Prof. Rivka Lazovsky   

El retorno a nuestra patria ancestral y el revivir de la lengua hebrea (hablada) son las dos revoluciones más grandes en la vida del pueblo judío en las últimas generaciones. Ellas son las que permitieron el retorno a la auto-identidad y a la auto-existencia judía. 

La revolución que realizaron los pioneros de la resurrección de la lengua hebrea desde fines del siglo 19 es una de las revoluciones más importantes del Pueblo de Israel en los últimos siglos y no tiene precedente alguno en el mundo entero.

No existe en el mundo otro pueblo que volvió a hablar en  su lengua ancestral después de que esta estuviera dormida o semidormida por más de 2000 años. No existe otro país en el mundo en el cual casi todo niño puede leer fácilmente los libros de su herencia y de su acerbo cultural, de más de 2000 años. Y no simplemente leer, sino leer y comprender lo que lee. Mientras que a la mayoría de las generaciones de nuestros padres, abuelos, bisabuelos les era muy difícil leer en hebreo – nuestros hijos y nietos lo hacen con naturalidad. Sin embargo, Teodoro Herzl, el gran visionario, en su libro “El Estado Judío”  publicado en 1896, se opuso a la idea de aquellos soñadores que consideraban que en el Estado Judío se hablaría hebreo: “¿Acaso podemos hablar uno con el otro en hebreo? Si ninguno de nosotros conoce suficientemente el idioma como para pedir en hebreo un pasaje de tren. (El Estado Judío, página 67).Herzl, quien en ese entonces no conocía el despertar del hebreo en los círculos de los intelectuales de Europa, creía que en el Estado Judío no se usaría un sólo idioma sino que habría una multiplicidad de lenguas al igual que en Suiza.  Cuando personalidades sionistas como el Dr. Landau trataron de convencerlo para que apoye el uso del hebreo en el nuevo Estado, respondió que el idioma principal a ser hablado en el Estado Judío tendrá que abrirse camino por sí solo, sin coerción, y que no debemos de encerrarnos en un «ghetto idiomático». Es decir, Herzl consideraba que el retorno a la lengua de nuestros antepasados podría limitarnos y que debemos adherirnos a la cultura occidental por lo que era preferible que hablemos alemán y sino “por lo menos inglés y francés”´. Varios activistas sionistas se opusieron a Herzl en el tema del hebreo y entre sus primeros oponentes estaba su gran admirador: Eliezer ben Yehuda. Ya en el año 1879 Ben Yehuda escribe un artículo en el que llamaba a enseñar hebreo en el sistema educativo en Eretz Israel, cuando sólo unos pocos miles de judíos vivían allí. Ello ocurría siete años antes de la publicación de “El Estado Judío”,  dos años antes de que el mismo Ben Yehuda emigrara a Israel y 66 años antes de la fundación del Estado. Esta exigencia parecía en ese entonces no más que una quimera, sin asidero alguno en la realidad. ¡Aún no existía en esos días ni una familia judía en el mundo que hablara hebreo y no había ningún profesor de hebreo coloquial! Y a pesar de eso Ben Yehuda exigió educar a toda la generación joven del pequeño Ishuv en Israel en hebreo.

¿Cómo llegó Ben Yehuda a forjar esa visión y más aún, cómo logró realizarla?

La revolución de Ben Yehuda comenzó con un simple libro de gramática hebrea que encontró por casualidad sobre la mesa de su maestro, el rabino José Bolinera. El libro tenía un nombre no muy atractivo (“La ventana del arca y la tapa del arca”) y fue escrito hace más de 200 años por Samuel Hacohen Zalman Hana en Horadna, Lituania. Ese libro despertó en Ben Yehuda la pasión por el resurgimiento del idioma hebreo. Ese libro lo iluminó, lo llevó más allá de la rutina de estudios de la Ieshivá y como Eliezer Ben Yehuda mismo dice: «Encendió en mi el fuego del amor a la lengua hebrea, un fuego que ningún agua de la vida cotidiana logró apagar».

