MyJ: Antes de comenzar con las preguntas me gustaría que te presentes brevemente para las lectoras y lectores de Mujer y Judaísmo. Algunas palabras sobre lo que haces actualmente y sobre tu trayectoria.
Sara: Mi nombre es Sara Prusky de Winkowski, soy uruguaya y vivo en Montevideo, aunque he vivido también en los Estados Unidos, en Lima Perú, y en Nairobi Kenya, acompañando a mi esposo que fue funcionario de las Naciones Unidas. Si bien he trabajado yo también en las Naciones Unidas, y tengo un Doctorado en Educación, siempre me he inclinado por el voluntariado, tal vez porque lo viví en mi casa, dado que mi madre fue una gran activista comunitaria. Actualmente soy Vicepresidenta del Congreso Judío Mundial y Presidenta de la Comisión de Relaciones Humanas de la B`nai B`rith del Uruguay. Fui presidenta del Consejo Internacional de Mujeres Judías, una organización que el próximo año celebrará su 100 aniversario, con filiales en 45 países y que abarca a 2 millones de mujeres judías. También fui la primera mujer electa vicepresidenta de la Comunidad Israelita del Uruguay, e integro el Consejo Directivo del Comité Central Israelita del Uruguay, entre otras.
MyJ: Teniendo en cuenta tu trayectoria, ¿puedes definir qué fue lo que te llevó al ámbito de la acción comunitaria y específicamente al ámbito de la acción como mujer y para la mujer?
Sara: El accionar en el ámbito comunitario fue evidentemente producto de mi educación. Cuando yo era chica no había escuelas judías de tiempo completo en el Uruguay, y fui a un colegio americano metodista, donde el voluntariado y el ayudar a los más necesitados era parte importante de la educación. Mi madre, como dije fue una gran voluntaria, co-fundadora del Consejo Uruguayo de Mujeres Judías y del primer servicio de voluntarias en el Hospital de Clínicas, el centro hospitalario estatal más grande del Uruguay. Así que el voluntariado lo viví toda la vida en mi casa y en la escuela.
¿Por qué la defensa de los derechos de la mujer? Bueno digamos que es uno de los objetivos del Consejo Internacional de Mujeres Judías, del cual el Consejo uruguayo es filial y que fue la primera organización judía en la que trabajé. También me influyó mucho mis vivencias en África, donde la mujer está tan subyugada y es una ciudadana de segunda o hasta de tercera diría.
MyJ: En términos generales y a partir de tu rol en la comunidad ¿cómo ves la situación de la mujer en el ámbito del judaísmo en Latinoamérica?
Yo creo que la mujer sigue postergada en el ámbito judío comunitario latinoamericano. Hasta no hace mucho las mujeres pertenecían a las “comisiones de damas” en la mayoría de las organizaciones judías. Eran por supuesto las que organizaban los actos, se ocupaban de tzedaká, pero nunca estaban incluidas en la toma de decisiones. Últimamente se ha dado una mayor inserción de la mujer en las comisiones directivas, y tienden a desaparecer las “comisiones de damas”, aunque difícilmente la mujer puede acceder a la presidencia de instituciones que han sido tradicionalmente dirigidas por hombres.
MyJ: Muchas mujeres se quejan que la mujer judía en las comunidades latinoamericanas no han ganado un lugar e relevancia, no ocupan puestos de liderazgo e incluso hay quienes sostienen que se alejan del marco comunitario. ¿Cuál es tu opinión al respecto?
Sara: Yo estoy de acuerdo con esta visión. Hace mucho tiempo que venimos luchando por una mayor participación de la mujer en los puestos decisorios de las instituciones judías, pero con muy poco éxito. En una reunión del Congreso Judío Latinoamericano celebrada en Lima hace unos pocos años, en que nos habían invitado a disertar sobre el liderazgo de la mujer judía en las comunidades, preguntamos a los representantes de las comunidades latinoamericanas allí presentes cuantas mujeres había en sus comités ejecutivos. Pudimos comprobar que en la mayoría de las comisiones, el porcentaje de mujeres era de menos del 10%, y en general sin cargos; solamente como vocales.
