Ilustración: Ofra Friednald
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Israel es la única democracia que no ha garantizado en sus leyes, el derecho del individuo a la igualdad. La Ley Fundamental de Igualdad no fue legislada como resultado de la presión política interna, conducida por los partidos ultraortodoxos. La Declaración de la Independencia promete la completa igualdad de los derechos sociales y políticos para todos sus ciudadanos independientemente de religión, raza o sexo. Así pues, Israel está obligada a la prohibición de la discriminación por formar parte de los convenios internacionales que prohíben la discriminación.
Un estudio histórico de los primeros borradores de La Declaración de la Independencia muestra que el tema de género se incorporó en el último momento (Shahar, 1992). La Ley de los Derechos de la Mujer (1951) es una redacción específica y coherente que tiene como objetivo proteger la igualdad de las mujeres dentro de la ley israelí.
Pese a ello, la ley no es exhaustiva, carece de referencia a la igualdad en lo relativo al Derecho de Familia y ciertas áreas de vida como la igualdad de salario, los derechos sociales, la implementación de la ley y más. La principal desventaja de la ley es que se legisló como una ley regular y no como una Ley Fundamental (texto vigente con valor constitucional) y como resultado, no tiene preeminencia respecto a otras leyes. En su momento, la que fuera diputada Yael Dayan, inició un proceso para legislar Los Derechos de Igualdad de la Mujer como una Ley Fundamental. Cuando quedó en claro que la ley no sería legislada se procuró un compromiso, y en 1999 fue presentada en la Kneset una reforma a la ley.
En 2000 se aprobaron correcciones que consolidaron el tema de los derechos de las mujeres dentro de la ley israelí; se extendió la incidencia de la ley; la redacción relativa la igualdad de la mujer es más específica y clara; y la ley se refiere a las diferentes áreas de la vida, como el empleo, la vivienda, la salud y el bienestar.
Aunque las manifestaciones son principalmente declarativas, tienen una gran influencia pública. Si bien la ley no es una Ley Fundamental, algunos principios feministas muy importantes fueron incluidos en las diferentes cláusulas: la cláusula 6A establece el derecho de las mujeres sobre su cuerpo; la cláusula 6B consagra el derecho a la protección contra la violencia, el acoso, el abuso sexual y el tráfico de mujeres; la cláusula 6C establece la obligación de asegurar una representatividad justa de las mujeres, realizando incluso una preferencia correctora; la cláusula 6D se refiere al derecho a la igualdad de las mujeres en el ejército.
¿Quién define la igualdad?
MacKinnon argumenta que la definición del término igualdad es masculina desde el principio y debe ser sustituida con una definición más amplia. La igualdad laboral para las mujeres, por ejemplo, no se refiere solo a la igualdad del salario, también incluye acciones que aseguran una protección específica para las mujeres en el campo ocupacional (como el acto de Prevención del Acoso Sexual en el Trabajo). Sólo cuando las mujeres recibirán la defensa legal y el cumplimiento efectivo de la ley, será posible afirmar que las mujeres lograron la igualdad esencial. La premisa es que el término igualdad está definido por los hombres a través de sus vivencia del mundo, y por lo tanto hace que sea irrelevante hablar de acción afirmativa o privilegios para las mujeres, sino que nos fuerza a reconocer que los hombres reciben preferencia constante. O sea: es necesario ampliar el concepto de igualdad de tal manera que incluya la atención concreta a todas las necesidades y problemáticas sociales y legales de las mujeres.
La definición de igualdad en Israel es problemática desde el punto de vista histórico y es por eso que Kamir propone reemplazar el término ‘igualdad’ con el término «dignidad humana» que es más comprensible y aceptado en Israel. Kamir hace un llamamiento al feminismo a-sionista para ayudar a superar el clima social en Israel uniendo la amplia gama de tendencias feministas en Israel. Kamir propone aprobar una legislación que promueva los derechos de las mujeres por medio de un feminismo basado en lo que ella define como “dignidad y respeto” [en lugar de utilizar el término ‘igualdad’ N. de T.].
Kamir señala que La Ley Básica de Israel sobre Dignidad Humanaha sido la base de la Ley de Prevención del Acoso Sexual, 1998 (Kamir, 2004: 194-218).
La dignidad humana puede ser la estrategia feminista alternativa y el pensamiento que complementa ese principio de igualdad.
En conclusión, las diferentes teorías feministas van en contra del deseo de un estándar equitativo que prometa a las mujeres el estado que ocupan los hombres.
El argumento filosófico de esta resistencia es que hombres y mujeres son desiguales; la diferencia entre ellos debe ser reconocida y las mujeres no deben ser obligadas a parecerse al estándar masculino.