La lucha de Ben Yehuda en aras del hebreo, sobre todo del hebreo hablado es conocida a través de la historia de la educación de su propio hijo Itamar, nacido el 31 de julio del 1882, exactamente el mismo día en la que fue fundada Rishón Letzion, la primera moshavá (colonia) hebrea en Eretz Israel. Más adelante, Ben Yehuda solía recalcar que en esa fecha se señalaba la resurrección de la Tierra (la primera moshavá) y la resurrección nacional ya que llegó al mundo el primer niño hebreo. Ben Yehuda invirtió múltiples esfuerzos en la educación idiomática de su hijo, quien se transformó en el primer hebreo parlante de la época moderan. Ben Yehuda exigió a Débora su esposa, que su hijo escuchara sólo hebreo e incluso llegó a decir que prefiere que el chico hable hebreo o que no hable del todo. Sus conocidos lo criticaban diciendo que hacía sufrir al niño y que iba a dañar su desarrollo normal ya que el idioma hebreo no era suficiente para que el niño expresara todas sus necesidades. Ben Yehuda no desistió y prohibió que el niño escuchara otra lengua desde su tierna infancia y lo alejó de todo aquel que no le hablara en hebreo. Podríamos tratar de imaginar la situación de una madre que intenta comunicarse con su hijo en un idioma que no es dominado por sí misma y que no representa tampoco el idioma del lugar, y no le provee el abanico de variables lingüísticas para expresar todo aquello que una madre desea. La lengua materna está impregnada de una infinidad de matices que no son estudiados, sino que son incorporados por el niño en su vínculo primario con la madre. Debora, esposa de Ben Yehuda, y Hemda su segunda esposa, deberían de alguna forma “inventar” una lengua materna, tarea nada fácil por cierto. Cuentan que una vez, el hijo de Ben Yehuda de un año y medio, llamó a gritos a su madre al ver acercarse un enorme escorpión venenoso. La madre llamó a su esposo gritando: ¡Escorpión, escorpión! Pero Ben Yehuda furioso no fue a ayudarla, sino que le dijo que también en momentos de peligro había que gritar solo en hebreo. Ben Yehuda incorporó al idioma hebreo cientos de palabras nuevas, la mayoría de ellas, de uso cotidiano (בובה, מגהץ, ליטוף, מברשת). Al principio publicaba las palabras de su creación en los diarios pero después de un tiempo empezó a escribir un diccionario hebreo que fue creciendo durante los años, convirtiéndose en el Diccionario Completo de la Lengua Hebrea de Eliezer Ben Yehuda, al que había dedicado  30 años de su vida.

El hablar y escribir en hebreo despertó la necesidad urgente de desarrollar continuamente el vocabulario de acuerdo a los constantes adelantos sociales, tecnológicos y generales de la vida moderna. En 1889 se fundó el Vaad Halashón – la Comisión de la Lengua, que tenía como finalidad crear las palabras y conceptos hebreos en las materias de enseñanza y en las distintas ciencias y a unificar la escritura y la pronunciación del idioma. Después de grandes dudas se eligió el acento “sefaradí” y se decidió usar palabras hebreas antiguas, en la medida de lo posible, en las distintas áreas de estudio y trabajo, evitar el uso de palabras que no tengan raíces semíticas y crear palabras nuevas basándose en las raíces del hebreo de la Biblia y en el Talmud.

En 1953 funda la Academia de la Lengua Hebrea que es la máxima instancia del idioma que continúa y difunde la labor del Vaad Halashón. Su rol principal es dirigir el desarrollo del idioma hebreo de acuerdo al espíritu del idioma en las distintas épocas. Desde su fundación, esta Academia ha publicado decenas de diccionarios en las distintas materias de enseñanza, en gramática, etc. Sus decisiones rigen en los institutos de educación y ciencia y en todas las instituciones públicas. En 1910 Ben Yehuda publicó una columna en su diario «La Luz» (HaOr האור) bajo el título de «La fiesta del hebreo» destacando que ya había finalmente en Eretz Israel 100 familias que hablaban hebreo en su vida diaria, día y noche.

