Por Ethel Barylka

La Guemará en Meguilá 14a menciona a siete mujeres que profetizaron en Israel: SaraMiriamDevorá, Janá, Abigail, Juldá y Ester.

Juldá, la profetisa, actuó en Judá en el período del Primer Templo y fue contemporánea de Jeremías, el más importante de los profetas de la destrucción y el consuelo, cuyo libro de Lamentaciones – Eijá, leemos el 9 de av. (Ver artículo)

Juldá residió en Jerusalén durante el reinado del rey Josías- Yoshiyahu quien rigió del 640 al 604 a.e.c.
También se la menciona entre las veintitrés mujeres verdaderamente justas y justas que salieron de Israel (Midrash Tadshe, Ozar ha-Midrashim [Eisenstein], p. 474).
Juldá descendía de Josué, hijo de Nun, como se alude en II Reyes 22:14, según el cual ella era «la esposa de Shallum, hijo de Tikva, hijo de Harhas»; y Jueces 2: 9 declara que Josué fue enterrado “en Timnat-heres” (Meguilá 14a). Otra tradición sostiene que Juldá fue una de los ocho profetas y sacerdotes, incluido Jeremías, que descendieron de la ramera Rajav. Esto se deriva de su identificación como «la esposa de Shallum, hijo de Tikva», combinada con el relato de las acciones de Rajav en Josué 2:18: “atas esta longitud [tikvat] de cordón carmesí” (Sifrei Bemidbar, 78). En un intento por resolver estas dos tradiciones, el Talmud sugiere que Rajav se convirtió y se convirtió en la esposa de Josué, por lo que Juldá es una descendiente tanto de Rajav como de Josué (Megilah, loc. Cit.).
El midrash relata que Juldá fue dotada con ruaj hakodesh (el espíritu de inspiración divina) por el mérito de su esposo Shallum, hijo de Tikva, quien fue uno de los individuos sobresalientes de su generación y que participó en actos de bondad todos los días. (Pirkei de-Rabi Eliezer [ed. Higger], cap. 32). Y cabe preguntarse por qué el midrash necesita explicar la inspiración de Juldá como mérito de los actos de su marido y no de los suyos propios… como en el resto de las profetisas.  Otra tradición midráshica sostiene que Juldá profetizaba para las mujeres, pero esto no parecería estar de acuerdo con el texto mismo del relato en el libro de Reyes, donde son los emisarios del rey Josías quién van a consultarla.

La cámara de Juldá, cerca de la Cámara de Gazit, en el Templo,  estaba abierta al exterior y cerrada en dirección al Sanedrín, por modestia (véanse las tradiciones midráshicas citadas en el comentario de Rashí sobre II Reyes loc. Cit; y en II Crónicas. 34:22)
Estas tradiciones posiblemente podrían estar conectadas con las puertas de Juldá en el Monte del Templo.
Los Tanaím afirman que había cinco puertas al Monte, dos de las cuales, conocidas como las Puertas de Juldá, eran la entrada sur del Monte del Templo (M Midot 1: 3). El Santo, bendito sea Él, juró que el Muro de los Lamentos, la Puerta del Sacerdote y las Puertas de Juldá nunca serían destruidas, hasta que las restaurara a su antigua gloria (Cantar de Cantares Raba 2: 9: 4).

Vayamos al relato.
Conforme al relato en Reyes[1] «Ocho años tenía Josías cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén treinta y un años. El nombre de su madre fue Yedida hija de Adaías de Boscat. E hizo lo recto ante los ojos de H’…”

¿Por qué es mencionado el nombre de la madre del joven rey? Para decirnos que Josías es hijo del Rey Amón y esa madre específica, ya que el rey tiene muchas mujeres, o tal vez haya en esta mención una indicación acerca del camino recto que Josías, de muy tierna edad, había emprendido, ¿influido por la educación de su madre? No lo sabemos…
Yedidá, la amiga o la amada, tiene claras semejanzas con Yedidiá – el amado o amigo de Dios, como fuera denominado el Rey Shlomó.

Durante el período de su reinado Josías realiza obras de reparación y manutención del Templo y el Gran Sacerdote encuentra durante la revisión del mismo «el libro». Conforma a parte de los intérpretes se trata del primer Libro de la Torá que estaba en el Templo y según otros del libro de Devarim. De una u otra manera, al encontrar el libro, este es leído al rey, quien, consternado, rasga sus vestiduras en señal de duelo: «Entonces dijo el sumo sacerdote Hilcías a Safán escriba: He hallado el libro de la ley en la casa de H´. E Hilcías dio el libro a Safán, y lo leyó. Viniendo luego Safán escriba al rey, dio al rey la respuesta, y dijo: Tus siervos han juntado el dinero que se halló en el templo, y lo han entregado en poder de los que hacen la obra, que tienen cargo de la casa de H´. Asimismo, Safán escriba declaró al rey, diciendo: Hilcías el sacerdote me ha dado un libro. Y lo leyó Safán delante del rey. Y sucedió que cuando el rey hubo oído las palabras del libro de la ley, rasgó sus vestiduras.” II Reyes 22: 8-12

Desesperado, conmovido, el rey envía a sus mensajeros a consultar a Dios «porque grande es la ira de H´ que se ha encendido contra nosotros, por cuanto nuestros padres no escucharon las palabras de este libro, para hacer conforme a todo lo que nos fue escrito».

