Por Yael Novogrodsky Ilustración: Esther Pollak
Agradecemos a Yad Vashem la autorización para traducir y publicar este artículo
El pueblo de Israel fue el primero en atribuir un significado decisivo a la historia. Solo en Israel, y no en ninguna otra nación, se percibió el mandamiento de recordar como una mitzvá religiosa para todo el pueblo. «Acuérdate de los días de antaño, considera los años de generación en generación». (Deuteronomio 32:7) «Recuerda lo que te hizo Amalec cuando estabais de camino a vuestra salida de Egipto» (Ibíd. 25:17)[1].
La memoria es inherentemente selectiva. No vale la pena recordar todos los sucesos o eventos. Cada individuo o colectivo elige qué recordar y cómo recordar.
El rabino Lichtenstein, en su charla en la Yeshivá de Har Etzion del 10 de Tevet 5777, se refiere a esta elección[2]:
«Las naciones del mundo establecen días para recordar las victorias y los éxitos, mientras que tratan de olvidar los fracasos. La Congregación de Israel tiene un carácter diferente: no tiene memoria selectiva; inculca en la conciencia no solo la gloria y la prosperidad, sino también los períodos de destrucción. El recuerdo del pasado con todo lo bueno y lo amargo que tiene, es parte de nuestra existencia y de nuestra vivencia. Los días de ayuno son días en los que la congregación de Israel se reúne con sus sufrimientos y sus adversidades. Hay un valor en el recuerdo por sí mismo– reunirse con el pasado, detenerse en la complejidad de nuestra existencia y ver la continuidad del pasado-presente-futuro».
Yosef Jaim Yerushalmi en su libro «Zajor», explica que el verdadero peligro no reside en que se olviden los acontecimientos del pasado, sino en que no se recuerde su faceta más álgida, la forma en la que acontecieron. «Cuando te haya introducido en la tierra…cuida de no olvidarte del Señor que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre». (Deuteronomio 6:10-12, Ibíd. 8:11-18).[3]
Por ello, se fijaron en el pueblo de Israel días de recordación de distintos sucesos de la historia judía. Algunos de los cuales se convirtieron en fechas centrales del ciclo del año judío como festividades o como los días de duelo (Por ej.: la fiesta de Janucá, el 9 de Av y otros).
Se establecieron varias fechas para fijar el Día de la Recuerdo del Holocausto: el Día del Recuerdo a los Mártires y Héroes del Holocausto, el ’10 de Tevet’, y el año pasado (se refiere al año 2005 N.de T.) se fijó otro día conmemorativo, el 27 de enero. Cada uno de los días de recordación se estableció por diferentes motivos: el Día del Recuerdo de los Mártires y Héroes del Holocausto – es el Día de la conmemoración nacional oficial, el 10 de Tevet – es el Día del Kadish General y el 27 de enero – el Día Internacional de la Recordación del Holocausto.
Ya en 1946, se hicieron los primeros intentos de establecer un Día de Recordación del Holocausto, al acercarse el primer aniversario de la liberación de los campos.
El 5 de mayo de 1946, el Comité Central del campo de refugiados de Landsberg en Alemania, dedicó su reunión semanal a establecer un «Día Unificado del Recuerdo y la Liberación». En esta reunión, algunos cuestionaron la autoridad de los representantes de Sheerit Hapleitá (los sobrevivientes del Holocausto) para establecer un día de conmemoración para el pueblo judío en su totalidad, y propusieron que se adjudicara la decisión a rabinos y eruditos.
El tema central de la discusión se centró en la naturaleza del Día del Recuerdo y sus componentes principales: ¿Se debe enfatizar el dolor o la gratitud? ¿El sufrimiento o el heroísmo? ¿La Santificación de Dios o la supervivencia?
La mayoría apoyó la declaración oficial de un «día de recuerdo y liberación, que enfatizará nuestra tristeza y amargura ante la gran tragedia que consumió a los judíos europeos, y representará en su simbolismo el renacimiento nacional al tiempo que enfatizará que el pueblo de Israel vive[4].
