Sol Hachuel
“Judía nací, judía deseo morir”

Según el relato de Israel José Benjamín, un explorador judío que visitó Marruecos a mediados del siglo XIX, “nunca había brillado el sol de África en una belleza más perfecta” que Hachuel. Benjamín escribió que sus vecinos musulmanes dijeron que “era un pecado que una perla así deba estar en posesión de los judíos, y sería un crimen dejarles una joya.”

Sobre la base de una única afirmación y probablemente falsa de su conversión al islam, Hachuel fue llevada ante la corte acusada de apostasía y obligada a arrodillarse ante el gobernador. Si prometía convertirse, recibiría protección, sus padres oro y seda y sería arreglado su matrimonio con un apuesto joven. Si no se convertía, el pachá la amenazó:
_ “Te cargaré con cadenas… haré que las bestias salvajes te rompan en pedazos, no verás la luz del día, padecerás hambre y experimentarás el rigor de mi venganza e indignación por haber provocado la ira del Profeta.”_
Ella le respondió: “Pacientemente soportaré el peso de las cadenas; daré mis extremidades para que sean destrozadas por los animales salvajes; renunciaré para siempre a la luz del sol; pereceré de hambre, y cuando todos los males de la vida se acumulen en mí por tus órdenes, sonreiré ante tu indignación y la ira de tu Profeta; ¡ya que ni él ni tú habrán podido vencer a una mujer débil!”
Fiel a lo prometido, el pachá ordenó encerrarla en una celda sin ventanas ni luz, con cadenas al cuello, manos y pies. Tal vez fue torturada. Sus padres solicitaron la ayuda del vicecónsul español, Don José Rico, que hizo lo que pudo por liberarla, pero sin éxito.
El pachá envió a Hachuel a Fez, para que el sultán decidiera su destino. La tarifa del traslado (y eventual ejecución) debía ser pagada por su padre, que fue amenazado con sufrir quinientos bastonazos si no abonaba el importe. Finalmente, Don José Rico pagó la suma requerida porque el padre de Sol no contaba con tal cantidad.
En Fez, el sultán eligió un cadí para que decidiera el castigo. El cadí convocó a los sabios judíos de Fez y les dijo que a menos que Sol se convirtiera, sería decapitada y la comunidad castigada. Aunque los jajamin la instaron a convertirse para salvarse a sí misma y a su comunidad, ella se negó. Condenada a muerte, el cadí dictó que su padre sufragaría los gastos del entierro. El hijo del sultán, sorprendido por la belleza de Sol, también trató de convencerla de que se convirtiera y fuera su esposa. Ella le rechazó.

Al parecer, el sultán dio instrucciones al verdugo para herir a Sol primero, en la esperanza de que la visión de su propia sangre la asustaría y empujaría a la conversión, pero ella se mantuvo firme. La comunidad judía de Fez quedó asombrada por el heroísmo de la muchacha. Tuvieron que pagar por la recuperación de su cadáver, de su cabeza y de la tierra con la sangre derramada para poder realizar su entierro judío en el cementerio de la ciudad. Fue declarada mártir.


Fuente: Eugenio Romeo_ “El martirio de la joven Hachuel” o “La heroína hebrea”


1 Comment