Yoná bar Maoz, publicado originalmente como comentario a Parashat Bereshit por la Universidad de Bar Ilán
Traducido por Mujer y Judaísmo en Octubre de 2020
Este artículo revisa la reacción de algunas mujeres de la Torá al hecho de haber perdido a sus hijos: su reacción ante la intensidad del quiebre familiar y emocional, así como a la amenaza existencial que le acompaña. Examinaremos a Javá, la mujer de Tekóa – figura en espejo de Javá – Rivka y Elisheva la esposa de Aarón-. Si bien Elisheva sale de lo común ya que los escritos no mencionan cuál fue su reacción ante la muerte simultánea de Nadav y Avihu, sus dos hijos, aun así podemos llegar a algunas conclusiones a partir del silencio de las Escrituras.
Según muchos de los exegetas, Caín fue muerto por Lemej, y de acuerdo al orden de las Escrituras parecería que Javá dio a luz a Shet después de la muerte de Caín. Javá reacciona con una frase a la muerte de Hevel durante el nacimiento de Shet, y en esa frase engloba también a Caín, y así llora por sus dos hijos al unísono: “… y ella dio a luz un hijo y le puso por nombre Shet, porque, dijo ella: “Dios me ha dado otro descendiente en lugar de Hevel, pues Caín lo mató” (Bereshit 4:25).
Su gran involucración emocional destaca, cuando la comparamos, con la reacción de Adam: “Cuando Adam había vivido ciento treinta años, engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y le puso por nombre Shet – (Bereshit 5:3).
Adam le da a su hijo el mismo nombre que Javá le había dado, pero no explica la razón del nombramiento. Igualmente, encontramos señales de una gran ruptura espiritual y nuestros sabios le dieron una descripción gráfica cuando intentaron responder la pregunta de porque entre el nacimiento de Caín y Hevel al nacimiento de Shet pasaron 130 años. [i]
La mujer de Tekóa que intenta apaciguar el enojo de David por Avshalóm que había matado a su hermano Amnón, recrea el relato tomado de lo sucedido entre Caín y Hevel sólo que le agrega los sentimientos tempestuosos de una madre hacia el hijo asesino: “Por lo cual el rey le dijo: “¿Qué te pasa?”. A lo que ella dijo: “En realidad soy una mujer enviudada, ya que está muerto mi esposo. Y tu sierva tenía dos hijos, y los dos se pusieron a luchar el uno con el otro en el campo, sin haber un libertador que los separara. Por fin el uno derribó al otro y le dio muerte. Y sucede que toda la familia se ha levantado contra tu sierva, y siguen diciendo: ‘¡Entrega al heridor de su hermano, para que le demos muerte por el alma de su hermano a quien mató, y aniquilemos aun al heredero!’. Y extinguirán el brillo de mis brasas que ha quedado, de modo que no se asigne a mi esposo ni nombre ni resto sobre la superficie del suelo” (II Shmuel 14:5-7). ‘Mi señor, rey, la iniquidad sea sobre mí y la familia de mi padre; el rey y su trono sean sin culpa” (II Shmuel 14:9).
¿Qué hacer con el hijo asesino? El sentimiento de justicia exige vengar la sangre derramada de su hermano porque también la sangre de los descendientes que no nacerán, grita desde la tierra, así lo interpretaron nuestros sabios en la mishná Sanedrín 4,5 refiriéndose al plural de “Kol dmei ajija” – las “sangres” de tu hermano. Pero si se matara al asesino y el mismo no tendría futuros descendientes, será castigado el padre muerto porque no le quedará ningún rastro en el mundo. Esta idea es central en la Torá y sobre ella se basan los preceptos del Levirato que anula la prohibición del incesto que impide que un hermano espose a la mujer de su hermano.
En el período bíblico la sociedad vive esta idea con mucha fuerza, al grado que el deseo de dejar descendencia al muerto y algún recuerdo en el mundo de los vivos, provoca la ampliación del círculo de quienes están obligados a esposar a la viuda más allá de sus hermanos. Eso fue lo que sucedió en los esponsales de Ruth y Boaz, para expresar el deseo que Elimélej tuviese un nombre futuro y un rastro familiar.
