Mujer y Judaismo

Por  Mirtha Priewer de Kaplun

Grupo” JAVERIM” del Estadio Israelita Maccabi de Santiago de Chile.

 

Escribo en este sitio invitada a participar por mi querida maestra Ethel Barylka, quien me pidió que contara sobre mi experiencia en Pandemia con los grupos de adultos mayores que dirijo desde hace 27 años en el Estadio Israelita Maccabi, en Santiago de Chile.

Soy Mirtha Priewer, casada, madre de tres hijos y abuela de cinco nietos, de profesión Orientadora Familiar especializada en adultos mayores.

Comencé con este trabajo voluntario en una época en que no existía en Chile ninguna preocupación por los adultos mayores, sin actividades para este grupo en nuestro Estadio, tampoco en las municipalidades y menos en las universidades.

Lo que sí imperaba era la exclusión, los prejuicios, y muchos mitos hacia los adultos mayores.

Debido a esta realidad, fue que convoqué a un grupo de amigas profesionales, con las   cuales compartíamos los mismos ideales: crear un espacio que acogiera los intereses de estas personas, en donde pudieran encontrarse con sus pares, hacer nuevos amigos, tener actividades físicas, recreativas, sociales, culturales, intelectuales y también, espirituales. Sobre todo, que Javerim  se  transformara en  SU Grupo de Pertenencia dentro del Estadio Israelita. Con orgullo les cuento que nos hemos venido reuniendo ininterrumpidamente dos veces a la semana, de 11 AM a 5 PM en los últimos 27 años, y que lo integran adultos cuyas edades fluctúan entre los 75 hasta los 100 años.

Pero, el día 15 de Marzo de 2020, la programación cuidadosamente organizada se nos derrumbó, ya que Chile se paralizó y las actividades de todo el Estadio se suspendieron “hasta nuevo aviso”. Desde ese día ya han transcurrido siete meses. No me referiré a las diversas emociones que nos atravesaron a todos.

Bueno, dijimos, tenemos que mantener nuestros vínculos, ayudar a nuestros Javerim en este periodo y apoyarnos entre todos a continuar con ánimo y fe.

No fue fácil tampoco para mí, pues confieso que primero tuve que amigarme con la tecnología y aprender de Zoom. Comenzamos por crear un WhatsApp colectivo, dando instrucciones a distancia, conseguir monitores, hablar con los hijos, pero lo más desafiante fue quitarnos los miedos, motivar y crear una actividad atractiva, que la llamamos “Cine-reflexión”. Es así como los lunes tenemos un espacio de una hora por Zoom para analizar una película que yo elijo previamente para ser vista en la semana.

También hemos celebrado las Fiestas Judías y los cumpleaños, hemos cocinado on line, etcétera.

Y como tenemos entusiasmo para seguir avanzando, hace dos meses creamos lazos, también virtuales, con grupos de adultos mayores de México y Venezuela, otra exitosa experiencia que llamamos “Amistad sin Fronteras”, compartiendo clases, actividades y creando nuevas amistades.

Como reflexión final, puedo decir que la pandemia la hemos vivido, a pesar de todas las dificultades, duelos y confinamientos, como una tremenda posibilidad de aprendizajes, desafíos y adaptación a un modo nuevo de comunicarnos y estar juntos. Como una manera de probar nuestras fortalezas y recursos ante una situación tan adversa e incierta.

Esta pandemia nos ha traído la certeza que podemos los adultos mayores aprovechar la tecnología que sentíamos tan ajena y lejana, aceptarla ya sin temor, pero sí con una buena dosis de humor y paciencia.

Pero, una vez más, nada de esto habría sido posible, sin la existencia de los fuertes vínculos afectivos creados a lo largo de los años, y del apoyo emocional que nos hemos brindado durante este largo período.

Un abrazo a la distancia,

 

 

 

 

 

 

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