No creo que las mujeres se alejen del marco comunitario, pero si que despierta frustración y desinterés de trabajar en las instituciones.
MyJ: ¿Qué iniciativas crees que son importantes y deberían tenerse en cuenta para superar esta situación?
Sara: Es un camino arduo y duro. Es cierto que no todas las mujeres están dispuestas a transitarlo y abandonan la lucha en el camino. Pero creo que lo más importante es la perseverancia y la convicción de lo que hacemos. A las mujeres se les exige el doble para demostrar lo que valen y lo que pueden lograr, las mujeres tenemos lo que se ha llamado “el techo de cristal”. Hasta aquí llegamos, y no más. Esto se ve en todos los ámbitos, no solo en la comunidad judía. Ya sea en el trabajo, como profesional, etc. todos los caminos son mucho más difíciles para la mujer. Y no olvidar que nunca abandonamos la conducción del hogar y la crianza de los niños, por lo cual nuestro trabajo se duplica. Pero como dije, hay que perseverar, y estar convencidas de que se lucha por una causa justa.
MyJ: ¿En qué medida crees que la cuestión de la inserción de la mujer y las dificultades que ésta se encuentran derivan de la visión del judaísmo, o del entorno cultural latino, que es una cultura donde prevalece el “macho”?
Sara: Yo no creo que esto sea un problema del machismo latinoamericano, a mi entender es un problema del judaísmo. El judaísmo, como otras religiones monoteístas ancestrales se ha caracterizado por ser patriarcal, y priorizar todo lo que provenga de los hombres. A la mujer se le segrega desde el nacimiento. Cuando nace un varón se le recibe públicamente (Shalom Zajar, Brit Milá, Pidion HaBen), mientras que el nacimiento de una niña esta limitado al nombre que el padre le da en la sinagoga. Las mujeres estamos segregadas en prácticamente todos los actos religiosos importantes. En la sinagoga la mujer debe sentarse atrás de un vidrio esmerilado o hasta he visto atrás de una cortina. La mujer no puede subir a leer las Aliot, no puede ser escriba, no se le cuenta para un minián. Puede haber 9 hombres y 90 mujeres y no hay minián, pero la sola presencia adicional de un niño de 13 años lo completa. Y por sobre toda las cosas tenemos el tema de la mujer aguná, encarcelada a un matrimonio no deseado o inexistente cuando el marido no quiere firmar el guet, el divorcio por ley judía, mientras que el esposo puede buscar el Heter Rabanim (autorización rabínica) y casarse nuevamente aunque la esposa no haya firmado el guet. Todo esto hace que en la vida comunitaria se siga actuando con esta misma filosofía machista y patriarcal.
MyJ: Este planteo me lleva a dos preguntas: a- Si el tema es “lo judío” y no lo “machista latino” ¿cómo explicas la poca preponderancia de la mujer aún en el ámbito de las comunidades conservadoras o reformistas a diferencia de lo que pasa en otros lugares las rabinas por ejemplo no ocupan cargos centrales?
b. Teniendo en cuenta este punto de vista ¿Con qué instrumentos crees que la mujer judía debe luchar por conseguir su propio espacio en el ámbito religioso?
Sara: Es muy difícil cambiar tradiciones milenarias como es el patriarcado en la religión judía. Yo no estoy muy interiorizada de lo que pasa en las comunidades reformistas, habida cuenta que ese movimiento no existe en el Uruguay. Pero evidentemente que hay cambios. Desde el momento en que una mujer puede ser rabina, ya es un cambio muy importante. En ambas comunidades la mujer ha avanzado mucho en equidad. No están segregadas en la sinagoga, por ejemplo. Hombres y mujeres se sientan juntos. Algo que siempre cuestioné, porque cuando uno va a un servicio, ya sea de Shabat, en Rosh Hashana, o en Iom Kipur, ¿qué más lindo que compartir momentos de recogimiento, de introspección que estar al lado de tu compañero, de tu esposo? En esas comunidades las mujeres pueden subir a leer las Aliot, en fin, muchas cosas que pienso te hace sentir más partícipe de la comunidad. En cuanto a su participación en el liderazgo comunitario, no te olvides que en América Latina la ortodoxia es preponderante en todas las comunidades, y por lo tanto seguimos sujetas al patriarcado ancestral.