El rav Moshé Alshij, (1508-1593, prominente rabino, predicador y comentarista bíblico en la última parte del siglo XVI, interpreta en ese sentido y se pregunta ¿por qué Javá dice “y ella dio a luz un hijo y le puso por nombre Shet, porque, dijo ella: Dios me ha dado otro descendiente (Zera) en lugar de Hevel” y no dijo otro hijo? ¿Y para qué recordó a Caín en ese contexto aparentemente sin razón a consolidar la presencia del muerto? (Ver ib. 4:25). Y responde: “Si bien supimos que Shet es Hevel, pero es descendiente de otro –de Caín- porque a él le toca por la regla del levirato”.
Es decir que con el asesinato de un hermano en mano del otro hermano la familia debe resolver un dilema de valores: al faltar la descendencia del asesinado, el hermano asesino debía tomar por levirato a la esposa del asesinado, y dado que ni la inteligencia ni la moral toleran una cosa semejante porque sería como decir “asesinaste y también heredaste”, por ello Javá agradece a Dios que le dio la oportunidad pura desde el punto de vista espiritual de poder sustituir al hijo muerto”[ii].
¿Por qué la Torá nos señala los sentimientos de Javá y sólo insinúa los de Adam? Una explicación psicológica se puede basar en la diferencia entre la esencia femenina y la masculina a la que se suma el condicionamiento social, tanto si se habla de la inclinación de expresar los sentimientos en forma abierta frente a su internalización, como si se trata de un vínculo especial que se establece entre la madre y el hijo durante el embarazo y la lactancia. Otra explicación que corresponde más al espíritu de la Torá es que reacciona más quien siente mayor responsabilidad por el suceso.
El pecado de Caín tiene su fuente de alguna manera en las acciones de su madre Javá, cuando al comer del árbol de la sabiduría llevó a un corte entre Dios y Adam, y desde entonces hay que hacer esfuerzos para poder reducir la brecha. No siempre esos esfuerzos tienen éxito, tal como sucedió con Caín: la desobediencia de la madre y del hijo tienen su fuente en el sentimiento que Dios no quiere su bien, por lo que eligen un camino negativo para lograr sus objetivos. Javá come el fruto del árbol por qué la prohibición es interpretada como si Dios no quisiese que la humanidad pueda discernir entre el bien y el mal. Por su lado, Caín no acepta la explicación divina de que tiene las fuerzas para elevarse si eligiese perfeccionar lo que necesita mejora. Sea por que no cree tener esa posibilidad o por qué el camino de superación es muy difícil a sus ojos y quizás porque no cree que esa es la razón por la cual su ofrenda fuese rechazada. De todas maneras él elige ignorar el consejo. Otra falta que tienen en común la madre y el hijo es la arrogancia, altanería, y altivez. Caín no acepta que alguien pueda ser mejor que él mismo. Y en el caso de Javá esa cualidad se expresa cuando explica las razones del nombre Caín usando el nombre de Dios si seguimos la exégesis de Sansón Rafael Hirsch: “Con el tiempo ella dio a luz a Caín y dijo: He producido un hombre con la ayuda de Eloh-im” La primera sensación de la madres se relaciona a ella misma. Por lo que hay en eso una distorsión de su actitud maternal. Una madre penetrada del espíritu de la obligación, primero recordaría a Dios, primero pensaría en su obligación y en la función que le fue dada por el regalo de Dios. Hay en esto una distorsión y un sentido de egoísmo, que podemos con facilidad imaginar que influyó sobre carácter del hijo. Y así su nombre expresa aún en medida mayor su auto aprecio”.
Rivka de alguna manera es un paralelo de Javá. Ella debe enfrentarse al asesinato potencial de un hermano al otro y su responsabilidad por ello es aún mayor que la de Javá. Si ella no hubiera ideado que Yaacov reciba las bendiciones de Ytzjak, no hubiera despertado el pensamiento asesino de Esav el hermano que lo hubo despojado.
Rivka teme perder a sus dos hijos en el mismo día y así lo interpreta la traducción de YIonatán ben Uziel en Bereshit 27:45: -“tú serás asesinado y él expulsado, así como Javá perdió a Hevel asesinado por Caín, y ambos fueron apartados de Adam y Javá todos los días de sus vidas”.