Presten atención, ¡en total 100 familias hacen no más que 101 años!!

¿Qué son 101 años? Un «suspiro» en la historia. En el año 1913 comenzó lo que se llamó «La Guerra de los Idiomas«. En ese año comenzó la disputa para enseñar en hebreo en el Technión, la primera Institución Académica en Eretz Israel, lo que contribuyó al florecimiento de la lengua. Es digno de recalcar, que aquellos que contribuyeron a la victoria del hebreo en la guerra de los idiomas fueron primordialmente los estudiantes y los educadores. No todos los dirigentes sionistas creían que sería posible imponer el uso del hebreo en el Technión. Así por ejemplo, Ajad Haam pensaba que máximo, eso sería posible en las clases de educación secundaria. Pese a ello la mayoría de los jóvenes y profesores no desistieron. Por intermedio de manifestaciones, caminatas, y pancartas lo lograron: en el Technión se comenzó a enseñar y a estudiar en hebreo.

La contribución del poeta nacional Jaim Najman Bialik, (quien hizo aliá en los años 20 del siglo pasado) a la resurrección del hebreo es enorme. En una sus numerosas conferencias, en el año 5627 Bialik exhortó a usar el hebreo cuidando sus raíces bíblicas:“El idioma es la base espiritual de la nación y de la misma manera que la riqueza material surge de la tierra y vuelve a la tierra, toda la riqueza espiritual de nuestro pueblo surge del idioma hebreo y retorna a él. El idioma no es sólo un instrumento sino que se construye de la esencia del pensamiento y sentimiento judío a lo largo de los siglos. Y contiene la esencia del pensamiento y sentimiento del pueblo también hacia el futuro. El idioma hebreo es nuestro trasfondo nacional espiritual y no se puede sin el hebreo como no se puede sin la tierra. No creo que el Crisol de las Diásporas en Israel podrá florecer sin la lengua hebrea y no podremos convertirnos en una nación y tener un Estado sin la lengua hebrea”.

Bialik solía decir que el pueblo judío cambió su idioma – en Eretz Israel y en la Diáspora – por lo menos 16 veces. Adoptaron la lengua de los distintos países en que vivían y la acomodaron a sus necesidades. Dio como ejemplo el siguiente relato talmúdico: En los tiempos de Moisés, cuando estaban construyendo el Arca Sagrada, existía un animal llamado “Tajash”, que según el cuento tenía dos columnas vertebrales. Zoólogos no conocen este animal y tampoco los arqueólogos han encontrado sus vestigios. Bialik dice: “Yo creo en una nación que tenga sólo una columna vertebral – el idioma hebreo. El hebreo ha sido nuestra única columna vertebral y seguirá siéndolo”.

Ben Gurión, el padre fundador del Estado de Israel fue también uno de los más importantes precursores de la lengua hebrea, hasta llegar incluso a un cierto fanatismo. Se cuenta que durante la Guerra de Independencia, Ben Gurión encargó a  un teniente general la labor de hebraizar todos los nombres en Tzahal (el Ejército de Defensa de Israel): nombres de personas, nombres de unidades militares, de batallas.Ben Gurión exigió a todas las personas que estaban en posiciones importantes en los primeros años del Estado servir de ejemplo y hebraizar sus nombres. La mayoría no podían ser ministros ni embajadores, ni empleados en altos cargos públicos sin tener nombres en hebreo. Y así, Shkolnik se convirtió en Eshkol, Golda Meirson – en Golda Meir, Zalman Rubashov – en Zalman Shazar, Pinjas Rosenblit – en Pinjas Rozen, etc. Sólo unos pocos lograron conservar su nombre original. Uno de ellos fue el general Jaim Laskov. Él le rogó a Ben Gurión guardar su nombre diciéndole: “Mi madre es viuda, soy hijo único – ella se va a herir terriblemente si me cambio el nombre”´. Ben Gurión le concedió su pedido diciéndole: “Bueno, tu  nombre suena a hebreo”.Durante el gobierno de Ben Gurión llegaron cientos de miles de olim (inmigrantes) a Israel. En pocos años se triplicó la población judía en Israel. Ben Gurión fue el iniciador, para bien o no – de la política del crisol, cuya finalidad era crear “un nuevo judío” que entre otras cosas, hable hebreo.No sólo Ben Gurión presionó para que se hebraizaran los nombres sino también educadores, dueños de grandes empresas y personas en posiciones de influencia en el país. Incluso un líder moderado como Itzjak Ben Tzví (el segundo presidente del Estado de Israel) presionó para hebraizar los nombres. Cuando en las vísperas de la Declaración del Estado, había aún 7 miembros de los 14 que constituían la Comisión Nacional (Havad Haleumi) que tenían nombres extranjeros, él les insistió diciendo: “La presencia pública y política debe de ser en hebreo… tenemos que exigir al público, a cada una de las personas, que cambien su nombre extranjero por un nombre hebreo. Los líderes tienen que predicar con el ejemplo y ser los primeros en hacerlo… Estoy dispuesto a ayudar a cada uno de ustedes a elegir un nombre hebreo adecuado”.Y en cuanto al presente. Del tema del cambio a nombres hebreos que caracterizaba al fanatismo por el idioma hemos pasado en la actualidad al otro extremo. El hebreo se usa libremente mas no es obligatorio hacerlo, ni en nombres particulares, ni en nombres de instituciones o compañías, ni en el sistema público, privado o cultural.