En la sesión, se decidió establecer el 14 de Iyar (que cayó el 15 de mayo de 1946), el día de la liberación del campo de Landsberg, como el Día de Recuerdo y Victoria. El día de luto se marcó con asambleas de recordación y plegarias que se llevaron a cabo en los centros de Sheerit Hapletá, en el sector que había sido ocupado por los Estados Unidos. Todas las reuniones comenzaron o finalizaron con el canto del «Hatikva» e incluyeron el recitado de «Yizkor» y «El Malé Rajamim», un minuto de silencio en memoria de los asesinados, palabras fúnebres, marchas de victoria y cantos colectivos.
Se puede ver que en la mayoría de los casos se integraron en las asambleas temas antitéticos de la naturaleza de la conmemoración[5]. Para muchos de los sobrevivientes, las ceremonias estaban acompañadas de un cálido sentimiento de solidaridad judía, el respeto por los asesinados y manifestaciones de alegría por el final de la guerra.
Un segundo intento de establecer un Día del Recuerdo se realizó en Hungría, el 20 de Sivan de 5766, la fecha tradicional del día de duelo en memoria de las víctimas de los disturbios de los cosacos que provocaron los pogromos llevados a cabo contra los judíos de la Ucrania en los años 1648-9. En la práctica, estos días no fueron fijados como días de conmemoración a lo largo de las generaciones. En el debate público llevado a cabo en la Kneset, respecto a la decisión de fijar un «Día de Recuerdo», no se elevó la iniciativa de fijar la fecha del día de conmemoración de la Shoá, en ninguno de esos días.[6]
Judith Baumel[7] planteó la hipótesis[8] de que la razón de ello probablemente haya sido porque el motivo para determinar los primeros días del recuerdo se determinó por una necesidad interna e inmediata de los sobrevivientes de honrar la memoria de sus seres queridos. Según ella, no se pensó a largo plazo en fijar la fecha y los días se fijaron desde un punto de vista local y no desde una amplia perspectiva nacional. Es el mismo motivo que llevó a que en los años siguientes muchas comunidades establecieran sus propios días de recuerdo, generalmente el día de la última deportación o el día de la liquidación del gueto de su comunidad.
Los intentos de establecer un día de recuerdo institucionalizado a nivel nacional, comenzaron solo después del establecimiento del Estado.
En 1949, unos seis meses después del establecimiento del Estado, el Rabinato Principal de Israel fijó la fecha del 10 de Tevet como «Día del Recuerdo del Holocausto».
El 10 de Tevet, se estableció en los tiempos bíblicos como un ayunó que marcó el comienzo del sitio de Jerusalén y del proceso que condujo a la destrucción del Primer Templo por Nabucodonosor, rey de Babilonia. Este ayuno es uno de los cuatro ayunos del año que marcan la destrucción y sus consecuencias: el 17 de Tamuz (el día en que se destrozaron los muros de Jerusalén), Tishá Beav (el día de la destrucción del Primer y el Segundo Templo), el ayuno de Guedalia (el día de ayuno para marcar el asesinato de Guedalia hijo de Ajikam) y el 10 de Tevet.
La declaración del «Día del Recuerdo de la Shoá» fue publicada en el periódico Hatzofé el 10 de tevet del año 5709 (1949).
«Hoy martes, 10 de Tevet, que se fijó por el Rabinato Principal como el Día permanente de los mártires del exilio».
Tambiénn el rabino Iser Yehudá Unterman, que era entonces el rabino de Tel Aviv, declaró en un discurso en «Kol Israel», al día 10 de tevet como día del recuerdo.[9]
«Ahora hemos establecido un día perpetuo de recuerdo de esta catástrofe, es el 10 día de Tevet, un día de ayuno público por generaciones. El ayuno en el que comenzó la primera destrucción merece servir también como un día de recuerdo de la última, al borde del último exilio. En este día debemos elevarnos por encima de los asuntos del momento y unirnos con la memoria de nuestros mártires, quienes permanecieron fieles a la eternidad de Israel y dedicados a la visión de la redención hasta el último momento. Su canción «Ani Maamín-Yo creo» seguirá siendo para siempre un himno sagrado y reverenciado, y la memoria de estos héroes quedará grabada en los corazones de todos los hijos de Israel y no se borrará jamás«.
Parece que el establishment secular de aquellos días no tendía a aceptar la regulación del Gran Rabinato y aparentemente el mismo rabinato también retiró su propuesta.