En aras de la discusión, asumiremos que la definición de igualdad de las mujeres es el reconocimiento y el fomento de la igualdad entre hombres y mujeres en la sociedad, en áreas donde sus habilidades son idénticas o similares. Esto también debería aplicarse a los campos en los que la sociedad ha creado importantes distinciones entre hombres y mujeres, como la violencia doméstica, el acoso sexual, los campos legales de la familia que las mujeres requieren ‘modificaciones’ a su favor.
De acuerdo con el concepto de que la igualdad incluye la igualdad de oportunidades y la igualdad del resultado, el Estado es responsable de operar de manera genuina y efectiva para asegurar la igualdad a todos individuos en las diferentes partes de la sociedad que buscan las diversas ‘modificaciones’. Estas acciones pueden llevar al Estado que se convierta en el futuro en un estado igualitario y democrático.
La importancia de un punto de vista feminista, es adelantar lo que ha quedado rezagado, revisar lo sobreentendido, al silenciado, el desaparecido, el subestimado y no tratado. Una larga lista de problemas que formaron parte de la segunda ola el discurso feminista continúa ocupándola hoy. Los diversos campos que abordamos hacen hincapié en que la legislación no nos ha llevado a un puerto seguro.
Este libro junto con otros, que tratan el estado de la mujer es Israel, señala el progreso, pero también la exclusión y la eliminación. Debemos buscar el lugar que está cerca y lejos, el iluminado y el tenebroso y progresar constantemente hacia la meta. Un camino largo nos espera, debemos ampliar nuestros pasos y persistir en la labor.
Acerca de clima social
Existen tres premisas básicas en relación al tema del Clima Social:
El clima social no es estable, es dinámico y depende del contexto.
Se funda tanto a partir del lenguaje como de las prácticas.
Se construye a través de partir de la interacción social.
Una precondición para la definición del clima social esentender que las tres premisas se mueven en un círculo, en un continuo infinito, y el fluir entre esas características es permanente. La revisión de las prácticas cotidianas y del discurso, permiten descubrir una sensibilidad extra hacia los cambios en proceso, hacia una segmentación diferente de las culturas y las clases sociales y la integración entre ellas, así como hacia las diferentes áreas en la sociedad. Elclimasocialvinculado con el género se puede medir a partir del análisis del discurso de las concepciones en las que se manifiestan la feminidad israelí en las diferentes áreas como son los fallos jurídicos, los protocolos Y las cartas a las editoriales de los medios. El análisis del discurso descubre un trato directo del tema de la mujer que va en aumento cuando se habla acerca de los temas de maternidad, familia y sexualidad. Fuera de estos temas la relación a las mujeres y a la feminidad en general no es directa Sino que está implícita generalmente como contraposición al modelo buscado.
Clima social vinculado al género y las mujeres en Israel
A fin de entender el lugar de las mujeres en Israel se acostumbra revisar el discurso sionista que cimentó lo masculino y lo femenino. Junto con la construcción de la nación sionista se fue consolidando la sexualidad masculina sionista. En los textos de características antisemitas en general era representado el hombre judío como femenino, débil, enfermo y anti-masculino. Su cuerpo de alguna manera pone en duda la distinción entre hombre y mujer (Boyarin,1997, página 125). Las mujeres son utilizadas en los textos sionistas como una contraposición. Ellas no tienen una esencia propia e independiente sino que son una especie de ‘ayuda para él’[2] en cuanto a la definición de la masculinidad. El Tzabar[3](sabra) es definido como un hombre bronceado por el sol, que trabaja la tierra,un héroe fuerte, un dios que viene del mar y las mujeres desde entonces hasta ahora son el “otro” ultimativo, y en en tanto tales: “El otro es siempre individual, casual, marginal, no predecible, incomprensible, irracional, trivial, exótico, extraño, interesado, siempre tiene una visión estrecha y no oficial, provincial, suburbial, siempre es ‘en el sentido estrecho de la palabra’. En toda constelación un grupo minoritario se define como un caso particular y es considerado y concebido como un caso particular, como una excepción a la regla, porque está lejos del centro y no es representativo… En la sociedad patriarcal las mujeres no representan ni siquiera el hogar, que es llamado “casa paterna” y su nombre es como el del padre” (Nave 1999, página 102).
La definición del clima social roza muchas veces el discurso israelí definido por Peled, en el que se conjugan diferentes visiones civiles: liberal, republicana y etno- nacional. (Peled y Shafir, 2005). El discurso de las mujeres judías se divide entre un discurso republicano en el área político-público, un discurso liberal en el área laboral y un discurso es etnos- nacional en el área privada. En relación a esto queda claro entonces que las tres características fundamentales del clima social israelí respaldan las causas de la marginalidad de la mujer en la sociedad. En la sociedad israelí judía el género se constituye a partir de los tres mitos de unidad: el ejército, la familia y la religión.
