ahora sé de veras que eres temeroso de Dios, puesto que no has retenido de mí a tu hijo, tu único”.

Aquí está escrito: Éxodo 2:25 “De modo que Dios miró a los hijos de Israel y Dios se dio por avisado” y en Ex 3:3 está explicado el porqué. Fue Moshé y en él ardía un fuego por la vida del pueblo, a pedir por el arrepentimiento – que es lo que protege a los hijos de Israel, y por qué no se destruye? Enseguida “Y siguió diciendo: “Yo soy el Dios de tu padre”. Está escrito tu padre y no tus padres, por el fuego de Abraham. Porque está escrito: “porque ahora sé de veras que eres temeroso de Dios y que no has retenido de mí a tu hijo, tu único” (Génesis 22:12). Por el premio por ese conocimiento.

 

Y hay quienes dicen: “Y Abraham se puso a llamar aquel lugar por nombre H-yiré.  Por eso se acostumbra decir hoy: “En la montaña de Dios se proveerá” (Génesis 22:14). Y lo que aquí dice (Éxodo 3:4) “Cuando Dios vio que él se desviaba para inspeccionar”, y dice: “pero en cuanto a mi nombre Hashem no me di a conocer . En ese momento no me di a conocer. Por ello dice: “Hashem iré” en el futuro. Supo Abraham que llegaría un día y el fuego que llevó con él se descubriría y redimiría. Abraham vio por medio del espíritu divino que su fuego se llevaría al monte de Dios en Jorev. Y que en el monte Jorev se le aparecería a Moshé – la persona, que comprenderá el valor del fuego y que redimirá con piedad a sus hijos.

Cuando ella vio lo bien parecido que este era, lo tuvo oculto  por espacio de tres meses lunares” (Éxodo 2:2).
“Cuando la abrió, pudo ver al niño, y resultó que el muchachito estaba llorando. Ante esto, ella tuvo compasión de él” (Éxodo 2:6).

La hija de Levi (Yojeved) vio lo “bien” que se veía su hijo, como la creación, y que tiene fuerza divina, que desborda de abundamiento divino. Lo bien que estaba por la santidad, que lo rodeaba desde que todavía mamaba. Lo vio durante tres lunas hasta que se dio vuelta. Se regocijaron las paredes de la casa frente a él. Dijo: pronto comenzará a gatear y lo verán los que gozan del lenguaje. Dijo: “que bien que era”, está destinado a grandeza. Su futuro está ante él. Y lo depositó en la canastita en el río, en el lugar donde solía pasear Bat Y-a (lit. la hija de Dios), la hija de Faraón, y envìo a Dios su carga… “además, la hermana de él se apostó a cierta distancia para averiguar qué se haría con él” (Exodo 2:4). Miriam no se apostó allí para cuidarlo, sino para ver si iba a ser llevado a su destino en la casa real.

 

La hija del monarca que había decretado la muerte de todos los niños recién nacidos abrió la cesta, armada a la medida del niño. De un niño que todavía no anda a cuatro patas y que no camina. Y en ella, un bebé de tres meses. Vio al niño. Su tamaño era acorde a su edad. Y el bebé la vio y abrió su boquita para llorar. Ella le vio con su rostro a punto de llorar y exclamó: “Este es uno de los niños de los hebreos” (Ex. 2:6). Merece morir. Oyó su voz. Y era como la de un joven, voz personal, independiente, perteneciente a “era bueno”. Su voz atestigua su futuro. A su voluntad. No es un niño hebreo. Es un joven. Dijo: el decreto es exclusivamente para aplicar a niños hebreos. “Todo hijo recién nacido lo han de arrojar al río Nilo, pero a toda hija la han de conservar viva” (Ex. 1:23). Arriesgó su vida y recogió al niño adoptándolo como su hijo.

Fueron estas tres mujeres las que pusieron en peligro sus vidas por el niño encontrado a la orilla del río, rodeadas por el séquito de las jóvenes de la realeza. Discutieron acerca de la alimentación del niño, en el tiempo en el que la misma dependía de otros, en esta etapa de su vida.  La hija de Faraón dijo: “¡Ve!”. Al instante, la doncella se fue y llamó a la madre del niño. Entonces la hija de Faraón dijo a esta: “Llévate a este niño y críamelo, y yo misma te daré tu salario”.  Por consiguiente, la mujer se llevó al niño y lo crió” (Ex. 2:7-9). Y el niño creció junto a su madre preocupada por su existencia, y lo llevó a la hija de Faraón, a su futuro, a la voz que escucharía. Cuando creció Bat Y-a, la hija le dio un nombre. (Ha- she –m se escribe en hebreo con las mismas letras que Mo-she-h. N. del T.). Ese nombre ya no fue modificado pese a todo lo que le sucedió. El nombre de Abram se convirtió en Abraham, los nombre de Sara, Yaakov, Yosef y Yehoshúa fueron modificados pero no el de Moshé. El nombre que le diera la mujer egipcia le quedó.
No fue el niño quien recibió el nombre.  Sino “aquel” “que era bueno” “el joven” que ya gozaba de características peculiares, y cuando le dieron el nombre. se forjaron sus futuras acciones,

 

Nota: la cifra de 210 años en los que los hijos de Israel estuvieron en Egipto, se aprende de la neurología, porque es el equivalente numérico del término ‘redu’, que aparece en Génesis 42:2 “Y añadió: “Miren que he oído que hay cereales en Egipto. Bajen allá [redu] y cómprennos de allí, para que nos mantengamos vivos y no muramos”. Dice Rashí: No les dijo lejú –vayan- para indicarnos la cantidad de años en los que fueron esclavizados, redu, 210.
[1] מנין רד»ו על פי חז»ל הוא 210 שנה שהיו ישראל במצרים. בפרשת מקץ בראשית מב ב אומר יעקב לבניו: «רדו שמה ושברו לנו משם ונחיה ולא נמות». כותב רש»י: «ולא אמר לכו, רמז למאתים ועשר שנים שנשתעבדו למצרים כמנין רד»ו».
רמז למאתים ועשר שנים שנשתעבדו למצרים כמנין רד»ו».

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