Un año después, el 19 de diciembre de 1950, 9 de Tevet de 5710, en un comunicado emitido por el Gran Rabinato y publicado en el periódico Hatzofé, se hace un llamado a un ayuno en memoria de las víctimas cuyo día de muerte se desconoce. Se puede ver que este ya no es un «Día de los Caídos en el Holocausto», como aparecía en la versión original de la propuesta de 1949.[10]
En 1957, el Rabinato Principal publicó un boletín con el título «El Día del Kadish». En la publicación se acentuó que el 10 de Tevet, fue fijado como el día del recuerdo de los millones de asesinados de quienes se desconoce la fecha de su fallecimiento.[11]
«La norma de este día, el 10 día de Tevet, es para hijos y parientes, como la regla del aniversario del día de la muerte, respecto a recitar ‘Kadish’, estudiar Mishnayot y encender velas por la elevación del alma en la víspera del 10 de Tevet… y lo adecuado es que cada uno encienda esta noche en su hogar. Y quienes no tiene algún progenitor en vida, que participen en el recitado del ‘Kadish’ colectivo en público… Después de la lectura de la Torá en la oración de la mañana, se recitará la plegaria especial recordatoria en todas las sinagogas y seminarios que hemos redactado por la Shoá… «.
La segunda propuesta para establecer un día de recordación fue en la reunión de la Kneset el 12 de abril de 1951. La propuesta fue presentada por el parlamentario Mordejay Nurock, proponiendo el día 27 de Nisán como una conmemoración especial debido a su proximidad al estallido del Levantamiento del Gueto de Varsovia en la víspera de la Pesaj. La propuesta recibió mucha resonancia entre los miembros de la Kneset, y se estipuló por ley que el «Día de la Conmemoración de los Mártires y Héroes del Holocausto» se llevará a cabo el 27 de Nisán de cada año como una conmemoración oficial.
A pesar de ello, en muchas de las sinagogas de poblaciones religiosas se siguió conmemorando el 10 de Tevet.
En el Kibutz Yavne, por ejemplo, se marcan tanto el 10 de Tevet como el Día del Recuerdo de los Mártires y Héroes del Holocausto (27 de Nissan) dándoles diferente énfasis a cada una de las fechas[12]:
Israel, miembro del Kibutz, segunda generación de sobrevivientes de la Shoá, relata:[13]
«Recuerdo este día [el 10 de Tevet, Y.N.] estando de pie en la sinagoga. Rezaban la oración «El Malé Rajamim» por las almas de aquellos que perecieron en el Holocausto y decían el «Kadish». Y yo como niño intentaba imaginar a los abuelos de mis dos padres. Probé imaginar, porque no teníamos fotos. Mis padres arribaron sin fotos, fueron inmigrantes ilegales, no quedó nada […] Trataba de imaginarlos, cómo se veían, cómo vestían. Intentaba orar por ellos […]. Como persona religiosa, creía y sigo creyendo que ellos estaban en el cielo y estaban mirando a su nieto y a la próxima generación, que nos estaban observando y examinándonos. […] Hacía esfuerzos de acercarme a ellos en el día del «Kadish General». El 10 de Tevet yo ayuno, pero el 27 de Nisán no… Desde mi punto de vista el «Día del Kadish General» es el Día del Holocausto privado y familiar, mientras que el día 27 de Nisán es un día nacional, una especie de período heroico en la nación hebrea (como el Éxodo de Egipto, el Día de Recuerdo por los Caídos de las Fuerzas de Defensa de Israel y el Día de la Independencia) en los que veo el aspecto nacional».
Si es así, ¿por qué se eligió el ayuno de los «10 de Tevet» para conmemorar el Día General de Kadish para las víctimas del Holocausto?
En la decisión del Gran Rabinato de establecer el 10 de Tevet para el Día del Recuerdo del Holocausto, se manifiesta la visión de que el Holocausto es la encarnación moderna de los actos de destrucción y asesinato inherentes a la historia del pueblo judío.[14]
«El ayuno del comienzo de la destrucción [10 de Tevet] fue declarado como día de recuerdo de la última catástrofe. El día en que el rey de Babilonia comenzó el asedio a Jerusalén es una calamidad para un pueblo que perdió su independencia y vistió ropas de exilio. Una línea se extiende desde Nabucodonosor hasta el asesino alemán. La bestia de Babilonia, de Roma y de Berlín buscó devorar a Israel»[15].