Ejército, masculinidad y seguridad
En Israel el ejército está en el centro de la vivencia social y tiene una influencia sin precedentes sobre las mujeres en diferentes aspectos: el servicio militar así como el servicio de reserva conforma la base de la “fraternidad masculina” así como la pertenencia al país y al Estado. El varón, es el ciudadano por antonomasia, él sirve a su patria mientras que las mujeres tienen restricto el acceso a esta colaboración plena en la sociedad israelí. Los hombres destinan parte importante de sus vidas el Servicio Militar mientras que las mujeres reciben puestos y cargos en la retaguardia y son las responsables de la creación del hogar cálido y amoroso para los héroes. Las reivindicaciones feministas, sobre todo en tiempos de guerra o de lucha armada continua, son vistas como amenazantes a la solidaridad colectiva. Las estrechas relaciones entre el ejército y la sociedad civil pueden verse en la expresión una ‘nación en uniforme’. Esta expresión enfatiza la ausencia de las mujeres (así como de otros grupos de la población que no forman parte del ejército por el servicio) así como su exclusión de la identidad nacional hegemónica de aquellos que forman parte de las fuerzas de reserva militar. El clima social se genera, por ejemplo, a través de los relatos centrales que le contamos a nuestros hijos e hijas. La integración del ejército en la vida de los jóvenes está presente en diferentes textos desde la educación infantil y la escuela, en textos escogidos, en los libros de lectura, los paseos, las exposiciones, las visitas a los campamentos militares, y toda clase de productos culturales así como propagandas y juguetes. La dicotomía entre el hombre fuerte, central, líder y combatiente, y la mujer débil y secundaria en la retaguardia, es enfatizada en la sociedad israelí con toda su potencia. Intentar confrontar el clima social exige asumir una posición activista, desarrollar una sensibilidad hacia la represión y el silencio, y una revisión crítica de lo “obvio”. En las fiestas centrales se estudian, por ejemplo, relatos de heroísmo, de guerras de los pocos contra los muchos, así se va construyendo un discurso que cimenta la guerra y la presenta como una lucha por la supervivencia y la existencia del servicio militar para los dos géneros que antes era considerada como un símbolo de igualdad, se descubre como vacía de contenido. También, si ya hay más puestos para el acceso de las mujeres en el servicio militar regular, la elección de la carrera militar no presenta las mismas posibilidades. El capital social que las mujeres recogen durante su servicio militar es menor, por mucho, al que adquieren los hombres. Estos últimos gozan de prestigio social y una amplia red de relaciones. Sólo unas pocas mujeres han servido por ahora en puestos importantes o en altos grados militares y de comando. Y por lo tanto, las posibilidades laborales en la vida civil que se derivan del cumplimiento de estas funciones de liderazgo en el ejército, no están abiertas para las mujeres. Sumado a esto, durante el período del servicio militar, las mujeres forman parte de una organización en la cual queda claro que son secundarias. La permanente ocupación, con el problema de la seguridad nacional y el servicio militar acorraló a las mujeres, así como a otros, en los márgenes (Atzmon 1991, página 16). La mayor parte de la educación en Israel está en manos de mujeres: maestras y madres, y son ellas mismas las que aportan a la perpetuación de la estructura existente, que las excluye. El conocimiento de su propia fuerza y de la fuerza potencial en una mirada diferente a la marginal podría poner en marcha un cambio en la estructura actual y presentar un desafío real a la organización militarista de la sociedad.
Familia y maternidad
La concepción que ve a la mujer como responsable de la célula familiar no es una concepción única de Israel. La mujer está en el centro de la célula familiar desde el punto de vista funcional y normativo, es considerada un ser privado y particular mientras que el hombre en contraposición se encarga de la arena pública. Ciertas fisuras se produjeron en la distribución de los roles a partir de la lucha de las mujeres por la igualdad y la conversión del tema de una asunto particular a uno público y político. En Israel, como en otras sociedades nacionales, la continuidad nacional es considerada un objetivo y éste se concretiza en la mujer y su cuerpo. La familia es un eslabón que une entre el individuo y la comunidad. En la sociedad judía y en la sociedad árabe la familia es considerada un valor que se concretiza en la mujer y su sexualidad simboliza la identidad colectiva (Yuval Davis, 1987). El concepto de la familia es una de los conceptos centrales en la conformación de la feminidad israelí. La ciudadanía completa de las mujeres judías está condicionada por su aporte el colectivo a partir de la maternidad. La conformación de la masculinidad normativa y deseada, se ejecuta a través de la contraposición con la feminidad, señalada ésta como fuente de debilidad en la creación de una clara polarización de géneros. De esta forma se profundizan las diferencias entre los sexos y se fortalece la división de funciones. Hay una división clara entre el área privada del hogar y la familia que es responsabilidad de la mujer y el área del hombre que es la pública.