En cuanto a los instrumentos, no tenemos muchos instrumentos más que la lucha constante y la toma de consciencia de la discriminación que existe contra la mujer y que no se debe aceptar. Es muy difícil luchar contra un “establishment” tan antiguo y tan fuerte. Pienso que el ejemplo más patente de esta lucha sin tregua es el problema de la mujer en aguná. Que todos los rabinos reconocen, pero que ninguno está dispuesto a sentarse y analizar las soluciones halájicas que sí las hay, y que podrían solucionar la vida desgraciada de tantas mujeres judías. Hace años que venimos bregando por una conferencia de grandes rabinos para acordar sobre las soluciones halájicas al problema. Durante mi presidencia en el Consejo Internacional de Mujeres Judías lo logramos. La Conferencia ya tenía fecha, y lugar. Se enviaron las invitaciones, se recibieron 50 respuestas de asistencia de grandes rabinos de todo el mundo, y cuatro días antes se canceló por presiones de la ultra ortodoxia. Y uno se pregunta, cuando en todo el mundo luchamos por la continuidad del pueblo judío, ¿cómo podemos negarle el derecho a una joven mujer judía a volverse a casar y formar un hogar judío, simplemente porque un marido recalcitrante no quiere firmar el guet?
MyJ: ¿Cuáles son a tu criterio los paradigmas de mujer judía que podrían ser recuperados hoy en la educación de las mujeres y hombres judíos del continente?
Entiendo que el movimiento feminista mundial de mujeres judías y no judías esta cambiando la concepción del rol de la mujer en la comunidad. Hoy en día tenemos mujeres presidentas de varios países, ministras, primer ministro, etc. En las comunidades judías el cambio es mucho más lento. Sigue existiendo el mito de que sólo los hombres están capacitados para tomar decisiones fundamentales. Un mito que llevará tiempo cambiar, pero que confiamos en que con inteligencia y tesón como tenemos las mujeres, se pueda lograr.
MyJ: Hay quienes hablan de la Revolución de la Mujer Judía y de feminismo judío, ¿crees que eso existe en América Latina?
Las mujeres judías feministas tienen en realidad tres identidades, que muchas veces se enfrentan en conflictos dolorosos. Son mujeres, son judías y son feministas. Muchas feministas judías identifican el judaísmo y su experiencia como grupo minoritario como una fuente de compromiso para la justicia social. Para estas mujeres el judaísmo y el feminismo complementan su trabajo de Tikun Olam. Para otras existen tensiones entre su judaísmo y su feminismo, lo cual las lleva a cuestionar muchas de las prácticas ortodoxas del judaísmo. Esto también existe en América Latina.
MyJ: ¿Cuáles son los desafíos de la mujer judía de Latinoamérica hoy en día?
El desafío mayor de la mujer judía en Latinoamérica es llegar a ocupar el lugar de liderazgo que le corresponde dentro de la comunidad, sin descuidar su otro gran desafío, la educación de sus hijos y nietos en pro de la continuidad del pueblo judío.
MyJ: ¿Qué mensaje quisieras transmitir a nuestras jóvenes judías?
Mi mensaje es que hay que seguir luchando y no perder la esperanza. En la conferencia de la Mujer celebrada en Beijing en 1995 se acuñó la frase de que los “derechos de la mujer son derechos humanos, y los derechos humanos son los derechos de la mujer”. Tenemos que ocupar el lugar que nos corresponde en todos los ámbitos de la sociedad. Los judíos somos el pueblo de la esperanza. Durante dos mil años terminamos el Seder de Pessah diciendo “L’shana ha-baah b’Ierushalaim”, el próximo año en Jerusalem; durante años cantamos el “Hatikva”, esperanza, que hoy es el himno del Estado de Israel. Tengamos esperanza en que la lucha que tantas mujeres judías llevamos adelante hoy en día finalmente culmine con el derecho pleno de la mujer a ocupar su lugar en la sociedad.