La elección puntual del 10 de Tevet, como día de la dedicación general a las víctimas del Holocausto, tiene diversas explicaciones ideológicas:
El rabino Feiglin, líder de la Yeshivá de Hesder Nehardea en Nahariya, explica que el significado principal del ayuno del 10 de Tevet es el ocultamiento del Rostro Divino que comenzó con el asedio y que, lamentablemente, nos acompaña hasta el día de hoy. Según sus palabras, el Ocultamiento del Rostro, llegó a su clímax sin duda en los acontecimientos de la Shoá, por lo que parece natural que el Rabinato Principal fije ese días como el del Recuerdo a las seis millones que perecieron.[16]
El rav Yeshayahu A. Steinberger, pregunta en este contexto: El 10 de Tevet, señala la raíz de la destrucción porque en él comenzó el sitio. Este duelo que hacemos por el comienzo del asedio necesita una explicación: presuntamente no quedó ningún rastro de esa desgracia, y su continuación, la destrucción del Primer Templo, deja en la sombra todo lo condujo a ella. ¿Por qué debemos marcar, un episodio marginal que fue absorbido por otro mucho más importante? ¿Acaso existe alguna desgracia que no está incluida en la destrucción que reside en el sitio por si mismo?
El rav Steinberger explica[17] que la tragedia que representa el asedio es la penetración de lo babilónico, que representa la confusión del lenguaje[18], y la comunicación que echaron a perder las fuerzas destructivas de Babilonia de la pura y radiante diafanidad del judaísmo. En su opinión, hasta el día de hoy no nos hemos recuperado de la decadencia que provocó que el espíritu nacional se desvaneciera, desfigurara y disminuyeran las fuerzas de la creatividad y la vitalidad. Aunque el evento terminó y desapareció de la faz de la tierra, sus impresiones y sus restos nos influyen hasta hoy día.
Así también explica el impacto del Holocausto en el pueblo judío, siendo el primer ejemplo de este fenómeno el desastre del asedio que conmemoramos el 10 de Tevet.
El regocijo de la creación nacional, la forma de vida e incluso la vitalidad normal del pueblo judío han sido dañadas irreparablemente para mucho tiempo. Muchas generaciones soportarán, quizás inconscientemente, el pesado sedimento del trauma del Holocausto… La conciencia nacional colectiva permanece sitiada y angustiada… A pesar que han pasado dos generaciones desde entonces. El ‘complejo del Holocausto’… es real… estos sentimientos, que impregnan tanto a las generaciones futuras como a los que no estuvieron allí, ni ellos ni sus antepasados, son la última expresión de un asedio emocional y espiritual que permanece más allá de los hechos mismos». [19]
El rabino Aharon Lichtenstein ve la conexión entre los dos eventos como un mensaje moral-educativo:
En su opinión, el mensaje del 10 de Tevet es que después de la destrucción, incluso si un evento no se destaca, debemos hacer la cuenta hacia atrás y ver que los brotes de esas llamas, que se apoderaron el 9 de Av, el día de la destrucción, del Templo, ya se inflamaron en Tevet. Así también con el Holocausto. Él explica que en retrospectiva se pueden ver las raíces y los brotes del Holocausto: la música de Wagner, la dominación de Bismarck y las enseñanzas de Nietzsche (aunque ciertamente no se podían discernir entonces, ya que no era posible descifrar los brotes cuando no sabían que existía un árbol así).
El mensaje moral y educativo que surge esto es que hoy, después de saber que existe un árbol así, debemos ser conscientes de sus brotes, intentar ver los procesos incluso en sus primeras etapas y no centrarnos solo en el evento en sí, en el «golpe». Debemos afinar la conexión entre el asedio y la destrucción, no necesariamente por el temor a un segundo Holocausto, sino porque «si esto es lo que surge de los brotes, cuál es la ferocidad de los brotes mismos». [20]
Quizás se pueda decir que lo mismo es cierto para nuestros días, con respecto a varios fenómenos negativos que ocurren en el mundo (como la negación del Holocausto (. Debemos prestar atención y despertar la conciencia en relación a los procesos que acontecen en el mundo y reconocer la ferocidad de ciertos brotes per se y no solo a las consecuencias que pueden ocurrir como resultado de ellos.
