La lectura de la Torá que renovamos esta semana trae el relato de la Creación. La Torá particular y nacional abre con un acto de carácter universal, quizás para recordarnos que para eso está destinada: ser una doctrina del mundo, una ley de todas las naciones y no un activo nacional exclusivo y cerrado dentro de los cuatro codos de nuestro santuario nacional.
“Sucederá en días futuros que el monte de la Casa del Señor será asentado en la cima de los montes y se alzará por encima de las colinas. Confluirán a él todas las naciones, y acudirán pueblos numerosos. Dirán: «Venid, subamos al monte del Señor, a la Casa del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos y nosotros sigamos sus senderos». Pues de Sión saldrá la Ley, y de Jerusalén la palabra del Señor. (Isaías, 2:2-3)
De la parashá Bereshit y de la creación del hombre se deriva del principio básico del valor de la vida que es también el sustrato básico de todo el edificio social: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y varona los creó.” (Génesis 1: 28).
El hombre fue creado Betselem -a imagen divina- y de ahí surgen dos principios esenciales: el de la igualdad y el del amor.
“Él (Rabí Akiva) solía decir: Apreciado es el hombre, ya que fue creado a imagen [y semejanza], un cariño especial le fue concedido, al hacerle saber que fue creado a imagen de Dios, como dice: “Porque a imagen de Dios hizo al hombre” (Gen. 9:6). (Avot 3:14).
Según Ben Azay de la Creación del ser humano Betselem -a imagen divina- deriva también la igualdad de los seres humanos: “Y amarás al prójimo como a ti mismo” (Vaykrá 19:18), Rabí Akiva dice que es el principio fundamental de la Torá. Ben Azay dice: “Este es el libro de la historia del hombre [el día en que Dios creó al hombre en la forma de Dios lo hizo]] “(Génesis 5: 6) – esta es una regla mayor que aquella. Sifra, Kedoshim, Parashá, 10. Y en palabras Hilel “no hagas a tu amigo lo que es odiado para ti” (Shabat 31a).
Estos gigantes del pensamiento judío, surgen del mismo punto de partida ,de la creación del hombre Betselem -a imagen divina- para establecer a su manera los principios del pensamiento moral: el amor, o lo que hoy podríamos llamar respeto, y la igualdad. Todos fuimos creados Betselem -a imagen divina-, por lo que todos somos iguales.
De ahí también el valor de la vida. El derecho a la vida y la prohibición del asesinato que ya estaban incluidos en los siete mandamientos de los hijos de Noé incluso antes de la entrega de la Torá. Ser creados Betselem -a imagen divina- nos impone tanto el derecho a la igualdad, la vida, la dignidad humana, así como también el deber de preservarlos. Y este es un deber esencial.
Es deber del hombre preservar su vida y la vida de quienes lo rodean, no solo evitando el perjuicio, sino activamente “Guardad, pues, mucho vuestras almas” Deut. 4:15. No solo no causar daño, sino actuar para el respeto de la vida y su dignidad.
La dignidad humana no es un asunto particular o nacional, sino de los seres humanos dondequiera que estén o que sean, también de tu enemigo.
Después de la derrota de los amonitas y los moabitas, el pueblo cantó “Alabad al Señor por su misericordia para siempre” (Crónicas 2: 20, 21-22). Y sobre esto los sabios dijeron: “… ¿por qué no se dice “que es bueno” en esta declaración (y se nombra la misericordia)? Porque el Santo Bendito no se regodea con la derrota de los malvados” Meguilá 10 b.
En nuestro tiempo es necesario retornar y recordar el principio constitucional que se deriva de nuestra sagrada Torá. La renovación del fundamento de la Torá a través del aspecto personal, significativo y relevante para la vida humana es lo que puede conducir al cumplimiento de la profecía del fin de los tiempos.
La reducción, la contracción de la lectura de la Torá solo desde el aspecto nacional, la priva de un elemento fundamental.
( sept. 2012)