Por Ethel Barylka Ilustración: @RIVKAKORFSTUDIO
En parashat Lej Lejá se le prometió a Abraham, «la bendeciré, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella». (Bereshit 17:16).
Pero no todos los descendientes de Abraham fueron de su satisfacción y a Yitzjak, quien oró tanto para tener hijos, por su parte le nació Esav que no necesariamente era parecido a su ideal de hijo… Según el Midrash, Abraham murió ya anciano, sin conocer las acciones de Esav, porque según el Midrash falleció justo antes de la venta de la primogenitura de su nieto, lo que le hubiera ocasionado mucho dolor.
En el versículo «Y guisó Yaakov un potaje; y volviendo Esav del campo, cansado», (Génesis 25:29), dice el rabino Bejaya Ibn Pakuda [Génesis 25] que «era apropiado que dijera: «Que el potaje lo guisó Yitzjak porque él guardaba el luto por su padre Abraham, pero como el doliente no puede comer «alimento propio» por ello fue Yaacov quien lo preparó, siguiendo la costumbre de preparar lentejas en el hogar del doliente. Porque la lenteja es cerrada y circular, para decir que es como una rueda que está regresando en el mundo, y así como esta lenteja no tiene una boca, así no se debe hablar en el luto. Y ese día murió Abraham Avinu, y tuvo el privilegio de no alcanzar a ver a Esav en su inconducta.»
Del mismo versículo «Y guisó Yaakov un potaje; y volviendo Esav del campo, cansado» aprendemos también que Esav estaba fatigado. ¿Y de qué estaba tan agotado?
Jezkuni, da una respuesta positiva y dice que «estaba cansado porque los cazadores se cansan persiguiendo a los animales y a veces incluso se pierden en el bosque por uno o más días, y sufren de sed y hambre». Pero aprendimos que «el malvado Esav cometió cinco faltas ese día: poseyó una joven comprometida (acto que conlleva la pena de muerte en la Torá) mató a una persona, negó la resurrección de los muertos, rechazó la existencia divina, despreció la primogenitura» (Shemot Raba 1).
Había regresado cansado, es decir, sediento y hambriento, tal como le sucedió a Elifas teimanita a quien Job (22:5-7) reprende: «Por cierto tu malicia es grande,
y tus maldades no tienen fin. Porque sacaste prenda a tus hermanos sin causa,
y despojaste de sus ropas a los desnudos. No diste de beber agua al cansado, y detuviste el pan al hambriento». De lo que aprendemos que cansado significa sediento. El profeta Isaías (29:8), también compara el cansancio con la sed: «Y les sucederá como el que tiene hambre y sueña, y le parece que come, pero cuando despierta, su estómago está vacío; o como el que tiene sed y sueña, y le parece que bebe, pero cuando despierta, se halla cansado y sediento; así será la multitud de todas las naciones que pelearán contra el monte de Sion».
Pero Esav estaba cansado, hambriento y sediento, pese a que había probado de todos los placeres, voluptuosidades y lujuria que tenía a su alcance.
Es interesante notar que algunos de los midrashim dicen que regresó del asesinato que cometió contra Nimrod: y los jóvenes crecieron y Esav un cazador de aves y animales que salía al campo a matar y asesinó a Nimrod y a su hijo Janoj… (Queter Yonatán Bereshit 25:27).
En realidad, Esav debió haber recibió un reconocimiento por haber matado a ese delincuente acerca del cual se dijo: Su nombre Nimrod significa (de la palabra mered) que levantó a todo el pueblo en Su contra durante su reinado, Amrafel (Nimrod) que fue quien dijo que arrojó a Abraham a un incinerador de flamas (Eruvin 53). ¿Y por qué razón no se le recuerda a Esav ese mérito?
Dice el rav Eliashiv: «Nimrod persiguió durante toda su vida a Abraham Avinu que no pudo librarse de él. Y ahora nace un hijo de su estirpe que venga la venganza del abuelo. ¡Cuánta obra maravillosa hay en ese acto, máxime que en el mundo se elogiará al «héroe» que es nieto de ese anciano!… pero, aquí viene la Torá y nos dice «una buena ancianidad». Porque Esav profanó el nombre del Señor, se llegó a una joven comprometida, negó a Dios y a la resurrección, por lo que puede ser que, así como hoy mostró su fuerza contra Nimrod, así mañana podrá elucubrar el asesinato de Jacob (harav Eliashiv, Divrey Hagadá pág. 69).
Es sabido que Esav deseaba matar a Jacob que huyó de él. Por lo que podemos ver aquí dos prevenciones importantes: la primera el uso de la fuerza, que así como se puede usar contra un enemigo también se la puede usar para objetivos menos elevados. La segunda es la prevención sobre el modelo educativo, ya que el conflicto entre los hermanos nos coloca frente a un dilema pedagógico nada simple.
El padre amaba a un hijo, la madre al otro.
Dice rabí Shimshón Refael Hirsch, «los sentimientos de los padres, estaban divididos respecto a sus hijos, y este es un hecho que no puede influenciar positivamente (Bereshit 25:28). Más aún dice… el profundo enfrentamiento de los nietos de Abraham tiene su fuente principal no solo en sus cualidades sino en la mala educación que recibieron (Bereshit raba 63:14). Mientras eran pequeños no se prestó atención a sus inclinaciones ocultas, les enseñaron una misma Torá y una misma educación olvidando el principio: «Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él» (Proverbios 28:6).
La educación se debe dar según las inclinaciones de los hijos, que respondan a sus tendencias y a su personalidad, muchas veces ocultas en las profundidades de su alma y dirigiéndose a un objetivo puro, humano y judío simultáneamente. La gran función judía es única, pero los caminos para alcanzarlo son muchos y polícromos, tal como muchas son las cualidades humanas y matizadas las sendas de la vida… quien sienta a Yaakov y a Esav en un mismo banco del aula, y enseña a ambos los mismos hábitos y costumbre, y los educa para una vida y un pensamiento similares, tiene asegurado el fracaso de por lo menos uno de ellos. Yaakov se nutrirá de la fuente de la sabiduría y su hermano Esav solo esperará el día en que pueda arrojar a sus espaldas los libros viejos, y con ellos el modelo de vida que le enseñaron, que él conocía solo unilateralmente y en una manera que por naturaleza le desagrada.
La tendencia natural de muchos padres y muchos sistemas educativos es homogeneizar la enseñanza para todos sin distinción de sus capacidades e inclinaciones. La advertencia de la Torá en este asunto de educar diferenciadamente según la personalidad del educando, puede evitar que distribuyamos Ritalin a tantos niños que no lo necesitan y abrir caminos educativos apropiados para sus diversas almas.
Entonces todos alcanzaremos una buena ancianidad viendo como nuestros descendientes siguen por la mejor senda de la vida.