Fuentes para lecturas complementarias:
- יהודית תידור באומל, «קול בכיות» – השואה והתפילה, אוניברסיטת בר אילן, ירושלים, 1992
- מיכה באלף, «המצא מנוחה נכונה לזעקה ולתקווה» – זיכרון השואה והנצחתה בתנועות הקיבוציות, חיבור לשם קבלת תואר דוקטור לפילוסופיה, הוגש לסנט האוניברסיטה העברית בשנת 2003.
- יששכר יעקבסון, נתיב בינה ג’, תל אביב תשל»ג.
- יוסף חיים ירושלמי, זכור, תל אביב 1988.
- י. לוינסקי (עורך), ספר המועדים, דביר, תל אביב, תשט»ז.
- זאב מנקוביץ, בין זיכרון לתקווה – ניצולי השואה בגרמניה הכבושה, יד ושם, ירושלים, 2006.
- רוני שטאובר, הלקח לדור, יד בן צבי והמרכז למורשת בן גוריון, ירושלים, 2005.
- ישעיה שטיינברגר, «עשרה בטבת, יום השואה שהפך ליום הקדיש הכללי, שנה בשנה תשנ»א , היכל שלמה, ירושלים. 378-3855.
- ישעיה שטיינברגר, «עשרה בטבת, כיום השואה», שנה בשנה תשנ»ב , היכל שלמה, ירושלים. 311-320.
Notas:
[1] Yosef Jaim Yerushalmi, Zajor, págs. 25, 27, Tel Aviv, 1988
[2] Sitio de la Yeshivá Har Etzion, boletín 75, 3.12.2006.
[3] Yerushalmi, ibíd.
[4] .זאב מנקוביץ, בין זיכרון לתקווה – ניצולי השואה בגרמניה הכבושה, יד ושם, ירושלים, 2006.
[5] Ib. pgs. 221-228
[6] Pese a ello, hay que señalar que la fecha del 20 de Siván fue presentada en julio de 1947 en el Primer Congreso Mundial de la Investigación del Holocausto y el Heroísmo, que se llevó a cabo con el patrocinio de Yad Vashem. Ver רוני שטאובר, הלקח לדור, יד בן צבי והמרכז למורשת בן גוריון, ירושלים, 2005.
[7] Prof. Yehudit Tidor Baumel, catedrática del Depto. de Historia Judía y Directora del Centro de Investigación del Holocausto en la Universidad de Bar Ilan, Israel.
[8] יהודית תידור באומל, «קול בכיות» – השואה והתפילה, אוניברסיטת בר אילן, ירושלים, 1992, עמ’ 65
[9] . לוינסקי (עורך), ספר המועדים, דביר, תל אביב, תשט»ז, עמ’ 95
[10] ישעיה שטיינברגר, «עשרה בטבת, יום השואה שהפך ליום הקדיש הכללי, שנה בשנה תשנ»א , היכל שלמה ירושלים. 378-385.
[11] יששכר יעקבסון, נתיב בינה ג’, תל אביב תשל»ג עמ’ 498.
[12] מיכה באלף, «המצא מנוחה נכונה לזעקה ולתקווה» – זיכרון השואה והנצחתה בתנועות הקיבוציות, חיבור לשם קבלת תואר דוקטור לפילוסופיה, הוגש לסנט האוניברסיטה העברית בשנת 2003.
[13] Ib. Pág. 165.
[14] רוני שטאובר, הלקח לדור, יד בן צבי והמרכז למורשת בן גוריון, ירושלים, 2005 עמ’ 55.
[15] Periódico Hatzofé del 10 de tevet del 19 de diciembre de 1950
[16] יצחק פייגלין, «בין יום הקדיש הכללי ליום השואה», אתר ישיבת ההסדר «נהר דעה», נהריה. נדלה ב- 3.12.06
[17] ישעיה שטיינברגר, «עשרה בטבת, כיום השואה», שנה בשנה תשנ»ב , היכל שלמה, ירושלים. 311-320.
[18] Hay aquí un juego de palabras en hebreo entre Babel (Babilonia) y Lebalbel (confundir) el idioma, que hace una referencia al episodio de la Torre de Babel. N. de T.
[19] Ib. Pág. 318
[20] Ver nota 2.