Berkovich (2000) ejemplifica a través de la Ley de Servicio Militar de 1949 y la Ley de Igualdad de Derechos para la Mujer de 1951. En el contexto de la ley el Servicio Militar y también del Servicio Nacional mujeres casadas y mujeres que ya son madres, tienen el derecho a estar exentas. La Ley de Igualdad de la Mujer es presentada como una especie de premio a las mujeres por su participación en el colectivo y su aporte al crecimiento de la población judía pero de hecho no se vincula a las mujeres como ciudadanas con igualdad de derechos. La ley nos enseña que se trata de un estímulo positivo en la cual queda claro que la maternidad no es sólo un aporte a la pareja en sí o a la nación. La ley del estímulo de la natalidad de 1968 y la ley de familias numerosas de 1983 dan testimonio que la reproducción y la maternidad en Israel son una condición para la ciudadanía femenina.
En las últimas décadas se han desarrollado concepciones individualistas creando un nuevo discurso cívico acerca de los derechos del ciudadano y del individuo. En el contexto de este nuevo discurso aparece también la cuestión de los derechos de la mujer. El ritual de la maternidad es entendido ahora en un nuevo escenario. El estado se enrola para apoyar el derecho de las mujeres a la maternidad (consultorios de fertilidad, supresión del subsidio a los métodos anticonceptivos, comités para aprobación la realización de abortos) y une estos derechos a los destinados a fomentar la natalidad. El fortalecimiento del lugar de las mujeres en la esfera privada las supedita a ésta y al mismo tiempo las excluye del escenario público. La construcción de un clima social se manifiesta en concepciones dicotómicas de ‘mujer-familia’ frente a ‘hombre-ejército’. Esta bifurcación se ve también en el diálogo político. La salida del Líbano fue un claro ejemplo de esta clase de discurso de las “cuatro madres”[4]que hablaban “desde el útero” mientras los políticos hablaban desde el contexto y la estrategia militar. La fuerza de los hombres se deriva del servicio militar y la fuerza femenina se deriva de la maternidad.
El lugar de la religión el clima social
El Estado de Israel es definido como estado judío y democrático y el mandato de la conformación del carácter judío del Estado está depositado en cuerpos de organizaciones religiosas ortodoxas. Como consecuencia de esto el Estado prefiere la conservación de la cultura patriarcal aún a coste de la violación de los derechos del individuo (Halperin Kedar, 2006, 187). La religión ocupa un lugar importante la confirmación de la identidad femenina israelí. Las mujeres en Israel no viven como ciudadanos en igualdad de derechos en un estado democrático ya que las leyes religiosas les impidan o les niegan derechos básicos y profundizan la dicotomía. El discurso etno nacional plantea la unión de todos los judíos como un valor supremo y de aquí la importancia que los judíos y las judías le otorgan el casamiento religioso. Sin embargo el monopolio que le fue entregado a la religión impiden a mujeres judías y también a mujeres árabes la igualdad total por la actitud pro masculina de las normas religiosas vinculadas al Derecho de Familia. Uno de los principales obstáculos para redacción de una constitución en Israel es el lugar de la religión en las relaciones individuo-estado y sobre todo en lo que hace a los temas de matrimonio y divorcio.
[1]Material traducido por Mujer y Judaísmo de la web oficial de The Israel Women´s
[2]Hace referencia a la expresión bíblica: “No es bueno que el hombre esté solo, le haremos una ayuda para él” Bereshit (Génesis 2: 18)
[3]El término sabra (del hebreo, tzabar) designa a las poblaciones judías nacidas antes de 1948 en Israel, conocido en ese entonces como Palestina o Tierra Santa y sus descendientes entre la actual población israelí. Por extensión, el término se refiere a todos los nacidos en el Estado de Israel. La palabra procede del hebreo tzabar (el nombre del cactus opuntia), en alusión figurada a la tenacidad y carácter espinoso de esta planta del desierto, que esconde un interior tierno y un sabor dulce.
[4]“Cuatro madres” fue un movimiento comenzado por las madres de cuatrosoldados que salieron a protestar «como madres» contra los peligros de la guerra y recibieron un apoyo popular que para les elecciones de 1999 llevó a todos los dirigentes políticos a prometer una pronta salida del Líbano.