Por Ethel Barylka                                      Ilustración: Grace Nehmad

Las Escrituras, en repetidas oportunidades, establecen la conexión entre la vida moral y la habitación y la prosperidad del pueblo judío en su tierra.

Nuestra parashá comienza dando un énfasis especial a la relación entre el comportamiento humano tanto del pueblo como de los individuos, y sugiere que la paz no es sólo una cuestión  de ausencia de guerra o de la existencia de un amplio poderío militar basado en las armas.

“’Si andan en mis estatutos y guardan mis mandamientos para ponerlos por obra, yo les daré lluvias en su tiempo, de manera que la tierra dará sus productos, y los árboles del campo darán su fruto, su trilla les durará hasta la vendimia  y la vendimia hasta el tiempo de la siembra. Comerán  su pan hasta que se sacien y habitarán seguros en su tierra. ‘Daré también paz en la tierra, para que duerman sin que nadie los atemorice. Eliminaré las fieras dañinas de su tierra, y no pasará espada por su tierra. ‘Ustedes perseguirán a sus enemigos y caerán a espada delante de ustedes. ‘Cinco de ustedes perseguirán a cien, y cien de ustedes perseguirán a diez mil, y sus enemigos caerán a espada delante de ustedes. ‘Me volveré hacia ustedes y los haré fecundos y los multiplicaré y confirmaré mi pacto con ustedes. ‘Comerán las provisiones añejas y sacarán lo añejo para guardar lo nuevo. ‘Además, haré mi morada en medio de ustedes, y mi alma no los aborrecerá. ‘Andaré entre ustedes y seré su Dios, y ustedes serán mi pueblo. ‘Yo soy el Eterno su Dios, que los saqué de la tierra de Egipto para que no fueran esclavos de ellos; rompí las varas de su yugo y los hice andar erguidos” (Levítico 26:3-13).

Paz y seguridad, son dos conceptos que se acostumbran usar casi como sinónimos, pero tienen dos significaciones diferentes. Or Hajaim, la obra de rabí Jaim ben Atar, pregunta “¿por qué el versículo nos debe decir “’daré también paz en la tierra”, después que dijera “habitarán seguros en su tierra”? -Quizás para decir que el pueblo debe permanecer unido y que Dios debe inspirar a las personas para que la fraternidad y la paz  reinen entre ellos. O a lo mejor, hizo referencia a la totalidad del universo”. Así aprendemos del Or Hajaim que cuando hablamos de ‘paz’, hablamos en sentidos diferentes que cuando lo hacemos refiriéndonos a ‘seguridad’. Uno de los significados está relacionado a nosotros mismos, los seres humanos que residen en el mismo espacio, a la unión de un pueblo y el otro, a la paz sobre la Tierra, en el significado más universal del término. De allí que si todo lo que nos rodea está en llamas, aún si el individuo te sintiera seguro, no necesariamente estárá en paz. Rashí explica el versículo  “y no pasará espada por su tierra” diciendo que “no hay necesidad de expresar que no vendrán guerras, si no que ni siquiera pasarán cerca de ti cuando luchen otras naciones entre ellas, incluso aquellas que no tienen fronteras contigo”.

Esta lectura provoca preguntas incisivas, dado que decir  “’si andan en mis estatutos y guardan mis mandamientos para ponerlos por obra” revela una situación ideal y utópica, muy difícil de llevar a la práctica. La visión social a la que aspiramos, el verdadero desafío, que es coexistir moralmente. ¿Acaso ello evitará conflagraciones y nos traerá la paz?

Las cosas por cierto no son tan simples.

Sin embargo, hay en esta visión una indicación de una vida ética, una brújula que nos indique la senda a seguir, el modelo que debemos aspirar como sociedad y como individuos.  Sin duda ella nos permitirá una coexistencia mejor con nuestros semejantes que pueda irradiar sobre la humanidad toda.

Quizás el mejor resumen de la idea es el que no da el profeta Zacarías (4:6): “No por el poder ni por la fuerza, sino por mi espíritu»–dice el Señor de los ejércitos”. La verdadera fortaleza no reside en los arsenales y las armerías sofisticados sino en el espíritu de unión y fraternidad, de solidaridad y de armonía entre los seres humanos

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