Mujer y Judaismo

Por Vicky Ludmer

Leilui Nishmat Rabenu u Morenu Baruj Plavnick, Z´L

En la bendita memoria de nuestro Rab y Maestro Baruj PLavnick, Z´L

 

Y finalmente cruzamos el puente.

El mes pasado, Iyar, dijimos que era un puente entre la liberación de la esclavitud y la entrega de la ley.

Sivan tiene como eje conductor la entrega de la Tora, el regalo maravilloso que nos hizo D´s, cuando lo consideró apropiado.

La Tora, la Ley, ese ordenamiento imprescindible que nos hace libres. Sin ley no hay marco, y sin marco no hay sociedad civilizada.

Alguna vez leí que cuando todo se puede, nada se puede. ¿Qué desafío hay en un espacio donde no hay reglas? Seria realmente aburrido, si estuviéramos solos, y peligrosísimo si fuéramos un grupo humano conviviendo en un espacio sin Ley.

¿Cuántas veces quedamos estancados ante la posibilidad de la libertad absoluta? Esa sensación de falta de limite que no permite disfrutar lo que se tiene.

La Tora, fuente de vida y de sabiduría, también es fuente de amor y dulzura.

Una de las cosas que aprendí de mi Maestro, el Rab Baruj Plavnick, es que la Torá es un cuerpo vivo y dinámico. No es un texto arqueológico ni un libro de historia antigua, sino que si uno así lo quiere es fuente constante de inspiración y guía.

La clave está en leerla desde su contexto, pero con los ojos de hoy. ¿Cómo puedo traer las enseñanzas de la Torá a mi vida cotidiana? Esta claro que hay normas que son autosuficientes, atemporales y en algunos casos casi auto explicativas (no siempre): Amarás a tu prójimo como a ti mismo, No matarás, Honrarás a tu padre y a tu madre, Elegirás la vida, las normas de justicia social (proteger al huérfano, a la viuda y al extranjero) por citar solo algunas.

Hay otras que requieren un poco mas de agudeza, nos exigen entrar en la metáfora para poder entender el mensaje.

Mas si uno así lo quiere, la Torá es un universo infinito, complejo, dinámico e inacabado de sabiduría e inspiración que solo se capta cuando se navega con la mente atenta y el corazón abierto.

Comenzando el tercer mes del año[1] D´s instruye a Moisés sobre la forma en que debía comportarse el Pueblo pues habría de hablar con él por intermedio de Moisés. Y en medio de truenos, nubes y rugidos D´s nos entrega la Ley.

Nuestra tradición conmemora esta entrega en la fiesta de Shavuot, que entre otros nombres lleva justamente este, Zman Matán Torá, el Tiempo de la Entrega de la Torá. Toda la celebración esta atada a un acto de otro.

Ahora esta entrega es de D´s. ¿Es un regalo, una carga, una responsabilidad, una obligación? Esa es la clave.

Toda la literatura y la tradición están focalizadas en la entrega, y sin embargo a mi me gusta mucho mas la explicación esbozada por Melinda Ribner[2] en cuanto a que la energía especial de este mes es el de recibir.

Recibir no siempre es fácil, de hecho, creo que es más difícil que entregar.

Todos conocemos gente generosa siempre dispuesta a dar, a entregar, a complacer, a ayudar en forma abierta e indiscriminada. Sin embargo, muchísimas más veces a esta misma gente le cuesta terriblemente recibir.

Recibir es un arte, es un desafío. Cuantas veces quienes somos dadores nos encontramos en la situación incómoda de aceptar ayuda de otros. ¿Será que yo no puedo? ¿Me veré débil? ¿Seré incompetente? ¿Qué me pedirá a cambio?

Recibir es permitirse ser vulnerable, abierto y confiado. Es abrir los brazos, el alma y el corazón sin agenda. Es estar presente y aceptar, aunque no siempre lo que se nos entrega es exactamente algo que quisiéramos recibir. Ahí es donde entra el ingrediente de la fe y la confianza que mencione más arriba.

