Por Taube Jamitovsky Ilustración; Bracha Lavee
Meguilat Ester (el Libro de Ester) es uno de los textos más conocidos en el cual priman las paradojas, un mundo al revés, un mundo con múltiples máscaras.
Purim es una de nuestras fiestas tradicionales más populares, estamos en el mes de Adar. Según la tradición, cuando comienza Adar irrumpe la alegría…
El texto tradicional de la Meguilá, al cual todos, incluidas las mujeres, volvemos todos los años, está lejos de transmitir alegría, por el contrario trata acerca de la fragilidad de nuestro pueblo en su devenir histórico.
El enfrentamiento constante entre el pueblo de Israel en el exilio con sus enemigos representados por la figura de Hamán. Y el dilema existencial judío, por un lado el deseo y la necesidad de integrarse a las sociedades en las que vivimos y por otra parte el camino a la negación y abandono de nuestras raíces.
Quiero adentrarme en la figura femenina central que da el nombre a la Meguilá, Ester la Reina judía del gran Imperio Persa. Ester es la sucesora de Vashti, la reina anterior quien fue aparentemente asesinada por no satisfacer los caprichos de su marido el Rey.
Vashti y Ester son dos figuras femeninas en un mundo masculino. Podemos percibir su actuación como una representación teatral, o tal vez seamos sinceros, una telenovela con final feliz. Un rey poderoso que en realidad está en manos de sus consejeros y dos figuras claves: Mordejai, el judío y el protervo Hamán. Una lucha entre malos y buenos. Y la intervención inteligente y oportuna de Ester salva al pueblo de Israel.
En este contexto, Ester y Vashti operan en principio como figuras femeninas aparentemente débiles, juguetes de las maquinaciones de los hombres, pero si lo pensamos mejor las vemos como dos mujeres fuertes, con vida propia.
Vashti es una figura fuera de lo común en su época, y aparece casi como una heroína femenina de nuestros días. Vashti, una mujer consciente de su papel no está dispuesta a rebajarse y responder a la exigencia de entretener a borrachos en la festichola (orgía) de su marido, el rey. Vashti paga con su vida por su rebelión y desaparece de manera heroica de la escena.
Pero he aquí, que en nuestros textos tradicionales se deslegitimiza su figura y ven su negación a presentarse frente al rey una desobediencia que justifica el castigo. Aún hoy en día, vemos esta posición por ejemplo en la educación de mi nieta de 3 años, que me cuenta que a Vashti le creció una cola y un cuerno y que era mala con los judíos. Y que no se presentó frente al rey porque sufría de una enfermedad de la piel. Sin embargo, desde nuestro punto de vista del siglo XXI la imagen de Vashti que se desprende del texto es muy diferente…
Con la desaparición de Vashti se presenta la oportunidad de Ester. En realidad la oportunidad de Mordejai, Ester es un juguete en las manos de su familiar Mordejai.
Ester, la huérfana que creció en la casa de Mordejai, es descendiente de los exiliados a Babilonia. Otro detalle: el nombre de Ester es un nombre persa, proviene de Ishtar diosa de la Fecundidad y el Amor. Su nombre judío es Hadasa. Vemos aquí otra vez la máscara, un doble nombre, nombre judío y nombre de la sociedad que se vive. En hebreo Ester (que paso a ser un nombre tradicional judío) proviene de la raíz ocultar o encubrir (leastir).
Ester la heroína judía que da nombre a la Meguilá, es una figura sumisa a quien Mordejai su protector usa como un peón de ajedrez. Ester gracias a su belleza, se convierte en reina… pero se encuentra presa dentro de una jaula de oro, sin contacto con la realidad. Su rol es divertir al rey, vive en un mundo de lujo y fantasía.
El llamado de Mordejai la enfrenta con la realidad y la necesidad de actuar… ella no puede escapar de su destino…
Pero simultáneamente Ester atraviesa su proceso de auto-crecimiento característico de muchas mujeres, quienes tienen que enfrentarse con crisis muy fuertes para encontrar su voz interior, su fuerza y su destino. Su misión es intentar salvar a su pueblo y es aquí donde vemos nacer un liderazgo femenino. Ester tiene que hacer su cambio, sola… y lo hace apelando nuevamente a sus dotes femeninas.
Los textos tradicionales ensalzan la figura de Ester, su entrega, su obediencia y sacrificio por su pueblo.
La imagen de Ester idealizada como una tzadiká (mujer piadosa) es cuestionable. Ya nuestros sabios en la antigüedad se enfrentaron con el modelo de Ester, el que no se adecúa a las normas y preceptos judíos, casada con un gentil (aunque es el Rey) y viviendo una vida aparentemente fuera de nuestras costumbres y leyes. En la Septuagenta, fue agregada una oración religiosa donde Ester pide a D-os protección para el pueblo de Israel y para ella misma, en un intento de darle a su imagen un aspecto aceptable a los usos y costumbres judíos.
Cada año cuando se acerca Purim nos preguntamos si ésta es la imagen femenina que quisiera transmitir a las nuevas generaciones de mujeres judías.
La tradición común que durante muchas generaciones niñas judías vieran a Ester el ideal femenino disfrazándose de Reina Ester o participando de la elección de la Reina en los bailes tradicionales de Purim.
Hoy tenemos una nueva lectura de la actuación de Ester. En la primera parte, la vemos como una figura sumisa y secundaria, utilizada como una pieza de ajedrez sin voluntad propia. Cuando el pueblo peligra y Mordejai ve todo perdido se dirige a ella solicitando su ayuda. En este momento vemos su grandeza asume su rol de liderazgo salvando al pueblo de Israel.
A pesar de esta imagen positiva tengo que confesar que me resulta difícil identificarme con el modelo femenino de la Reina Ester. Más aún, desde la perspectiva del siglo XXI me es más fácil identificarme con la actitud rebelde de Vashti.
De todas maneras no es el modelo de mujer judía que quisiera transmitirles a mis nietas y a todas las jóvenes judías.