Por Vicky Ludmer Ilustración: Luciana Pattin
Dos son las ideas que atraviesan el mes de Adar, el ultimo del año: la alegría y el misterio.
En Adar festejamos Purim, una nueva celebración del heroísmo y la salvación del Pueblo Judío. Y de la propia fiesta se derivan las dos ideas de las que hablamos al comienzo.
El misterio atraviesa todo el relato, desde el juego de palabras de su propia denominación Meguilat Ester. Una traducción cercana podría ser la “revelación de lo oculto”. Meguilá comparte raíz con legalot (descubrir) y Ester con lehastir (ocultar). ¿Cuál será el misterio que nos revelará Ester?
Lo más llamativo de este Libro es que quien parece estar ausente es D-s mismo. Su nombre no se menciona ni una sola vez en todo el texto. Tampoco hay alusión a plegarias de Ester, ni de Mordejai, ni del pueblo. Es el midrash[1] quien dice que Ester invoca los Salmos “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.
Se habla siempre del Milagro de Purim, aunque como dice Aviva Gottlieb Zornberg [2]“No hubo leyes naturales que se hayan dejado de lado, no se abrieron los mares …. No hubo profeta que hablara en el nombre de D-s inspirando a sus sufrientes hermanos con esperanza”.
Algunos podrán argumentar que D-s estaba ausente, como sucedió en otras épocas terribles de nuestra historia. Otros, que siempre estuvo ahí, pero permitió que los hombres, y mujeres especialmente en este caso, ejercieran el regalo mas preciado que nos dio como humanidad: el libre albedrío, la libertad de tomar las decisiones que consideraban apropiadas, con la fe y la confianza de saber y sentir su eterna presencia.
La protagonista de la fiesta es Ester, una joven judía que oculta su identidad por mandato de su tío/tutor/marido Mordejai para acceder a convertirse en la Reina de Persia, el imperio dominante de la época.[3] Sin embargo en el momento en que peligran las vidas del pueblo se revierte la instrucción y Mordejai conmina a Ester a interceder frente al Rey Asuero, poniendo en riesgo su propia vida. Lo que no le dice es cómo debe hacerlo. Y ahí es cuando opera la magia, la revelación… el milagro.
Es en este momento en que se produce una transformación en Ester, quien de ser la sumisa joven que acata ordenes toma el mando de su vida y de la del pueblo. Ordena un ayuno de tres días, y se hace cargo de su decisión y de sus eventuales consecuencias. Ester sabe que presentarse ante el rey sin ser convocada acarrearía la muerte, y aun así continua en su decisión de interceder.[4]
¿Cuál fue el milagro entonces? El haber elegido con libertad y conciencia. Animarse a tomar la decisión correcta a pesar de los riesgos. Respirar profundo y tomar el camino hacia el interior, hacia lo más oscuro del alma y escuchar con el corazón el mensaje oculto de D-s que acompaño a Ester en su travesía.
Ester actúa además de una manera muy astuta e inteligente, elige sus acciones desde el conocimiento cabal del sistema para conseguir su objetivo.
¿Cuántas veces nosotras nos encontramos en situaciones parecidas? ¿Cuántas veces debimos ocultar nuestros sentimientos, pensamientos y deseos para complacer al entorno familiar, laboral, social?
Y cuantas veces hemos tenido el coraje de respirar profundo, cerrar los ojos y avanzar, reconociendo nuestro ser auténticas y dando ese salto al vacío, ¿aun conociendo los riesgos?
El otro gran tema del mes de Adar es la alegría, tema central en la tradición judía.
Quien entra en Adar debe incrementar su alegría dice el Talmud [5]. Esta cita que pareciera estar íntimamente vinculada a los textos que hablan de Meguilat Ester y Purim, en realidad esta en el tratado que habla de los ayunos y de la destrucción del Templo. La cita completa dice que cuando se entra en el mes de Av (el mes de la destrucción del Primer y Segundo Templos) debe disminuirse la alegría, y luego sigue con lo indicado al comienzo de este párrafo.
