Mujer y Judaismo

La Shulamit y Shlomo haMelej salen de paseo

Por Galia Fernández

Una de las miradas para estudiar Shir Hashirim es observar a Shlomo Hamelej como autor de esta Meguilá. Y siguiendo ahora esta línea me dispongo a escribir.

Los sabios nos enseñan que muy probablemente el Rey Salomón escribió Shir Hashirim en su juventud, Mishlei en su edad madura y Kohelet en su ancianidad.

Es lógico pensar que Shlomo haMelej escribió Shir Hashirim en sus años jóvenes, dado el relato de ese amor sin escrúpulos que nos describe la Meguilá a primera vista y que es propio de los jóvenes.

Ahora bien, siguiendo el hilo del Rey Shlomo como autor de este libro, se nos presenta como un hombre enamorado que busca a su amada.

¿Pero quién es esa amada? Hasta el fin del capítulo 6 no lo sabemos. Solo sabemos que es la Rehaiá. Pero en el final del mismo capítulo la Rehaiá tiene un nombre.

Mientras tanto siempre estuvo oculta.

Pensemos un poquito: en Malajim Alef (1° De Reyes) Capitulo 3 versículo 5. Hashem se le presenta en sueños a Sholomo Hamelej y le dice: …” Pide lo que quieras que yo te dé”. A continuación, leemos un diálogo que entabla el Rey Salomón con Hashem. En ese sueño le pide nada más ni nada menos que un corazón sabio.

Un corazón con entendimiento. Y esto fue del agrado de H´ ya que no pidió plata ni oro ni riquezas, ni la vida de sus enemigos, sino que pidió “sabiduría” “Jojmá” para administrar justicia. Tal es así que Hashem le otorga esa sabiduría de tal manera que no hubo ninguno antes ni después tan sabio como el Rey Shlomo.

El Rey Shlomo quiere “la Jojmá”, Sabiduría. Ese es su gran amor.

Ese era y fue el gran amor del Shlomo Hamelej. A esa sabiduría en Mishlei, escrito ya en su edad madura nos anima a perseguirla y a no menospreciarla.

Nos llama Bienaventurados quienes escuchamos sabiduría y que estamos prestos a la puerta velando por ella día a día. (Mishlei 8:32-34)

Shlomo relata en su juventud como encuentra a la Sabiduría, como la alcanza. La describe como una mujer, porque la mejor manera de hablar del amor es describiendo a una mujer.

Recuerdo cuando era pequeña, mi madre veía una novela en la TV. Se llamaba “El amor tiene cara de mujer”. Y sí; cuando hablamos de amor donde quiera que hablemos, ese amor tiene cara de mujer y Shir haShirim pone el amor al desnudo, sin vergüenza. Cuando leemos pshat podemos sentirnos con cierto pudor. Pero señores la novela que miraba mi madre lo decía todo. Si hablamos de amor hablamos de una mujer.

En el capítulo 7 conocemos su nombre. Es la Shulamit.  Este nombre, entre otras cosas vimos que deriva de la palabra Shalom. Y el nombre Shlomo también.

La Shulamit, la Sabiduría fue entregada por Hashem a Shlomo. Shir Hashirim podría decir a esta altura que es un diálogo del Rey Shlomo consigo mismo. Ese dialogo donde él busca a la sabiduría en el camino de su vida.

Cuando la Sabiduría, la Rehaiá recibe un nombre, allí Shlomo se encuentra con él mismo y llega al clímax de su vida.

El Rey Shlomo tuvo muchas mujeres, pero solo a una amó más que a nadie.

Y esa mujer es la Shulamit, la única Rehaiá entregada por Hashem. Él la pidio y Di-s se la concedió.

Ahora les propongo ahondar un poquito más en este amor sublime.

Leemos en Mishlei 1:20-21

“La Sabiduría clama en las calles

En las plazas alza su voz;

Clama en las esquinas de las calles concurridas

A la entrada de las puertas de la ciudad pronuncia sus discursos”

Ella es la Shulamit amada por Shlomo Hamelej, buscando a quien quiera abrazarla y pasearse con ella.

Y me detengo, en una palabra: pasearse.

En Mishlei 3:19 leemos “Con jojmá (Sabiduría) fundó Di-s la tierra, con inteligencia (biná) estableció los cielos.

De la Cabalá aprendemos que antes de la jojmá se encuentra el Keter, la Corona, donde se encuentra la voluntad y el deseo e inmediatamente después del lado derecho encontramos la sabiduría, la idea para llevar a cabo ese deseo.

Estaba en los deseos de H´ crear los cielos y la tierra, pero con jojmá (con idea sabia) la funda.

Hasta aquí la Rehaiá, se nos presenta como un abstracto, incorpórea, como una búsqueda de algo que no podemos tocar, ni mirar. Es jojmá que llega al intelecto.

Por eso Shlomo haMelej necesita ponerle cuerpo, describirlo y hasta nominarla. Para poder conocerla y familiarizarse con ella.

A tal punto que llega a pasearse con ella. ¡¿Pero cómo puede llegar a eso?!

Cuando Am Israel construye el Mishkán en el desierto la Torá nos relata que la presencia divina descansaba entre los dos querubines.

Harán un santuario para Mí, y Yo moraré en medio de ellos. De acuerdo a lo que Yo te mostraré, la forma del Tabernáculo y la forma de todos sus utensilios, así harás (Shemot 25:8-9).

El Talmud comenta sobre el final del versículo, “así harás”, lo cual significa: “Así harás por todas las generaciones” (Sanedrín 16b).

¿Por qué Di-s diría que este mandamiento es aplicable a todas las generaciones?

El mandamiento de construir un Tabernáculo es principalmente un mandamiento personal; donde cada judío es un “Tabernáculo en miniatura”. Di-s hace descansar su Shejiná, Su Presencia Divina, principalmente en el corazón humano.

Y la Shejiná se encuentra cómoda en un corazón que la busca, como el de Shlomo Hamelej.

¿Y Dónde hallamos sabiduría para unirnos a la Shejiná? En el estudio de la Torá. Ella nos eleva y nos refina a través de las mitzvot.

Así vamos llegando que el amor profundo que se encuentra en Shir Hashirim es la misma Torá.

La Torá y Shlomo Hamelej se encuentran frente a frente y son uno y allí se produce un momento mágico, en el Capítulo 8:5: Las hijas de Jerusalem pronuncian a modo de coro “Quién es esta que sube del desierto, ¿recostada sobre su amado?

Es la misma Torá entregada en el desierto y ahora recostada sobre el hombro del que la porta.

Como en cada Shabat, en cada Jag, cuando sacamos el Sefer Torá del Aarón Hakodesh y lo recostamos sobre nuestro hombro y nos vamos de paseo para que todos nos vean y para que todos vean a nuestra amada Torá.

Nos paseamos y una vez al año danzamos con ella. ¡Si! Danzamos en Simjá Torá.

En Shir Hashirim Las hijas de Jerusalem incitaban a la Rehaiá fuera a danzar con ellas, pero Ella y solo Ella buscaba, busca y buscará un corazón sabio para descansar confortablemente.

Ahora propongo volver a leer la Meguilá y es probable que cada vez nos sintamos con menos pudor y más libres a disfrutar y cultivar ese amor que nos invita el Rey Shlomo.

 

 

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