Existen hoy en día muchos “anglicismos” (se los llama “hebrish”- hebreo-english) y “contaminaciones” de otros idiomas (por ejemplo: Superfarm, Big, Globs, etc.).La Academia de la Lengua Hebrea, los filólogos y educadores están preocupados por el deterioro de la lengua hebrea en un mundo de globalización. Es por esta razón que el Ministerio de Educación encabezado por el Ministro Gideón Sahar decalró el año académico 5771 como el año del hebreo a fin de mejorar y profundizar el uso del idioma entre los niños y jóvenes y aprender a disfrutar también de su belleza especial.En todos los colegios de Israel se realizan durante el año lectivo ciclos de canciones hebreas, competencias en la creación de juegos de computadora en hebreo, adivinanzas de todo tipo, competencias de discursos, eventos dedicados a escritores hebreos renombrados, programas de radio, televisión, música, teatro y mucho más. Todo ronda alrededor del hebreo formando una atmósfera creativa, con ayuda de educadores, filólogos, escritores, poetas y artistas.

El hebreo es una divina herencia que hemos recibido con nuestra Biblia y nuestras fuentes judías. Es también un elemento unificador del Pueblo Judío. Lo hemos sabido conservar y revivir como lengua moderna en una forma casi milagrosa. Casi – porque es gracias a soñadores y realizadores como Eliezer Ben Yehuda que este milagro se convirtió en una realidad. Está ahora en manos de todos y cada uno de nosotros, en Israel y en las comunidades judías de la Diáspora el seguir cuidando y cultivando este tesoro único, no sólo en las escuelas sino también en los hogares.  La transmisión de elementos identitarios precisa del idioma nacional, no es lo mismo Pesaj que Pascua, ni las Grandes Fiestas que los Iamim Noraim. Aunque en el hogar no se hable hebreo, no hay duda que la incorporación de ciertos elementos y conceptos del hebreo va más allá del simple uso del idioma.          

 

Artículo gentilmente cedido por la autora a Mujer y Judaísmo.

Doctora en  Consejería Educacional. Profesora Catedrática título otorgado por el Alto Consejo para la Educacion Académica de Israel. Premiada en dos oportunidades por el Ministerio de Educacion de Israel – en 1991 y en 2004 – por su contribución académica y profesional a la Educación y por sus iniciativas y liderazgo. Ex-Responsable de las Relaciones Internacionales de la Asociación profesional y de la Comisión de Ética en la Educación y de la Estrategia Educacional de la División de Educacion de WIZO Mundial, División que es responsable de todos los colegios y aldeas juveniles WIZO, los centros comunitarios y centros juveniles de la organización.  Recientemente, ha sido Chairperson del Ejecutivo WIZO Mundial.

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