Lo que resulta interesante es que en todo momento la indicación es estar alegre, más o menos según la ocasión, pero siempre alegres. Decía el Rab Najman de Braslav que era una obligación estar alegres. Y que aun cuando no hubiera motivos uno debía obligarse a estar alegre.
En varios textos se vuelve sobre el tema: Vesamajtá Bejagueja – y te alegrarás en tus festividades[6], Ivdu et Hashem besimjá – Sirvan a D-s con alegría.[7]
Maimónides señala que la alegría es un fundamento muy importante en nuestro servicio a D-s y la falta de ella, una gran carencia.[8]
Incluso el propio libro de Ester determina que “el mes de la desgracia se ha convertido en alegría”[9]
Cada vez más estudios científicos y médicos demuestran que la alegría es una emoción indispensable para el bienestar del hombre. La física cuántica ha logrado determinar que el estado de alegría produce químicos que se liberan hacia el cerebro generando múltiples acciones beneficiosas en nuestra biología. Hay incluso estudios basados en la investigación del científico Masaru Emoto que demuestran que las lágrimas de alegría y las de tristeza tienen una morfología diferente.
¿Y cuál es la receta? Una vez más, es una decisión íntima y personal. Es verdad que la vida nos presenta diversas situaciones, alegres, tristes, preocupantes, atemorizantes. Y ante cada una de ellas tenemos la posibilidad de elegir, de utilizar nuestra conciencia y libre albedrio. Al decir de Viktor Frank, sobreviviente de la Shoa, “Nuestra mayor libertad humana es que, a pesar de nuestra situación física en la vida, siempre estamos libres de escoger nuestros pensamientos.”
Dice Avot e Rabi Natan, un tratado menor del Talmud, que existen 10 formas de denominar la alegría.
Una de ellas es SIMJA שִׂמְחָה. Con alegría es BE SIMJA בשמחה. Por su parte PENSAMIENTO se escribe מַחֲשָׁבָה. Son las mismas letras, ordenadas diferente.
Es decir que nuestra alegría se encuentra en nuestros pensamientos.
Depende de cada uno de nosotros.
La alegría no viene de afuera, es algo que nace y vibra en nuestro interior, reside en nuestros pensamientos y se traduce en nuestras acciones. No es algo que se consigue, sino que es un estado del ser. Es una elección permanente.
U bajarta ba jaim, elegirás la vida es el mandato bíblico[10]. La pregunta es qué clase de vida queremos elegir.
Como decíamos al comienzo, uno de los regalos más grandes de nuestra tradición es el libre albedrio. Es esa fe que nos acompaña y garantiza que escuchando la voz interior elegiremos el camino correcto. Es esa certeza de la presencia permanente de D-s, aun en su aparente ausencia. Esa certeza que llevo a Ester a develar su secreto y dar un paso al frente.
Lo importante es entender que nosotros somos los creadores de nuestros propios milagros. Lo que se requiere de nosotros es ser participantes activos de nuestras propias vidas. Poner nuestro pensamiento en acción, escuchando la voz interior. Los milagros no son más que la ejecución de las acciones guiadas por una voz interior, a veces hasta sin considerar la razón.
Cada mes nos trae una enseñanza y una invitación.
Abramos nuestro corazón en este mes de Adar a ser protagonistas de los milagros ocultos de nuestra vida, atrevámonos a dar ese salto al vacío para encontrar las oportunidades en cada situación, aun en las más adversas y hagámoslo con alegría.
Jodesh Adar Sameaj.
[1] Meguila 15 b
[2] Aviva Gottlieb Zornberg, The Murmuring Deep, p114. Traducción de la autora del artículo.
[3] Ester 2:20
[4] Ester 4:16
[5] Taanit 29 a
[6] Deuteronomio. 16:14,15
[7] Salmos 100:2
[8] Hiljot Lulav, 8:15
[9] Ester 9:22
[10] Devarim 30:19