D´s en su generosidad absoluta nos entrego la Torá, a todos, tanto quienes estaban de cuerpo presente como con su alma.[3]

La pregunta es si todos pudimos recibirla. Dicen los sabios que el recibir la Torá es un ejercicio cotidiano, es algo de todos los días. Algunos días con más humildad y silencio, otros con más pompa, como por ejemplo en la noche de Shavuot, donde se acostumbra a permanecer toda la noche despiertos estudiando para culminar al amanecer con la lectura de los Diez Mandamientos, uno de los símbolos mas populares de la representación de la Ley Divina.

La otra lectura interesante de Shavuot es el libro de Ruth, la moabita judía. Ruth, bisabuela del Rey David constituye de acuerdo a los sabios el paradigma y ejemplo de la conversión al judaísmo al elegir seguir a su suegra Naomi de regreso a la tierra de Israel luego de la muerte de su suegro y su marido, hijo de Naomi. Adonde vayas yo iré, tu pueblo será mi pueblo, tu D´s será mi D´s [4] son las palabras que usa Ruth para vehementemente acompañar a Naomi en su travesía, aun sabiendo que probablemente no serian bien recibidas de regreso a la tierra de Judea. ´

Hay diferentes explicaciones de porque se lee el libro de Ruth en Shavuot. Algunas refieren a que la época del año en la que Ruth y Naomi llegan a tierra de Israel es justamente para la época de la cosecha, recordando así que originalmente Shavuot fue una celebración agrícola, que daba por concluida la cuenta del Omer y abría el tiempo de cosechar lo plantado.

Otra explicación refiere a la adopción irrestricta e incondicional de Ruth a la Ley Mosaica, al igual que el Pueblo en el desierto.

Finalmente, hay una tercera que conecta la lectura del Libro de Ruth con la muerte del Rey David, su glorioso descendiente.[5]

Cuenta una leyenda talmúdica[6] que el Rey David pregunto a D´s cuando sería el día de su muerte a lo que D´s le contesto que sería en Shabat. Así es que para escapar a la muerte David estudiaba cada Shabat de manera tal que el Ángel de la Muerte no podía llevarse su alma. Cansado de esta estrategia un Shabat el Ángel de la Muerte distrajo al Rey David moviendo las ramas de unos arboles y aprovecho este momento de distracción para llevarlo consigo.

El día que los sabios marcan como el de la muerte del Rey David es el 9 de Sivan, el mismo día que los Ángeles ganaron la partida y se llevaron a mi Maestro Rab. Baruj Plavnick.

El mes de Sivan es un mes para estar presentes y aprender a recibir, con amor y con confianza, aun aquello que nos rebela y no podemos comprender, como la muerte de un Maestro.

Para poder recibir es necesario hacer lugar y vaciarnos, morir o dejar ir para cambiar y aceptar aquello que se nos entrega y así vivir eternamente.

Entre las canciones tradicionales de nuestro pueblo solemos cantar que David, Rey de Israel vive y esta presente por siempre. Quizás la clave fue dejar ir una forma para permanecer entre nosotros desde otra.

En estos días de tanto dolor y estupor por la pérdida de Baruj esta idea me da consuelo, saber que su amor por la Torá permanece vivo y radiante entre los muchos que tuvimos el privilegio de transitar junto a él diferentes caminos de la vida nutriéndonos con sus enseñanzas y su guía y que su presencia permanecerá por siempre entre nosotros, aunque de otra forma.

Yihie  Zijró Baruj. Sea Bendita su memoria.

[1] Éxodo 19:1

[2] Kabalah Month by Month

[3] Deuteronomio 29:14

[4] Ruth 1:16

[5] Talmud de Jerusalem, Hagiga 12a.

[6] Talmud de Babilonia Shabat 30 a-b

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