Otros exegetas aportan las posibilidades de cómo Rivka perdería a sus dos hijos si Esav mata a Yaacov. Rashí: “si tú te levantas a matarle sus hijos te matarán”.
R. Yosef Bejor Shor: “si te matare, o tú a él, vendrá la familia a reclamar que le entreguen al asesino de su hermano”.
Ibn Ezra cree que temía que uno matare al otro, o que lo mataremos si mata a su hermano.
Del versículo no se observa que Yitzjak sea consciente de la intención de asesinato que existe en el corazón de Esav, por lo tanto, no había ninguna necesidad de expresar su reacción. Pero ¿quién puso sobre le avisó a Rivka? Lo supo a partir de su espíritu profético (como lo interpreta Rashí) , o quizás el sentimiento de responsabilidad por la tragedia posible aguza sus sentimientos respecto a la conducta de Esav. En un momento más tardío intentan tanto Javá como Rivká corregir lo que distorsionaron. Javá corrige su engreimiento al nacer Shet, a partir del fundamento que le da a su nombre: ahora tiene claro que el único Hacedor de vida es Dios, y más aún es El quien le retribuye con bien incluso a quienes obraron mal, cura los corazones de los heridos entregándole descendencia.
A su vez Rivka intenta corregir las consecuencias de su acción de manera que pueda ser útil para ambos hijos. Por ello no le informa a Yitzjak la razón del alejamiento de Yaacov del entorno de su hermano Esav.
A diferencia de Javá y Rivka, Elisheva ben Aminadav, la esposa de Aarón, no tiene nada que ver con el pecado de sus hijos, por ello las Escrituras no expresan sus sentimientos. Si no hubiera sido por la sensibilidad de nuestros sabios, hubiera quedado oculta ante nuestros ojos la magnitud de la tragedia que le toca vivir, tal como lo trae el midrash acerca del versículo “A la risa dije: enloqueces; y al placer: ¿De qué sirve esto?” (Qohelet 2:2), en qué medida se mezcla la alegría con el drama según el midrash Sifrá 10:2! En un solo día, (el día de la inauguración del Mishcán) vio cuatro festejos: Moshé su cuñado hecho rey, Najshón su hermano, jefe de todas las tribus, Aarón su esposo, sumo sacerdote vestido con el Efod, sus dos hijos vice sumos sacerdotes, dado que ingresaron a encender inciensos sin permiso, fueron quemados y su alegría se hizo duelo” (Qohelet Rabá 2,2).
Esta vez las luces enfocan a Aarón y el lector puede ver su respuesta. Hay una relación entre las acciones del padre y la de los hijos: Aarón durante el episodio del becerro de oro, quiso hacer un acto positivo, de Servicio a Dios, al igual que los hijos al encender el incienso. Todos intentan servir a Dios de una forma en la cual El lo ha pedido. No sólo que los hijos imitan la actitud del padre, sino que con la muerte de los hijos es castigado duramente el padre.
El silencio de Aarón después de la muerte imprevista de sus hijos por un lado y su sentimiento que no merecía comer de la ofrenda Jatat expresan un profundo arrepentimiento y un intento de corregir la falta por medio de la obediencia absoluta.
Un aspecto interesante es que pareciera que no hay ningún parecido entre la muerte de los hijos de Aarón y la lucha entre las parejas de hermanos Caín y Hevel e Yitzjak y Jacob dado que en los relatos de los asesinatos uno es el agresor y el otro es la víctima en el caso de los hijos de Aarón ambos se igualan en la falta. Pero no es así. En el relato de Ytzjak y Yaakov éste tiene una gran responsabilidad por el deterioro de las relacions, del mismo modo que Hevel también es en parte responsable. Hevel en lugar de buscar su propio camino para acercarse a Dios, compite con Caín en el mismo terreno tal como se insinúa en el versículo ” También Hevel, por su parte…” lo imita y de esa manera avergüenza a su hermano delante de Dios.
[i] (Dijo r. Yrmiah ben Eleazar: durante todos los años en los que se encontraba en ostracismo le nacían espíritus, duendes, y demonios” (Talmud Bavli Eruvin 18 b).
[ii] Veamos que Javá no llama al bebé Hevel, y así se solía hacer en casos de levirato, porque es suficiente la idea de tener otro hijo, y así se entiende de la explicación que ella da al nombre de su nuevo hijo.