Los mensajeros presurosos se dirigen a Juldá, la profetisa.
“Entonces Hilcías- Hilqiyahu el sacerdote y Ajikam y Ajbor y Shafan y Asaia fueron a Juldá la profetisa” (II Reyes 22:14)
Pregunta al respecto la Guemará en Meguilá 14a
«Pero si Jeremías fue encontrada allí, ¿cómo podría ella profetizar? Por respeto a Jeremías, quien era su superior, habría sido apropiado que ella no profetizara en su presencia».  Y responde: -«Los sabios de la escuela de Rav dicen en nombre de Rav: Juldá era una parienta cercana de Jeremías, y no se opuso a que ella profetizara en su presencia»

-«Los sabios de la escuela del rabino Sheila dicen: Porque las mujeres son más compasivas, y él esperaba que lo que ella les dijera no fuera demasiado duro».

-«Rabí Yojanán dijo una respuesta diferente: Jeremías no estaba allí en ese momento, porque fue a traer a las diez tribus de su exilio.»

La Guemará se sorprende que no sea consultado el profeta principal, y nos plantea tres respuestas diferentes. La primera vinculada al estatus y el honor del profeta ante un profeta menor ¿sólo por ser menor o también por ser mujer?

La segunda respuesta que encontramos habla de la diferencia que a los ojos de los consultores hay entre ambos profetas, vinculada a su visión de género. Ellos esperan una profecía más compasiva, porque viene de boca de una mujer.

Y el rabino Yojanán, en la tercera respuesta, trata de resolver el tema de manera objetiva: Jeremías no está en la ciudad, si hubiera estado seguramente lo hubieran consultado.

Centrémonos en la segunda respuesta. El rey temeroso procura una palabra que le dé algo de consuelo ¿la encuentra?

Juldá en su profecía no ahorra palabras duras y dice:
«Y ella les dijo: Así dice el Señor, el Dios de Israel: Decid al varón que os envió a mí:  Así dice H’: He aquí yo traigo mal sobre este lugar, y sobre los que en él moran, según todas las palabras del libro que ha leído el rey de Judá: Por cuanto me dejaron a mí, y quemaron incienso a dioses ajenos, provocándome a ira en toda obra de sus manos; y mi furor se ha encendido contra este lugar, y no se apagará. Mas al rey de Judá que os ha enviado para que consultaseis a H´, diréis así: Así dice H´ el Dios de Israel: Por cuanto oíste las palabras del libro, y tu corazón se enterneció, y te humillaste delante de H´, cuando oíste lo que yo he pronunciado contra este lugar y contra sus moradores, que vendrían a ser asolados y malditos, y rasgaste tus vestiduras, y lloraste en mi presencia, también yo te he oído, dice el Señor. Por tanto, he aquí yo te recogeré con tus padres, y tú serás recogido a tu sepulcro en paz, y no verán tus ojos todo el mal que yo traigo sobre este lugar. Y ellos dieron la respuesta al rey».
Juldá no escatima palabras acerca de la destrucción que está por venir, pero promete al rey que él morirá antes que eso… ¿El anuncio de su muerte previa es un consuelo? ¿Es eso lo que espera el rey?
Josías-Yoshiyahu comienza entonces una serie de acciones de purificación de la idolatría que imperaba en el reino, estas acciones son conocidas en la historia como la Reforma de Josías. Reforma que en realidad lo que intenta hacer es devolver al pueblo al camino de ética y servicio del que se había apartado.
Cuando hablamos de idolatría en nuestra época tenemos una visión infantil de personas arrodillándose ante ídolos como si el tema más grave de la idolatría radicara en la exteriorización ritual – gesticular. La idolatría implica una concepción de mundo por la cual el hombre pierde su particularidad moral y ética. No es libre de elegir, depende de fuerzas externas a él a las que adora incondicionalmente de modos y maneras que incluso atentan contra la vida humana. El sacrificio de niños al Moloc, las acciones sodomitas, la prostitución sacralizada, todos estos estaban presentes en el Templo y en el pueblo.[2]
La Reforma de Josías pretende terminar con estas prácticas comunes de la época, que fueran denunciadas por todos los profetas previos. Josías inspirado por la profecía de una mujer, rompe con la tradición cultural que se había instalado y después de destruir los altares paganos insta al pueblo a celebrar Pesaj. “Entonces mandó el rey a todo el pueblo, diciendo: Haced Pesaj a H´ vuestro Dios, conforme a lo que está escrito en el libro de este pacto. En verdad que no se había celebrado Pesaj desde los días de los jueces que gobernaron a Israel, ni en todos los días de los reyes de Israel, y de los reyes de Judá. En el año dieciocho del rey Josías se celebró Pesaj en Jerusalén». II Reyes 23:22-23
El recuerdo de la destrucción del Templo nos obliga a pensar en los acontecimientos que llevaron a ello. La pérdida de la soberanía nacional, se vincula en la tradición judía, con el derramamiento de sangre, la idolatría, y el incesto, así como con el odio entre hermanos. La corrupción total de los valores que hace imposible el sostenimiento de cualquier sociedad. No en vano, llega el turno de una mujer Juldá a denunciar esos desvíos profundamente enraizados en la gente.
No lloramos el Templo por sus piedras. Lloramos por la pérdida del sentido y respeto a la vida. Lloramos por la salida al exilio que implicó un cambio radical en la vida nacional. Sin él no seríamos lo que somos, ni el judaísmo que conocemos sería como es, pero eso es tema de otro artículo.
En este Tishá Beav una nueva mirada a la  profetisa de la destrucción tal vez nos ayude a prepararnos para el recuerdo.

[1] Ver II Reyes 22 en su totalidad
[2] Ver II Reyes 23

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1 Comment

  • Fruma Margolis-First, 28 julio, 2023 @ 1:29 am Reply

    Gracias

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